No es necesario precipitarse, hay tiempo suficiente para analizar la situación.
Como era ya costumbre en caso de amenaza, Vladimir, el dragón del rey, fue liberado. Con sus potentes alas se alzo rápidamente en vuelo y en unos pocos segundos se perdió majestuosamente entre las nubes.
Al cabo de unas horas, el vigía vio que el ejército venía con una bandera amiga. El consejero propuso al consejo abrir la muralla y dejar entrar al ejército amigo. El consejo:
sin embargo, desconfió y prefirió dejar la muralla cerrada