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a algunas millas de , sobre la cima de una cordillera de colinas próximas a la costa desde las cuales se descubre el cabo , está situada la aldea de . como su posición la hace dominar una extención considerable de terreno, se divisan a lo lejos admirables puntos de vista, ya risueños y apacibles, ya imponentes y grandiosos, pero siempre dignos de el pincel de un hábil y entusiasta pintor.
por la parte de el , la colina en que se encuentra esta aldea va declinando hasta formar una hondonada cubierta desde la primavera hasta el de un tapiz de verdura sembrado de florecillas de variados colores. el subido carmín o el brillante azul de las campanillas que penden de una multitud de enredaderas que se extienden serpenteando por entre el cesped, se mezclan con la nevada blancura de algunos lirios, desprendiendo se el todo sobre el fondo verde de la yerba, como la alegre y matizada corona que rodea los oscuros cabellos de una hermosa.
en el centro de esta especie de esplanada se eleva una cruz tosca que anuncia descansar allí algún ser libre ya de las tempestades de la vida. un fresno gigantesco extiende su benéfica sombra sobre aquella solitaria sepultura que inspira respeto y melancolía por su misma sencillez y .
a alguna distancia de el sepulcro, veía se aun en el año de 1840, una casa de arquitectura algo antigua cuyas murallas estaban cubiertas de yedra y de otras plantas silvestres. un aire de tristeza y de abandono que no se podía explicar, reinaba en todo su exterior formando fuerte y penoso contraste con la alegre alfombra que se extendía a sus pies.
se detenía el viajero a contemplar aquel pequeño oasis donde moraba la muerte despojada de todo lo que la hace repugnante y temible; se sentaba bajo el fresno plantado sin duda por alguna mano piadosa, y entregando se a una meditación profunda, anhelaba tal vez para cuando ya no existiese, un asilo semejante que brindase quietud y reposo a el caminante fatigado.
a esta sencilla sepultura y a esta habitación abandonada se halla ligada una narración que me apresuro a referir, confiando en que no desagradará a los que se tomen el trabajo de leer la.
nació en de una familia ilustre y entró en un colegio desde la edad de siete años. los progresos que hizo en todos los ramos de la enseñanza, aumentaron el orgullo y la vanidad de su carácter. conocía la superioridad que tenía sobre sus compañeros y lejos de procurar hacer se la olvidar, se complacía en mortificar los y humillar los suscitando cuestiones a las cuales sabía no podrían responder de un modo satisfactorio.
por otra parte; la violencia de su genio y su fuerza extraordinaria para su edad, le hacían tan temible como la insoportable vanidad que desplegaba a cada momento. así es, que como ninguno era capaz de competir con él en cuanto a el poder de la imaginación ni a el de el cuerpo, era en el colegio un pequeño tirano que imponía leyes a su antojo, pero cuya autoridad se fundaba en el temor en vez de estar lo en el afecto.
los estudiantes más atrevidos se revelaban contra la tiranía de el cual, con una destreza rara en su edad, obligaba a los que no tomaran parte en la rebelión, como él la llamaba, a abrazar su partido y de este modo, neutralizando con unos los esfuerzos de los otros, aunque los deseos de todos tendían a el mismo fin, como sucede muchas veces acababa por cimentar más fuertemente su autoridad.
tendría catorce años, cuando entró en el mismo colegio , hijo de un general de el imperio. los estudiantes que cobraban esperanzas todas las veces que llegaba un nuevo discípulo de que fuese capaz de contrarrestar el poder de , perdieron así que vieron a las que fundaran en él. era casi de la misma edad que el tirano, pero representaba sin embargo tres o cuatro años menos a causa de su pequeña estatura y aire débil y delicado. sus ojos azules revelaban la dulzura y la bondad, y sus largos y rizados cabellos castaños le daban un aspecto casi femenil. los estudiantes le miraron con lástima, mientras que dijo a el ver le: ¡un nuevo súbdito más!....
permaneció triste y melancólico durante los primeros días; criado hasta entonces en el seno de su familia que le rodeara de tiernos cuidados, y blanco ahora de las risas y de los insultos de sus compañeros que, no fundando ya esperanzas en él, se complacían en atormentar le gozosos a su turno de poder hacer sufrir a alguno, se sintió a el principio abatido y desanimado. pero rechazando luego esta pusilanimidad como indigna de sí, miró con fiereza a aquella turbulenta multitud, le devolvió desprecio por desprecio, insulto por insulto, y le hizo ver que se oculta muchas veces el valor de el águila bajo el exterior apacible de la paloma.
desde entonces principiaron a considerar le con respeto, y llegaron a acoger se bajo su protección huyendo de los brutales ataques de . este, trataba de demostrar la autoridad que tenía sobre , ya haciendo le copiar su lección, ya mandando le que le trajese este o el otro objeto.
ignorante el joven de la intención oculta que encerraban aquellos mandatos, se prestaba a todo guiado por su natural bondad. pero un día en que uno de sus compañeros se había refugiado bajo su amparo, oyó que decía a los demás que no se atrevían a tomar partido por ninguno.
— ¡ah!.... ¿le escogéis como vuestro protector?.... alegro mucho; cuando tenga que dar os algunas órdenes, os las transmitiré por mi criado....
creyó haber oído mal; se adelantó hacia él y le dijo con seriedad:
— ¿espero que no es a mi a quien has hecho alusión con tus palabras?....
— ¿te complaces en que te lo repita? le gritó con la sonrisa más impertinente de el mundo. pues bien, he dicho que tu eres mi criado. ¿te atreverás a desmentir me?
el rostro de se puso encendido de indignación.
— ¡bah! continuó ; que podía esperar se de un roturier! tu padre se llama general, porque el , como todos los hombres que de poco se han hecho algo, tiene gusto en favorecer a los de su clase; además, necesita criados y nunca podrá hallar los en los nobles legítimos. no tengo que decir más que dos palabras para reducir te a el silencio: soy hijo de el conde de : y aunque en otro tiempo era preciso, para entrar a nuestro servicio, ser más de lo que eres tú, sin embargo, si te portas bien, quizás consentiré en recibir te por ayuda de cámara cuando salga de el colegio....
y a el hablar de este modo, le volvió la espalda con aire de desprecio. cruzó los brazos, se puso frente a él, y después de haber le mirado fijamente, dijo sonriendo se con ironía a sus compañeros que le rodeaban en silencio:
— ¡mirad que orgulloso está este que se llama noble, porque posee algunos pergaminos que ni siquiera servirían para cartuchos de los fusiles de las tropas de el !.. ¡ah! en todo caso, si somos plebeyos, a fe mía que vale mucho más que ser lo que sois vosotros en el día, es decir, pordioseros y mendigos....
— ¡sí, sí! pordioseros! ¡mendigos! gritaron todos los estudiantes que eran entusiastas por y que detestaban la vanidad infundada de la nobleza antigua.
— ¡miserable! exclamó furioso dirigiendo se a con los ojos centonantes, y dominando le con su elevada estatura; ahora recibirás el castigo de tu loca audacia!....
no se movió y esperó sin inmutar se el ataque de su gigantesco enemigo; sus compañeros temblaron por él y gritaron unánimemente:
— ¡huye, ! ¡huye o sino....
el joven no los dejó concluir.
— ¡qué! ¿huir yo? les dijo sin quitar los ojos de su contrario; el ligero tigre desafía los ataques de el pesado dromedario. ¿y a que otro animal se podría comparar ese feroz gigante que cree amedrentar me?....
y se echó a reír en señal de desprecio.
— ¡villano, plebeyo! vas a ver como el dromedario te aplasta y te reduce a polvo, exclamó cerrando el puño y lanzando se con violencia sobre él; pero dando un salto con ligereza, evitó un golpe que hubiera podido ser le fatal y a el pasar por el lado de se contentó con tocar le ligeramente en la mejilla. este, entonces, no pudiendo refrenar el ímpetu con que se lanzara, y no encontrando delante de sí ningún objeto que le detuviese, cayó a el suelo en medio de las risotadas y silbidos de sus compañeros que, como todos los seres cobardes y débiles que no se atreven a hacer un movimiento delante de el hombre que temen, se vengan con mas crueldad luego que le ven humillado y abatido.
compadecido y casi pesaroso por haber sido causa de la mortificación de , le ayudó a levantar se y le dijo imponiendo silencio con una mirada a los insultantes murmullos de los estudiantes, a el mismo tiempo que le extendió cordialmente su mano:
— olvidemos lo que acaba de pasar; que el conocimiento de nuestras fuerzas nos haga respetar nos mutuamente y apreciar nos. puedo asegurar te con verdad, que por mi parte ya ni siquiera me acuerdo de las palabras que me dirigiste, y si a ti no te ha sucedido lo mismo con las que el resentimiento arrancó a mis labios, te ruego que me las perdones.... ¿quieres ser mi amigo?....
esta pregunta hecha con un candor y buena fe que recibían un encanto inexplicable de la amable fisonomía de , llegó casi a conmover a . pero notó las miradas irónicas que le arrojaban sus compañeros, conoció que el ridículo había destruido para siempre su superioridad sobre ellos, y ofendido mortalmente su orgullo, conservó rencorosamente el recuerdo de la humillación que le causara .
le tendió sin embargo su mano, y mientras el deseo de la venganza se introducía sordamente en su corazón, aparentó contestar con la misma franqueza a las afectuosas ofertas de su nuevo amigo.
más tarde, cuando ambos jóvenes tomaron un distinto sendero en el mundo, se separaron a el parecer con sentimiento jurando se mutua amistad.
los ojos de se llenaron de lágrimas a el dejar el colegio en que era generalmente querido, mientras que partió con los suyos enjutos y sin que nadie desease detener le. su aborrecimiento y casi puede decir se su envidia hacia , se aumentaron con las pruebas de aprecio que le veía recibir de todos, aumentando se por consiguiente también sus deseos de venganza.
, confiado y bueno, no pudo descubrir en el porvenir de azul y oro que tenía delante, el punto negro que se divisaba en el horizonte y que debía estenderse lentamente hasta envolver le como un velo fúnebre. se olvidaba de que la memoria retrocede sin cesar hacia lo pasado, y no sabía que hay hombres que conservan con el mayor cuidado el recuerdo de una injuria, que se pintan con rasgos de fuego el horror de su afrenta, la hora, el lugar, el día en que la han recibido, y que amontonan con una constancia digna de mejor objeto, el huracán sobre la cabeza de el mortal a quien aborrecen esperando con ansiedad el momento en que estallando aquel, han de quedar satisfechos sus votos y saciada su venganza!.......
¡desgraciado entonces el objeto de ella!.... pero más desgraciado quizás el que agota toda la energía y las facultades más nobles de su alma en el logro de un plan que debe legar le un remordimiento eterno!........
era uno de esos hombres.
sin embargo; la suerte pareció querer separar momentáneamente a los dos jóvenes dirigiendo los por distintas sendas. que no quería tomar partido por el ni tampoco por los enemigos de su patria, se trasladó a , y el odio y el rencor que conservaba hacia , se adormecieron poco a poco con la ausencia.
como admiraba con entusiasmo todo lo bello, se dirigió primero a para ver su catedral, majestuoso templo de grande magnitud, y sobre todo la , palacio y fortaleza de los reyes , y uno de los monumentos de más bella arquitectura que esta nación ha dejado.
visitó también el , pabellón soberbio rodeado de jardines deliciosos, donde abundan las fuentes, las cascadas, las flores, los bosquecillos odoríferos, y en el cual se respira continuamente una atmósfera embalsamada y pura.
se encaminó después a , para admirar la famosa y el , y aunque contiene pocos monumentos notables, no quiso salir de sin ver le.
empero, allí le esperaba un objeto que revistió esta ciudad a sus ojos de mayor encanto que todos los lugares célebres que visitara hasta entonces.
un día que recorría sus calles con ese aire observador de el viajero que todo lo mira minuciosamente, llamó su atención una joven que caminaba delante de él apoyada en el brazo de un anciano. nunca sus ojos habían visto un talle tan esbelto, ni un andar más ligero, y gracioso embellecidos por el elegante traje andaluz que en aquel tiempo usaban todavía las señoras más distinguidas, y que en el día ha quedado tan solo para la clase de el pueblo.
deseando saber si las facciones de la doncella correspondían a la perfección de su talle, apresuró el paso hasta que la hubo dejado atrás, y volviendo se de improviso, le dirigió una penetrante mirada que hizo cubrir de rubor el rostro de la joven. ¡ay! aquella mirada decidió para siempre de la suerte de entrambos, aunque produjo en ellos muy distinto efecto. hizo nacer en la doncella un terror cuya causa no pudo explicar se a si misma, mientras que despertó con violencia las fogosas pasiones de .
el amor se alimenta casi siempre de contrastes; así vemos que el hombre de carácter fuerte busca una esposa de genio suave y apacible, prefiriendo el que es pacífico y reservado por naturaleza, la joven que posea una viveza y una alegría de que carece él.
el aire de dulzura impreso en el semblante de la doncella y la inocencia que respiraban sus hermosos ojos cautivaron el corazón de . la siguió hasta que la vio entrar en una casa de modesta aunque cómoda apariencia, y se retiró ciegamente apasionado de la desconocida, ansioso por saber cual era su estado, su condición, y por hallar los medios de ser le presentado.
no tardó en descubrir que era hija de un honrado comerciante retirado de los negocios mucho tiempo hacía el cual, habiendo se contentado con una fortuna mediana, vivía dichoso con su esposa y su hija, la hermosa , a quien todos llamaban unánimemente la flor de .
halló medio de ser presentado por un amigo suyo, y fue muy bien recibido de el anciano , que así se llamaba el padre de la joven. en cuanto a la bella , no pudo reprimir un movimiento de sorpresa y casi de disgusto a el ver entrar el atrevido estranjero que la mirara con tanta atención algunos días antes, y este movimiento que no se ocultó a la penetración de , le llenó de alegría, pues le hizo saber que la doncella le había reconocido; ya era algo el que no le hubiese olvidado cuando tan solo se encontraran una vez.
durante algunos meses frecuentó constantemente la casa de el anciano . el amor que la hermosura de le había inspirado, se aumentó aun con el conocimiento de sus virtudes, de la pureza de sus pensamientos, y de el respetuoso cariño que profesaba a los autores de su existencia.
el carácter altivo de el joven se doblegaba ante aquel ser tan inocente y débil; él, tan poco acostumbrado a refrenar sus pasiones y sentimientos, no había osado hasta entonces dar paso a las palabras que se agolpaban a sus labios cuando por casualidad su hallaba solo con , y la sencilla y natural dignidad de que esta se revestía en semejantes casos, como si hubiera adivinado los pensamientos de y quisiese evitar que se los comunicase, le imponía más que la afectada severidad que había visto tomar a otras mujeres.
siempre que los ojos de el joven se fijaban en el semblante de , palidecía ella y no podía contener un movimiento de terror. a pesar de que se echaba en cara a si misma este movimiento, y que trataba de vencer le como una puerilidad sin causa ni motivo, apenas se hallaba en presencia de volvía a experimentar el mismo temor extraño y su corazón parecía aliviar se de un gran peso cuando le veía alejar se.
que notara la turbación de , la atribuía a muy distinta causa. el amor propio y el deseo de ser correspondidos de el objeto que amamos nos ciegan tanto a veces, que tomamos por favorables las señales que debieran desengañar nos y cuyo verdadero sentido comprenderíamos fácilmente si se hubiera tratado de otro.
por tanto, , casi seguro de el consentimiento de la doncella, resolvió pedir su mano. ninguna mujer había más digna de ser elevada a el rango que iba a ofrecer la, ni ninguna tampoco podría presentar una frente más graciosa y noble a la corona de condesa que estaba resuelto a brindar le.
lleno de estas ideas solicitó una tarde hablar a solas con el anciano , y el pecho de se oprimió a el oír esta petición. nuestro corazón tiene instintos tan seguros, que nos presagia con frecuencia la desgracia que nos amenaza, o la dicha que nos espera.
el aire aleare de a el salir de el de la conferencia y las atenciones de más tiernas y señaladas que nunca, confirmaron los temores de la joven. a la sola idea de que podía haber pedido su mano, se cubrió su rostro de palidez mortal, y protestando una indisposición repentina a fin de retirar se, se levantó para salir de la sala. pero la detuvo repentinamente diciendo le con amorosa inquietud:
— espero no sea grave vuestra indisposición.... mañana, hermosa .....
¡cuan larga va a parecer me la noche!.....
¡tengo tantas cosas que decir os!....
— ¡a mí? preguntó la joven haciendo un esfuerzo para sonreír se, y procurando retirar su mano de que se apoderara en presencia de que los contemplaba con satisfacción.
— pero dejad que me ausente, no me siento buena!.....
— os repito que no será nada; mi corazón me lo anuncia así, dijo con alegría ¿no os dice nada el vuestro con respecto a mí, ?
— ¿qué queréis que me diga? contestó la doncella desprendiendo a el fin su mano de las de el joven; permitid que me retire, añadió casi sin saber lo que hablaba.
— ¿y ni siquiera os despedís de mí, cruel?.....
— pues bien, sí, sí; hasta mañana! murmuró pensando interiormente que quizás a el siguiente día tendría valor para desengañar le y para salir de una vez de posición tan embarazosa.
se alejó poco después que la joven se hubo retirado y apenas lo supo ésta, corrió a el sitio donde sus padres estaban. el anciano hablaba en voz baja con su esposa, e adivinó que se trataba de ella.
luego que la descubrieron los dos ancianos, se sonrieron bondadosamente, y haciendo la sentar a su lado, le dijo:
— tengo que dar te una buena noticia, hija mía; tal vez habrás adivinado cual es, pero deja me el placer de referir te la..... un gallardo joven, de excelente carácter, noble, rico, se ha apasionado locamente de ti, y quiere que seas.... ¡condesa! ¡oh! que bien sentará en tu pura frente, mía, la diadema que la adornará el día de tu boda!.... ¡cuan orgulloso estará tu anciano padre a el ver te tan bella y tan feliz!....
— yo prefería una sencilla corona de flores con tal que el hombre a quien debiera dar mi mano hubiese sabido cautivar mi corazón, contestó la joven. no, no, padre mío.. no quiero sacrificar mi felicidad a la ambición..... ¡jamás seré esposa de !....
— ¡cómo!.... ¿que dices? exclamó el anciano sorprendido.
— la verdad sin disfraz alguno. ¿también vos habéis participado de el mismo error, padre mío?.... ¿tampoco habéis sabido descubrir en la palidez que cubre mi frente, cuando me hallo en presencia suya, el terror y casi la aversión que me inspira ese hombre?........
y como para apaciguar los temores de su sobresaltado corazón y hacer conocer a sus padres la resolución irrevocable que tomara, repitió por segunda vez:
— ¡oh! no!.... nunca seré su esposa!...
conociendo por la energía con que hablaba su hija, la antipatía que experimentaba hacia , y no queriendo violentar su inclinación, dijo:
— libre eres, , de aceptar la proposición de o de rehusar la; jamás te obligaré a contraer una unión que te inspire repugnancia; únicamente para cumplir con mis deberes de padre, debo aconsejar te y hacerte ver las ventajas que te resultarían de ella....
— es inútil que me las refiráis, padre mío, contestó prontamente la joven; puesto que os dignáis dejar me dueña de mi suerte, permitid que rehúse de una vez este patrimonio.... que jamás podría vencer la aversión que me inspira ....
— siendo así, añadió , no volveremos a hablar de este asunto....
— ¡oh! padre mío!...... amado padre mío! exclamó arrojando se en sus brazos y besando los blancos cabellos de el anciano, mientras su madre los miraba enternecida.
le devolvió sus caricias diciendo le después con dulzura:
— pero es necesario que tengas una entrevista con . cuando me pidió tu mano, le contesté que no tenía inconveniente en conceder se la si era de tu agrado hacer lo; así pues, a ti te toca desengañar le........
— veo que será preciso, contestó pensativa, aunque no podéis figurar os cuanto me cuesta dar semejante paso. todo se reduce, sin embargo a un momento de disgusto, y despues volverán a renacer para mí la antigua paz y tranquilidad de que disfrutaba y que ese extrangero ha venido a turbar!...
el siguiente día por la mañana se presentó en casa de con un rostro risueño en que se leían todas sus esperanzas. el anciano le recibió como siempre, y llamando en seguida a su hija, los dejó solos por algunos instantes.
el corazón de palpitaba acceleradamente; con una penetración que solo pertenece a las mujeres, había sabido descubrir las pasiones predominantes de el joven que eran, un indomable orgullo y un invencible amor propio. por tanto, temía con razón hiriendo le en algunas de ellas, que en lugar de desistir de sus pretenciones, mirase como punto de honor triunfar de una oposición que lastimaba vivamente su vanidad.
empero, reuniendo todo su valor, escuchó serena y tranquila la declaración que le hizo en los términos más apasionados. , con una elocuencia inspirada por el solo verdadero amor que experimentara hasta entonces, le refirió los proyectos que se había atrevido a formar para el porvenir, sus sentimientos y por fin, la felicidad que esperaba a entrambos si ella correspondía a su afecto.
le escuchaba en silencio; le costaba trabajo destruir con una sola palabra aquel delicioso edificio fabricado sobre la arena, y permanecía muda e inmóvil sin saber de que modo le derribaría insensible menta.
por fin, admirado de que no le contestase, dijo con impaciencia:
— ¿qué debo pensar, hermosa, de el obstinado silencio que guardáis?.... ¿a qué debo atribuir le?... os he abierto enteramente mi corazón y el vuestro permanece cerrado e indiferente; ¿me habré equivocado acaso creyendo que me amabais, y desearíais solamente atraer me para después.... despreciar me?....
y a esta sola idea, el rostro de el joven se cubrió de púrpura que dio luego lugar a una mortal palidez.
— ¿y quién os ha dicho que yo desease atraer os? respondió la doncella justamente ofendida ¿qué habéis notado en mi para que hayáis podido imaginar lo siquiera?
— ¿y la turbación que se apoderaba de vos en mi presencia?... pero no, no, es imposible fingir con tanta perfección; vos me amáis, o si no, creeré que el arte de engañar que se atribuye a las mujeres de mi país lo poseen las españolas en un grado asombroso!....
— buscad pues, una esposa entre las primeras, contestó levantando se alegre interiormente de que la impetuosidad de el joven le proporcionase un medio de rechazar sus ofertas sin ofender su orgullo; pero deteniendo la , exclamó arrepentido:
— ¡perdonad, amada , la violencia de un carácter que no puedo refrenar!.... amo tanto, que la sola idea de que me miréis con indiferencia me pone fuera de mí!.... en ser mía, y vuestra dulzura y vuestra amabilidad templarán mi genio fogoso.... ¡ júbilo reconoceré vuestro suave imperio y le proclamaré en alta voz!.... pero ¡ay! no me respondéis! ¿no me habéis perdonado todavía?
— concluyamos de una vez, dijo la doncella con resolución; , no estoy ofendida, ni tengo de que perdonar os tampoco..... vuestras faltas para conmigo consisten en haber alimentado... un error....
— ¿cómo? ¿qué decís?.... exclamó el joven retrocediendo.
— lo que hace tiempo debierais haber conocido. la turbación que habéis notado en mí cuando me hallaba en vuestra presencia, debisteis atribuir la a mi natural timidez... por lo demás, conozco, aprecio todas las bellas cualidades que os adornan; pero como no podemos mandar en nuestros sentimientos, os ofrezco mi amistad ya que no puedo conceder os mi amor.
y le tendió su mano; pero rechazando la él con altivez, dijo:
— ¡ah! ¿a el fin os habéis quitado la máscara?.... ¿con que a el fin me decís claramente que me despreciáis?....
— yo estoy muy lejos de....
— ¿luego amáis a otro?.... replicó ciego de cólera; pero yo descubriré quiénes y entonces, ¡temblad entrambos!....
— quiero condescender hasta decir os que no amo a nadie en el sentido que vos lo entendéis, contestó con dignidad; además, soy libre en mis afecciones; no tengo que dar cuenta de ellas sino a mis padres, y es muy extraño que queráis cautivar con la violencia un afecto que no habéis podido obtener por medio de vuestras atenciones!....
— ¿pero no sabéis que yo os amo, desgraciada, y que el amor en un hombre de mi carácter no es una llama pasajera y débil como esas que vemos encender se todos los días, y que se apagan apenas encuentran un obstáculo?.... última vez, os ruego que refleccionéis lo que vais a hacer; si persistís en vuestra repulsa, no respondo de mí, ni conozco de lo que seré capaz....
— hay sentimientos que nos es imposible vencer, ; creed me, no hemos nacido el uno para el otro..... mi consejo, ausentad os durante algún tiempo, volved a vuestra patria, y la ausencia me borrará pronto de vuestra memoria....
— veo claramente que me teméis y que deseáis alejar me, repuso con ironía; tenéis razón, debéis temer me, porque no cuento entre mis virtudes el olvido, ni el perdón de una injuria. ahora bien; vos me habéis ofendido, os amo y me habéis despreciado, justo es que tome alguna venganza... no tembléis, ni creáis que haya nada de sangre; me contentaré, ya que no queréis ser mi esposa, con que no lo seáis tampoco de otro jamás..... soltera toda vuestra vida lo mismo que yo, y nos guardaremos fidelidad mutuamente.... ¿qué os parece?....
la frialdad diabólica con que hablaba , y la infernal sonrisa que contraían sus labios, helaron de espanto a la doncella. indignada, sin embargo, de la audacia de aquel hombre que se atrevía a amenazar la en su propia casa, le dijo con desdén:
— basta, señor! sé el caso que debo hacer de vuestras amenazas, y veo que no me he equivocado en el concepto que había formado de vos.... , haced me el favor de retirar os; esta escena no ha sido de ningún modo agradable para mí....
— agregad insulto sobre insulto, mujer insensata, que no sabéis el volcán de rencor que despertáis en mi pecho, exclamó soltando los diques a el furor que tratara de contener; pero me vengaré; os repito que me vengaré.... vuestro corazón como vos habéis destrozado el mío y a imitación vuestra, seré inexorable, sin piedad!.... , os libertaré de mi odiosa presencia hasta el instante en que creyendo os completamente dichosa, y olvidando mi importuno recuerdo, deis tal vez oídos a las dulces promesas de otro.... , apareceré como el rayo destructor que aniquilará para siempre vuestra dicha.... , os repito que tembléis!....
el aire feroz conque pronunció estas palabras y las miradas centellantes que le lanzó, hicieron arrojará un grito de terror. se cubrió el rostro con las manos y cayó desmayada en una silla.
un hombre entró en aquel instante en la sala; era que lo había oído todo y que no pudo dominar por más tiempo su indignación. con un gesto imponente, mostró la puerta a el joven y le dijo:
— ¡salid!....
— obedezco, respondió con reconcentrada cólera. ¡adiós, señores!...... espero que nos volveremos a ver pronto; acordad os de mí, que por mi parte, no os olvidaré!........
y salió arrojando a una mirada en que se pintaba el amor, el odio y el deseo de la venganza.
la joven permaneció como anonadada algunos instantes; por fin, alzó la cabeza y dijo a su padre que parecía sumergido en profundas reflexiones:
— ¡gracias a el cielo, ese hombre se ha retirado.... ¡oh! que pocas veces nos engañan nuestros instintos de simpatía o de aborrecimiento!.... carácter de ha justificado mis previsiones....
y añadió apoyando en una mano en pálida frente:
— ¡qué horrible es el aspecto de un hombre entregado a la cólera!.... ¡que espantosas me parecieron las facciones de cuando me hablaba con tanta violencia! ¡nunca podré dar bastante gracias a por haber me inspirado el necesario valor para rechazar le!....
— ¡ruega le, hija mía, que no lo volvamos a ver, pues un presentimiento me dice que cumplirá sus amenazas!....
y el padre y la hija quedaron silenciosos queriendo comunicar se sus mutuos temores, cuya especie no podían explicar, de el mismo modo que nos ajilamos muchas veces bajo la influencia de una horrible pesadilla sin tener idea ni conocimiento de ella.
algunos meses se pasaron y la familia de no había vuelto a oír hablar de . el temor que sus amenazas inspiraran a , fue calmando se poco a poco, y aunque cada vez que oía pronunciar su nombre un temblor involuntario agitaba sus miembros, principiaba a creer que la cólera y las imprecaciones de habían sido el arrebeto de un momento y que extinguido ya su resentimiento y su amor, habría partido para .
y su familia acostumbraban pasar todos los veranos en la aldea de la cual, a causa de su elevada posición, esta bañada continuamente por la brisa, no experimentando se por lo mismo en ella el insoportable calor que reina en durante los ardientes días de el estío.
como esta estación se acercaba rápidamente, fueron todos a pasar la temporada en una posesión que tenían en aquel pueblo la cual consistía en la pintoresca y risueña pradera que hemos descrito, y en cuyo centro se eleva una bella y cómoda habitación.
no reinaba entonces en ella el aire de tristeza y abandono que la hacen aparecer melancólica y sombría en medio de las flores que la rodean a el principio de esta narración; la alegría inocente de se comunicaba a todo lo que había en torno suyo, y cuando ella habitaba su reducida y campestre morada, parecía que la pradera se cubría de un césped más verde y que las flores exalaban más suave perfumes.
todas las mañanas daba un largo paseo y se dirigía a una especie de gruta abierta en una enorme roca situada a el otro extremo de la aldea. la acompañaba su padre, el cual había hecho colocar en torno de esta habitación de piedra algunas enredaderas que acabaron a el fin por cubrir la, y ambos se sentaban bajo aquella verde bóveda; los aldeanos que pasaban y veían a con su sencillo vestido blanco, y su sombrero de paja que resguardaba su rostro de los ardientes rayos de el sol y por debajo de cuyas alas caían sus rizados y negros cabellos, se paraban admirados a contemplar la sintiendo se inclinados a tomar la por una bellísima y benéfica hada sentada en una gruta misteriosa.
por la tarde daba los mismos paseos y permanecía en su rústica habitación hasta muy entrada la noche. su padre y ella guardaban un religioso silencio cuando oían que la lenta y sonora campana de la aldea anunciaba la hora de la oración, y mecidos por sus prolongados tañidos, por el sordo mugido de el mar que bramaba a lo lejos con un ruido parecido a el de el trueno, y por los sonidos inexplicables que se oyen distintamente a las horas en que callan los hombres para dejar hablar a la naturaleza, se entregaban a esa dulce y agradable melancolía que solo se encuentra en el campo, y que huye de los bulliciosos placeres de la ciudad.
¡cuan digno de compasión es el hombre que, entregado enteramente a los goces materiales, no comprende esos sublimes transportes de el alma que, le elevan hacia una esfera más pura, hallando en ella la fuerza necesaria para contemplar con desprecio las pasiones mezquinas de la tierra, y para soportar con resignación los pesares que tendrá que combatir en el mundo!..... de una alma entusiasta y sensible, dejaba vagar sus pensamientos por ideales regiones y no salía de la gruta hasta que los pálidos rayos de la luna venían a reflejar se sobre los blancos cabellos de su padre. entonces ambos se levantaban, y apoyada ella ligeramente en su brazo, le escuchaba con atención cuando le explicaba la posición de los astros, le decía sus nombres, e iluminaba su imaginación con las luces de la sabiduría.
¡qué lejos se hallaba de ella en semejantes momentos el penoso recuerdo de !.... ¡qué distante estaba de pensar, cuando encontraba en el camino a el dirigir se a su casa un hombre de elevada estatura envuelto en una capa y cubierto el rostro con un ancho sombrero, o cuando turbaba su pacífico sueño e interrumpía el silencio de la noche el ruido de las herraduras de un caballo que partía a escape, que aquel hombre temible vigilaba y espiaba sus menores pasos y movimientos con una pertinacia inspirada por las tres pasiones más violentas que agitan el pecho de el hombre, el amor, el rencor y los celos!....
y sin embargo, así sucedía. apenas la oscuridad y las tinieblas comenzaban a extender se sobre la tierra, montaba a caballo y el fogoso animal le conducía en poco tiempo a la entrada de la aldea donde echaba pie a tierra para no llamar la atención. se internaba luego entre los peñascos, seguía a por un sendero oculto, la veía entrar en la habitación excavada en la peña, y sentando se a alguna distancia, apoyaba su rostro en las manos mientras luchaban en su interior mil contrarios sentimientos.
se sentía, sin embargo, algún tanto aliviado de el horrible peso que le oprimía lejos de la que amaba, causado por el temor de que alguno llegase a cautivar su afecto. cuando la veía en la gruta, estaba a lo menos seguro, a el contemplar la tranquilidad y serenidad de su frente, de que ningún sentimiento tumultuoso moraba en su inocente corazón; y esta certeza que apaciguaba momentáneamente sus inquietudes, cesaba apenas tenía que alejar se de ella.
¡cuantas veces estuvo tentado a arrojar se a sus pies, a rogar le le perdonase sus arrebatos, y a pedir le con acento suplicante le permitiese alimentar aun que no fuese más que una débil y lejana esperanza!... pero recordaba el acento firme con que ella le había rechazado, el aire de sinceridad con que le dijo que no podía mandar en sus sentimientos, y enconando se la herida todavía sangrienta de su orgullo ofendido, rechinaba los dientes de rabia, se golpeaba la frente con furor, y juraba de nuevo que si no era su esposa, tampoco lo sería de otro jamas.
otras veces, separando con mano trémula las enredaderas que cubrían las ventanas cortadas en el peñasco, permanecía conteniendo el aliento en muda contemplación delante de . y a el ver la sentada a el lado de su padre con la cabeza inclinada graciosamente, mientras que los rizos naturales de negros cabellos caían por ambos lados de su rostro, y que sus ojos rasgados y brillantes seguían atentamente alguna nubecilla que se deshacía en el espacio, lágrimas urdientes como las gruesas gotas que anuncian una tempestad de verano, se deslizaban por sus mejillas, se escapaba un gemido sordo de su pecho, y conocía la dificultad de vencer un amor de el cual dependía su destino futuro.
— en ti consiste mujer indiferente y fría hacer de mi un ser bueno y generoso, decía una tarde a el alejar se contra su voluntad de la gruta, entreabriendo los pliegues de su capa para que el soplo de la brisa refrescase su abrasado pecho. también puedes convertir me en un traidor, en un cobarde y quizás.... en un asesino!....
después, prorrumpiendo en una convulsiva carcajada, añadió:
— ¡ay de ti! si has desconocido mi carácter y echas en olvido mis amenazas!.... si crees que han sido tan prontas y pasajeras como las promesas de algunos hombres las cuales se disipan como el humo! ¡ ! he dicho que te amo; guarda te bien por tanto de corresponder a el afecto de otro hombre, guarda te bien de conceder le una sola mirada de tus brillantes ojos!.... no, no será mientras exista !..
dicho esto, se paseó precipitadamente por entre las peñas y no reparó en un hombre que saliendo de detrás de un elevado risco donde estuviera oculto hasta entonces, le miraba fijamente con los brazos cruzados, mientras que se sonreía con ironía y parecía gozar se en su agitación. el recién llegado representaba unos cuarenta años y estaba vestido con sencillez; las facciones de su rostro eran toscas y abultadas; sus cejas negras y espesas se unían sobre una frente estrecha y comprimida; brillaban hundidos en las órbitas sus ojos pequeños y verdosos, y sus cabellos crespos y abundantes que hacían parecer enorme su cabeza, le daban el aspecto de un león erizando su melena.
había algo de innoble y bajo, en el semblante de el recién-llegado, que rechazaba e inspiraba disgusto a el que le veía. el estertor de el hombre nos previene desde la primera ojeada en contra o en favor suyo; con frecuencia sucede que unas facciones imperfectas nos agradan más que otras notables por su regularidad, lo que debemos atribuir a que la bondad o maldad de el corazón arrojan su reflejo sobre el rostro, y se revelan en los ojos, espejo elocuente de el alma, lo mismo que en los escritos de un autor se trasluce siempre su carácter y sus sentimientos por más que trate de disfrazar los.
apenas le distinguió, corrió hacia él gritando le:
— ¡y bien! ¿que has sabido, ?...
— nada de nuevo, contestó el último; siguiendo vuestras instrucciones, he escuchado, observado con atención, y no he podido descubrir nadada digno de ser os referido.
respiró con más facilidad; ella no le amaba, pero tampoco amaba a otro.
era el mayordomo de ; pertenecía a una familia decente, pero por desgracias que no referiremos, se había visto obligado a aceptar aquel empleo, único a la verdad que era capaz de desempeñar interés que demostraba por todo lo concerniente a su amo, aunque expresado con rudeza, le granjeara su amistad y confianza. muy a menudo confundimos la noble franqueza con la aspereza y tosquedad de carácter.
por otra parte, era en extremo económico, y aunque el anciano le había reñido bondadosamente por oprimir demasiado a los arrendadores de algunos terrenos que poseía en , no por eso dejaba de agradecer le sus esfuerzos y buena voluntad. ignoraba que , después de guardar para sí la mitad de aquellas economías, ocultaba la bajeza de su proceder con el manto de la hipocresía, que semejante a todos aquellos cuyo corazón ha sido corrompido por la más vil de las pasiones, por la sórdida avaricia, no tenía afecto sino a el oro, y que había jurado hacer se rico a toda costa, sin reparar en los medios de que era preciso echar mano para lograr lo.
así es, que le fue muy fácil a ganar le para que espiase y refiriese lo que se hablaba en casa de . cuando le dijo que ninguna variación había notado, le arrojó el joven un bolsillo que el mayordomo se apresuró a recoger, y se alejó después sombrío y pensativo, mientras que la luz de la luna aumentando su elevada estatura, hacía que se asemejase en la distancia a un fantasma gigantesco y errante.
le siguió con los ojos, a el mismo tiempo que se pintó en su rostro la lástima y el desprecio.
— ¡necio! exclamó luego que le hubo perdido de vista; eres rico, joven y hermoso, posees todos los elementos necesarios para ser feliz, y una sola y terrible pasión ha destruido todas esas ventajas!.... , es feo, pobre, y te tiene sin embargo en sus manos, te hace servir de instrumento para el logro de el plan que ha formado, y obtendrá con auxilio tuyo lo que ambiciona hace largo tiempo. ¡ah! ¡ ! ¡ ! muy atrevido es tu proyecto, pero todo se consigue con la perseverancia!........
y mirando atentamente a su alrededor como si temiese que le hubiesen oído, se encaminó con lentitud por el mismo sendero que había tomado.
¡cuantas veces a el creer nos más felices que nunca y a el entregar nos a la alegría se agita la desgracia a algunos pasos de nosotros!.... le sucedía a ; ignorante de el peligroso círculo que las pasiones indomables de y la sórdida avaricia de trazaran en torno suyo, pensaba que no podía ser más dichosa, y no temía ni preveía que esta dicha pudiese alterar se jamás.
semejante a el entre-abierto botón de rosa que se mece blandamente en su tallo medio oculto bajo las verdes hojas que le protegen de los ardientes rayos de el sol, de el mismo modo abrigada por la dulce presencia de sus padres y lejos de el soplo infestado de el mundo, se embellecía cada día más y su hermosura adquiría perfecto desarrollo en medio de la atmósfera pura que la rodeaba.
a el ver la, encontraba escusas el amor profundo y pertinaz de , y hasta los ojos de el mismo brillaban a el fijar se en su bello rostro con una expresión que la hiciera estremecer de horror a haber lo ella notado. ¡desgraciados!.... la serenidad y el candor impresos en su semblante y que eran su mayor atractivo, no pudieron conmover el duro corazón de aquellos dos hombres; su belleza irritaba el orgulloso carácter de el uno, mientras que fortalecía a el otro en el plan infernal que había tramado.
entre tanto, descorriendo el velo que ocultaba sus ambiciosas miras, dio a conocer claramente sus proyectos acerca de . faltando a la noble confianza que esta heroica nación depositara en él, y después de haber tratado cautelosamente de debilitar sus fuerzas introduciendo la discordia en su seno, se apoderó por medio de la traición de el legítímo monarca, y echó así un borrón en las páginas hasta entonces puras de su historia; ¡borrón que el tiempo no podrá destruir jamás, ni tampoco excusar su gloria!....
no conocía bastante el carácter de los españoles, el amor que profesaban a la religión de sus antecesores, y el odio con que han mirado siempre todo yugo extranjero. sin eso, probablemente no les hubiera declarado una guerra tan injusta como impolítica, y quizás su destino hubiera sido muy diferente.
de todos modos, no neguemos la gloría de el que ha sido llamado con justicia, grande hombre; cuanto mayor haya sido su talento y buena fortuna, cuanto mayor haya sido el brillo de aquel rápido y deslumbrante meteoro, tanto más grande es el triunfo que cabe a los españoles por haber le resistido, rechazado, y dado un golpe mortal a su poder creído por todos invencible. ningún honor nos resulta de aplastar bajo nuestro pie a la hormiga indefensa, mientras que hacemos alarde de haber combatido y vencido a el rey de los bosques.
las tropas francesas se apoderaron de las principales provincias de y el general ocupaba la . como la posición dominante de la hacía un punto de alguna importancia, enviaron a ella un pequeño destacamento mandado por el joven capitán .
los soldados se alojaron en las casas de los aldeanos más acomodados, y ninguno de estos pudo quejar se de que hubiesen cometido con él la más leve tropelía, porque el capitán mantenía la disciplina más severa en su tropa, siendo el mismo el primero en someter se a sus rígidos mandatos. recibió la orden de alojar en su casa a , y se vio obligado a hacer lo a pesar de el odio que profesaba a los enemigos de su patria y por consiguiente a , de quien formara desde luego el peor concepto.
quedó, pues, agradablemente sorprendido, cuando no entrar un joven de mediana estatura, vestido con elegancia, y a el cual sentaba maravillosamente su uniforme. — conservaba todavía sus largos y rizados cabellos rubios como cuando estaba en el colegio, y aquel aire dulce y afeminado que contrastaba notablemente con el brillo de sus ojos que centelleaban con el fuego de la inteligencia y de el valor.
a el ver le, era imposible contener un movimiento de admiración y de lástima; parecía que aquel cuerpo endeble encerraba en su interior demasiada vida y animación para que no acabasen por destruir le pronto, mientras que las inquietas miradas de sus ojos, que se detenían en todos los objetos como si buscasen uno en que fijar se por largo tiempo, anunciaban la ternura de una alma demasiado débil y susceptible para no ser herida vivamente por la menor palabra o acción que ofendiese sus sentimientos.
cuando fue presentado a , guardó silencio largo rato, sin dirigir le los saludos de costumbre. después volviendo se hacia , le dijo con viveza:
— ya había visto a vuestra hija, señor...
— ¿donde? preguntó admirado .
— en mis sueños, contestó el joven con prontitud.
el anciano no pudo menos de sonreír se a el oír unas palabras que atribuía a la galantería francesa, e se atrevió a alzar los ojos hacia el que acababa de hablar con una voz tan suave y sonora a la cual el acento extranjero comunicaba cierta gracia y melodía.
la rápida mirada que lanzó a , hizo nacer en el pecho de la doncella una turbación desconocida. a pesar suyo, se alegró interiormente de haber le parecido hermosa; porque aunque sencilla e inocente, no dejó de comprender que las palabras de el joven eran un cumplimiento lisonjero; ella que con tanto desden escuchara las exageradas alabanzas de , se envanecía ahora de poseer una belleza en la cual pensaba por primera vez.
algunos días bastaron para que ganase enteramente el afecto de y de su esposa. su conversación era agradable e instructiva, y sus reflexiones muy superiores a sus años. hablaba con entusiasmo de las bellas artes y refería a el anciano todos los objetos que había visto en el museo de donde reuniera las obras maestras de pintura y escultura que había sacado particularmente de e . más tarde, cada nación reclamó lo que le pertenecía, y cautivo ya en el ilustre guerrero que había querido hacer a su patria adoptiva la primera en ilustración y poderío, desaparecieron rápidamente los cuadros y las estatuas que llenaban los salones, quedando desnudos y tristes como la doncella que se engalana por algunos instantes con las joyas que le ha prestado algunas de sus amigas.
le escuchaba atentamente, y hubiera permanecido horas enteras oyendo le; muy amenudo se exhalaba de su pecho un suspiro que trataba en vano de ahogar, a el ver que le dirigía raras veces la palabra pareciendo olvidar se hasta de que ella existía en el mundo.
la doncella ignoraba que con frecuencia el objeto que afectamos mirar con indiferencia es el que llama más nuestra atención; tampoco sabía que cuando ella se ausentaba, los ojos de la buscaban con ansiedad y que su conversación tan animada en presencia suya, languidecía cuando ella no le escuchaba.
una desconocida tristeza se apoderó repentinamente de ; ella, antes tan alegre y festiva, se volvió de improviso melancólica y taciturna. buscaba ansiosamente la soledad, y con el rostro apoyado en una de sus manos, permanecía largo tiempo sumergida en profunda meditación. sus pensamientos eran entonces tan vagos, que no hubiera podido explicar se los a si misma, se arrasaban sus ojos de lágrimas sin aparente motivo, le parecía de improviso que faltaba algo a su dicha, y sin embargo, no hubiera cambiado este estado de inquietud por su tranquilidad anterior.
cuando se retiraba por la noche a su aposento, se sentaba a la ventana, y fijando sus ojos en el hermoso y despejado cielo de que se extendía sobre su cabeza semejante a un soberbio e inmenso manto azul sembrado de plateadas lentejuelas, elevaba su pensamiento hacia el que todo lo ha creado, comprendía mejor su grandeza, admiraba más los portentos que veía en torno suyo, y hubiera deseado morir en aquel estasis sublime en que exaltada su imaginación por un sentimiento nuevo, olvidaba la realidad para vivir en ideales regiones.
¡ ! centella divina que truecas la prisión tenebrosa en palacio encantado, y que estiendes tu soberana influencia sobre todos los seres que respiran; ¡qué templo hay más digno de tu culto que un corazón palpitante de vigor y juventud!.... reinas en él despóticamente, revistes de mayor encanto sus ilusiones doradas, y aumentas sus disposiciones generosas. pero más tarde, tienes que combatir con temibles rivales en el corazón de el hombre; la ambición y el interés te disputan tu imperio con encarnizamiento, acabando por hacer aparecer tus puros goces fantásticos las más veces e imaginarios.
una noche que se hallaba en su ventana como de costumbre, oyó cantar en francés debajo de ella. su aposento estaba situado sobre el que ocupa , luego aquella voz que se eleva en melodiosas cadencias y que cantaba las delicias de un amor correspondido, las inefebles dulzuras de la unión simpática de dos almas y los transportes divinos de un afecto fundado en la virtud y en la inocencia, no podía ser otra que la suya. aquellas estrofas tan en armonía con lo que pasaba en el pecho de , parecían ser el eco que repetía sus pensamientos.
la joven cayó en una profunda melancolía mil veces más agradable que los ruidosos arrebatos de júbilo. dios parece haber formado algunas almas de una esencia tan delicada, que solo pueden experimentar los sentimientos suaves, complaciendo se en la tristeza, como la tórtola en gemir en la soledad de los bosques.
sumergida en su arrobamiento, no reparó en dos hombres envueltos en sus capas que salían sombríos y silenciosos de entre las rocas, cual si fuesen los genios de el mal ansiosos de contrarrestar los proyectos de su buen ángel.... luego que cesó de cantar, se retiró ella a su lecho latiendo le el corazón de una dicha que la admiraba tanto, como la melancolía que se apoderara de ella había algún tiempo.
se cerraron pronto sus fatigados párpados y mil visiones risueñas entre las que dominaba una indecisa y vaporosa que fue tomando por grados la figura de un joven con rubia cabellera y ojos de color de cielo, atrajeron la sonrisa sobre sus rosados labios, haciendo la gozar dormida de la inocente dicha que acababa de disfrutar despierta.
¡sueños hermosos de la juventud! ¡ojalá que no os desvanecieseis nunca!....
pronto se estableció la más dulce intimidad entre y ; no se habían dicho que se amaban, pero ambos lo conocían, y sus conversaciones, indiferentes a1 parecer, les revelaban sus mutuos sentimientos.
acompañaba siempre la familia de a la habitación construida en la peña; en semejantes casos, ambos jóvenes caminaban delante de los ancianos, mientras que estos los seguían admirando con satisfacción el talle elegante y ligero de su hija.
se sentaban los cuatro en la gruta y era tan bello el paisaje que se descubría desde aquel lugar, que se aprovechaba de este pretexto para espresar cuanto le gustaba la , cuanto sentía haber tomado las armas contra ella, y lo resuelto que se hallaba a pedir su retiro para fijar se durante algún tiempo en aquel país hermoso cuyo clima tan bien sentaba a su salud.
añadía a el mismo tiempo que se había atrevido a formar otros proyectos de los cuales dependían la felicidad o la desgracia de toda su vida, y en tono de chanza preguntaba a si podría pronosticar le que su resultado fuese favorable o funesto....
ella guardaba silencio entonces y bajaba los ojos mientras que su anciano padre respondía riendo se:
— yo tengo un presentimiento de que será favorable. ¿no te parece lo mismo ?... ¡vaya! aunque no me contestas, adivino que piensas lo mismo interiormente........
la doncella, no se atrevía a mirar a y el joven, fijando en ella la vista con una expresión de ternura inefable, le decía en tono de reconvención.
— ya veo que desconfiáis de mí, querida , puesto que tratáis de ocultar me lo que pasa en vuestro pecho.... ¡oh! sería yo tan feliz si quisieseis leer en el mío!.... ¿pero como puede interesar os un pobre extranjero que os es casi desconocido y que ha peleado contra vuestro país natal?....
— lo habéis hecho, , por obedecer a vuestros jefes, y ninguna culpa os cabe en ello. el primer deber de el militar es la obediencia, y desde que se consagra a el servicio de su patria y de su rey, puede decir se con verdad que no tiene voluntad propia. yo se todo eso y que tratáis de mitigar los horrores de esta injusta guerra en cuanto está en vuestra facultades; ahora bien, ¿como puedo estar resentida contra vos por una falta que no habéis cometido?....
tranquilizaban estas palabras a y le confirmaban más y más en las esperanzas que se atreviera a alimentar. había hallado por fin la mujer que su misma madre si viviese le hubiera elegido por compañera de toda su vida. sus sentimientos eran tan puros como intachable su reputación, cualidades muy principales para el cual, creía que cuando la calumnia se atreve a atacar a una joven, exagera casi siempre, pero tiene algún motivo en que fundar sus acusaciones.
según pensaba , la mujer debe estar rodeada de una atmósfera tan impregnada de honor, de virtud y de inocencia, que imponga respeto a la envidia y a la maldad las cuales, a pesar de sus esfuerzos, no sabrán por donde empañar la. andaba poco acertado en esta creencia; la virtud es muchas veces desfigurada y destrozada por aquellos que no la poseen, y demasiado sabido es que para las lenguas maldicientes no hay nada sagrado ni respetable.
¡ay! la delicadeza exagerada de ocasionó la desgracia de toda su vida, y le probó, aunque tarde, que todo sentimiento por puro y loable que sea, llega a hacer se pernicioso cuando se lleva demasiado lejos.
mientras tanto, vigilaba y espiaba los pasos de ayudado de . ¡que se juzgue de su despecho y de su rabia, cuando supo que la doncella que con tanta firmeza rehusara sus ofrecimientos, amaba a otro hombre!.... ¡y que hombre!... el que dio el primer golpe a su orgullo y a su amor propio, el que despertó por primera vez en su pecho las pasiones rencorosas que habían llegado casi a adormecer se con la ausencia, y que tan osadamente venía a renovar!....
— ¡infeliz de él! exclamaba paseando se por entre las rocas, cubierta la frente de un sudor frío, y contraídas sus facciones por un furor que llegaba casi a el frenesí. ¿cree herir me impunemente en mi orgullo y en mis afectos?...... ¿cree poder siempre más que yo?... ¡ah! ¡insensato! ¡imbécil!......
— ¿qué pensáis hacer ahora? le preguntó tranquilamente que escuchó sus palabras.
— desafiar le, dar le muerte, y presentar después su sangriento cadáver a esa desgraciada que se ha atrevido a preferir le a mí!...
— ¿estáis seguro acaso de vencer le? dijo con frialdad. ¿no puede él por el contrario arrebatar os la existencia y pasar luego la suya tranquila y feliz a el lado de esa mujer que tanto le ama y que os ha...... despreciado?........
fijó en él un mirada de cólera.
— si otro que tú, que tanto interés tomas en mis proyectos, hubiese pronunciado esa palabra, le contestó con vos sorda, quizás no hubiera vuelto a proferir otras... pero ¿porqué ocultar lo? — añadió golpeando el suelo con furor, — tienes razón, me ha despreciado.... ¡a mí! descendiente de una de las familias más nobles de y que me dignaba introducir la en ella.... ¡a mí! que le ofrecía el título de condesa que ha rechazado con desdén, para corresponder a el amor de un advenedizo!.... ¿tanto mérito tiene ese hombre?........
— que lo tenga o no, el caso es que consigue humillar os siempre, dijo que se complacía malignamente en atizar el resentimiento de ; pero vos le aborrecéis, habéis jurado vengar os, y tenéis un medio completo de conseguir lo....
— ¿cual? preguntó ansiosamente.
— uno muy sencillo; haced os el encontradizo con él, atraed mañosamente la conversación sobre la hija de , calumniad la con arte, jurad se lo si es preciso, y esto será bastante para que le hagáis tan desgraciado como lo sois vos en este instante....
— ¿y será tan necio que me crea?.... ¡ella es pura como los ángeles!.... , no me basta que parta y la abandone; le aborrezco como hombre alguno ha aborrecido, y quiero que lleve consigo el envenenado dardo que acibare todos los instantes de su existencia.... ¡quiero gozar me en su desdicha y ver le tan miserable como yo!....
— ¿y quién os impide seguir le y ser el genio de el mal que esparza la ruina y la desventura en torno suyo?.... hacia él una amistad que estáis muy lejos do experimentar y así podréis....
— ¡oh! que me aconsejas, hombre o más bien demonio que ha abortado el infierno para tentar me? exclamó retrocediendo. ¿ignoras que el ladrón que roba abiertamente en los caminos públicos, que el asesino que atraviesa con su puñal el pecho de sus semejantes, no son tan infames como el hipócrita que aparentando una falsa amistad, se desliza como una serpiente en el seno de el incauto a quien llama amigo para buscar su corazón y destrozar le?.... ¡oh! padre mío! ¡padre mío! ¿si vivieseis, reconoceríais por hijo vuestro a el que escucha semejantes proposiciones?.... ¿no os avergonzaríais a el conocer la ignominia de que va a cubrir se?... porque yo se que mis impetuosas pasiones acabarán por ahogar muy pronto los últimos suspiros de mi virtud moribunda, y que seguiré a el fin unos consejos que me causan horror!.... ¡sombras ilustres de mis abuelos! ¿no vendréis a proteger a el que implora vuestro auxilio?
— mucho tendrían que andar para ello, dijo sonriendo se con desprecio; el necio soy yo que me meto en lo que no me pertenece.... lo que os parezca; no agradecéis mi celo y no volveré a molestar os....
— ¿y si ese celo fuese algún plan particular que has urdido en provecho tuyo? exclamó como herido por un pensamiento repentino, y arrojando le una penetrante mirada. ¿si me vendieses como has vendido a tus amos? entonces.... ¡infeliz!....
palideció a pesar suyo a el escuchar estas palabras, y apenas supo que responder. el castigo de el traidor está en su misma maldad; el que ha comprado sus servicios tiene derecho para dudar de él, porque teme con razón que le venda de el mismo modo y porque sabe que una vez de dado el primer paso, cuestan poco los demás.
la presencia de que se encaminaba sola a la gruta, dio diferente dirección a las ideas de el cual, no vio el aire de resentimiento con que le miró a el mismo tiempo que decía entre dientes:
— ¡una vez que hayas marchado....... ¡veremos!
— , murmuró en voz baja; ¿no es mi enemigo aquel se encamina hacia aquí?
— el mismo.
— ¡ah!.... entonces le ha dado ella una cita! y se mordió los labios hasta hacer brotar sangre de ellos.
— ¿qué habéis decidido a el fin?....
— seguiré tu proyecto.... y mi destino lo quieren.... les resistiré por más tiempo....
— vuestro rival se aproxima ya.... preciso confesar que no tiene mal gusto.... ¡qué ojos y que cabellos tan hermosos!.... es que tenga ese aire de dulzura que no sienta nada bien a un militar.... ¿qué os parece?....
no respondió; contemplaba a con ojos centellantes, y las pérfidas palabras de el mayordomo que hacían resaltar expresamente las ventajas de su rival, llegaban basta su corazón. sabía que su exterior era quizás más perfecto que el de ; pero la envidiaba aquella interior tranquilidad que tan poderoso embeleso comunicaba a su fisonomía, y que le había hecho amar de .
¿no es la virtud un divino destello de su gloria que concedió a el hombre cuando le arrojó a la tierra para que le consolase en la adversidad?... luego ¿qué mayor belleza que un rostro donde se revela la bondad y generosidad de el corazón, y una frente que se alza con la dignidad sencilla inspirada por la noble convicción de una conciencia pura y serena?....
cuando llegó a la gruta, el corazón le palpitaba aceleradamente; esperaba a . éste último había solicitado con tan vivas instancias un momento de conversación con ella sin testigos, que a el fin consintió en acceder a sus deseos con el beneplácito de el cual, aunque estimaba y apreciaba a , no quiso comprometer se a nada cuando le pidió la mano de su hija antes de saber cuales eran los sentimientos de respecto a él, temiendo le sucediese lo mismo que con .
llego poco después, y sentando se a el lado de la doncella, permaneció contemplando la en silencio, mientras que ella daba vueltas con sus bellas manos a las puntas de su chal, no atreviendo se a alzar los ojos, y procurando ocultar su turbación.
se sonrió el joven lleno de alegría a el notar aquella confusión que le revelaba que era amado, pues los mismos esfuerzos que hacía para ocultar lo, lo daban a conocer más y más. si ella le hubiese mirado con indiferencia, no evitara con tanto cuidado el encuentro de sus ojos, y su rostro hubiera permanecido sereno y tranquilo en lugar de de ver se cubierto de el subido carmín que se extendía hasta su cuello. no estaba versado en intrigas amorosas, pero ¿qué hombre no conoce el interés que inspira?..
aquella turbación le decía a el mismo tiempo que él había sido el primero en introducir la inquietud en el corazón de ; el inocente rubor que hacía más encantadora su amable fisonomía, y su poco arte en disimular, manifestaban a la joven inexperta y sencilla que presa de un sentimiento que no sabe como definir y que ocasiona su dicha y su tormento, se estremece cuando llega el instante en que debe revelar lo a aquel que se lo inspira. no sucede lo mismo a la mujer que ha amado diversas veces; disipada ya la frescura y la ignorancia de sus primeras impresiones, no se turba y sabe disfrazar o dar a conocer lo que experimenta según su voluntad.
entonces, con acento tierno y respetuoso, se atrevió a declarar le sus sentimientos, su amor, y concluyó asegurando le que, correspondiese ella o no a su afecto, seria siempre la única mujer que amaría mientras existiese.
no se valió de expresiones exageradas, de promesas, ni de juramentos; pero había en sus palabras tanta buena fe, tanta verdad, y tan profunda ternura, que conoció que era cierto cuanto le decía, que sus destinos estaban ya ligados para siempre, y que ni uno ni otro se podrían olvidar jamás.
así es, que cuando el joven añadió con acento solemne:
— pronunciad ahora mi sentencia; de vos depende mi porvenir y mi felicidad; ¿me creéis ?....
— os creo, respondió ella animada con la noble franqueza de el mancebo; os creo, y ojalá esté siempre en mi mano hacer os tan dichoso como merecéis!....
— esa sencilla repuesta me basta, dijo tiernamente; nuestros corazones habían comprendido sus mutuos sentimientos antes que nuestros labios los revelasen. ¡dulce y misteriosa simpatía! ¡cuanto más elocuente es tu mudo lenguaje, que todos los bellos dicursos con que el hombre puede dar a conocer sus impresiones!.... ¿no es verdad ?....
ella inclinó la cabeza en señal afirmativa, y ambos guardaron silencio entregando se a esa dulce melancolía que se apodera de nosotros cuando creemos en la felicidad.
un profundo silencio los rodeaba: se ocultaba ya el sol en el horizonte, y los lejanos cantos de el labrador que se retiraba alegremente a su choza después de los trabajos de el día, llegaban hasta ellos en alas de la brisa de la tarde como una sencilla melodía a la cual comunicaba la distancia una dulzura y un hechizo inexplicable.
alzó entonces sus negros ojos a el cielo, y cediendo a la dicha que inundaba su corazón, dijo:
— ¡ , mío!.... ¡soy feliz!... no bien había pronunciado estas palabras, cuando oyó una exclamación sorda y contenida. miró hacia el lugar de donde parecía salir, y creyó ver brillar por entre las grietas de la roca y frente a ella, dos ojos que centelleaban con un fuego sombrío.
un penoso recuerdo atravesó veloz como el relámpago la imaginación de ; pensó en . recordó las palabras de aquel hombre: “¡ ! ¡infeliz de ti si llegas a olvidar mis amenazas y a dar oídos a las palabras de otro hombre: porque entonces apareceré como el rayo destructor que esparcirá la desdicha en torno tuyo!” el rostro de la doncella palideció a el traer a su memoria estas amenazas que había echado en olvido:
cediendo entonces a sus repentinos temores, se levantó, agarró a por el brazo, y le dijo:
— ¡no has visto? ¿no has oído?....
— nada; ¿qué quieres decir?....
— he creído ver allí, en aquella grieta, dos ojos que nos observaban atentamente, y que arrojaban una luz fosfórica como los de el tigre en la oscuridad. he creído oír también un grito agudo y sordo como el rugido de ese feroz animal.... entonces ¡desgraciados de nosotros!....
— no te comprendo, ....
— ¡oh! !.... ¡es cierto lo que te digo!.... y mira, no creas que tiemblo por mí, sino porque a el ocasionar mi desgracia, causaría a el mismo tiempo la tuya!....
y apoyó su cabeza en el hombro de su amante; se la levantó suavemente, y vio que su rostro estaba bañado de lágrimas que en vano procuraba contener.
la frente de el joven se oscureció, y por algunos instantes permaneció sumergido en profunda reflexión. después, sacando una sortija que llevaba en uno de sus dedos, dijo:
— atribuyo, amada mía, tu repentino trastorno a unos de esos presentimientos tristes que se apoderan de repente de nosotros cuando nos consideramos dichosos, como si el cielo quisiese que nuestra misma desconfianza alterar se nuestra ventura. pues bien, toma esta sortija, ella te preservará contra esos fúnebros anuncios de desgracia; mi madre me la dio a el morir, y como la he llevado conmigo desde la infancia, he llegado a creer que es un talismán que me protege contra la adversidad. esta es una superstición nada más, pero una superstición santa, fundada en la estimación que hago de el querido y postrer don de la moribunda......
¡oh! !.... a el dar te la, no me separo de ella, porque nuestras almas no forman ya más que una, porque y mi madre han escuchado y recogido nuestras promesas, y porque pronto los hombres confirmarán nuestra unión!.... ¡oh! madre mía! bendecid nos desde el cielo!....
y el joven extendió la cabeza como si esperase oír una repuesta. hasta después que ya no existía, era su madre el objeto de su mayor veneración, la consultaba respecto a todos sus proyectos y acciones, conduciendo se siempre de modo que pudiese invocar en memoria sin temor.
¡ah! ¡aquellos cuya existencia ha sido pura y sin mancilla, dejan tras sí un perfume de virtud que no se disipa jamás, que rodea su recuerdo de una aureola de respeto, y que hace que le invoquen los que le son allegados como una religión aparte que les pertenece a ellos solos, y que los guía en las situaciones más críticas de la vida!....
¡desgraciados de aquellos cuya memoria desaparece a el mismos tiempo que se descompone su cuerpo!.... vivido, sí, pero por un leve instante, mientras que para el sabio, para el guerrero ilustre, para el hombre virtuoso, hay una segunda existencia más apreciable que la primera, que se prolonga hasta las generaciones futuras, y que se funda en la justicia, en la imparcialidad, y en el mérito que le distinguió.
puso en el dedo de la sortija de su madre, e imploró otra vez su bendición para entrambos. pero un ruido que oyó en aquel instante a espaldas de la peña llamó su atención; era un murmullo sordo como de voces de hombres que el espesor de el peñasco impedia distinguir bien. el joven creyó oír exclamaciones, amenazas interrumpidas, y desenvainando la espada, se precipitó fuera de la gruta a pesar de los esfuerzos de para detener le.
la doncella quedó sola y aterrorizada; se adelantaba la noche apresuradamente, y pronto el interior de la gruta se halló en una completa oscuridad. tuvo miedo, cerró los ojos, y permaneció inmóvil con el corazón palpitante. de improviso una mano húmeda y fría tocó la suya, y una voz le dijo con lentitud casi a el oído:
— ¡ ! he cumplido mi promesa!.... he aquí!....
la joven lanzó un grito y exclamó:
— ¡ ! ¡ !..... ¡dios mío! ¡tengo miedo!....
y sintiendo los pasos de su amante, se arrojó fuera de la gruta, trémula y sin aliento.
— ¿qué ha sido? le preguntó con inquietud ¿porqué gritabas?....
— un hombre, , o un ser sobrenatural se introdujo en la gruta y me habló.... mano tocó la mía y la sentí helada.... ¡ah! creí morir de espanto!....
— ¡niña! dijo sonriendo se y en tono de dulce protección; no temas a los seres sobre-naturales; los hombres son los que debes temer. sin embargo, como alguno de estos puede haber se introducido en la gruta, aunque es algo difícil sin que yo le haya visto, voy a registrar la....
los temores de se calmaron cuando se halló a el aire libre, y luego que vio sobre su cabeza un cielo despejado en el cual principiaban a brillar las estrellas. así es, que cuando fue a reunir se con ella chanceando se sobre el fantasma, unió ella sus sonrisas a las de el joven, y ambos se alejaron alegremente sin que volviese a recordar las palabras que había creído oír, y que debieran haber hecho una impresión terrible en su imaginación.
no hubieran partido los dos jóvenes tan tranquilos, si hubiesen visto salir de la gruta, apenas ellos estuvieron lejos, un hombre que se deslizó como una sombra, y que fue a reunir se con otro que salió de detrás de un peñasco.
— , dijo el más alto, es preciso que yo tenga en mi poder esa sortija.... tendréis
— ella apoyará mis palabras.... sé como pude contener me cuando me hallé solo en la gruta con ese hombre.... el dar le la muerte sin que él supiese la mano que le hería, no satisfacía mis deseos.... envenenar su vida lentamente......
, no olvides la sortija........
— perded cuidado, pronto estará en vuestro poder........
— el deseado momento se aproxima.... ¡cuanto le ama ella, !.... ¡oh! mi venganza! ¡mi venganza!......
durante un mes, espió constantemente a la joven para ver si podía apoderar se de la sortija; pero siempre en vano, la sortija no salía de su dedo.
estaba cierto de que por la noche la guardaba cuidadosamente, más le era imposible descubrir en que lugar lo hacía. por fin, a fuerza de maña y de astucia logró saber por medio de la doncella de , que el don de era encerrado con llave en el tocador de la señorita.
lleno de una feroz alegría, participó esta noticia a que ya se impacientaba y que no podía soportar por más tiempo el tormento que le ocasionaba presenciar la dicha de su rival. entre ambos tramaron el medio de apoderar se de ella, y proveyendo se de los instrumentos que abren todas las puertas a el ladrón y a el asesino, determinó penetrar aquella noche en el aposento de cuando esta estuviese dormida, arrebatar le la sortija y no dejar la menor señal que pudiese descubrir su atentado.
a el mismo tiempo recibió la orden de dejar a dos días después, y de marchar con su destacamento a donde le darían la licencia que con tantas instancias había solicitado.
y vieron disipar se el único obstáculo que se oponía a su felicidad, y nunca se habían dicho con tanta alegría como a el separar se aquella noche:
— ¡hasta mañana!
— ¡hasta mañana!
la joven tardó mucho tiempo en dormir se; la dicha tiene también sus insomnios. repasaba en su imaginación lo que le había sucedido después de algunos meses, formaba mil proyectos lisonjeros, y todavía sus labios se sonreían, cuando ya sus ojos se habían cerrado.
una especie de sopor se apoderó de ella; no estaba de el todo dormida, y sin embargo, las ideas se le escapaban; sus pensamientos se confundían, y aunque tenia conocimiento de su existencia, no hubiera podido comprender ni distinguir con certeza lo que pasaba en torno suyo.
¡sin duda dormía! porque abriendo de repente los ojos, creyó ver adelantase hasta el centro de su habitación una especie de fantasma envuelta en un largo traje talar y cuyos negros pliegues caían hasta el suelo, sin que produjesen el menor ruido a el deslizar la visión hacia donde estaba el tocador de .
¡sin duda soñaba! porque creyó ver reflejar se en el terso cristal de el espejo una cabeza enorme coronada de rojizos y erizados cabellos, y le pareció distinguir un rostro de una fealdad repugnante aumentada aun por la marca reprobadora de el crimen que llevaba grabada en su estrecha frente.
un sudor frío bañaba los miembros de ; luchaba bajo aquella horrorosa pesadilla, trataba de mover se para desvanecer la, y permanecía con las miradas fijas en la visión espantosa, sin movimiento y sin voz lo mismo que el desgraciado que sufre un horrible ataque de catalepsis.
sus ideas entorpecidas chocaban unas con otras; pronto su imaginación exaltada le hizo ver mil visiones en lugar de una, pero sobre todas, dominaba siempre aquella que permanecía delante de el espejo, como domina la elevada cresta de la montaña los demás peñascos que la rodean.
empero, haciendo un esfuerzo sobre sí misma, logró cerrar los ojos por algunos instantes, y cuando los volvió a abrir, ya todo había desaparecido. la luz vacilante de la lámpara anunciaba que iba a apagar se, y llena de terror , se halló pronto en las más profundas tinieblas. a el parecer, su pesadilla se disipó de improviso, porque no volvió a distinguir ningún objeto. la joven se había desmayado.
cuando recobró los sentidos era ya de día; los rayos de el sol penetraban por los cristales de su aposento, y se admiró de haber dormido hasta tan tarde. su cabeza estaba pesada y adolorida, y apoyando su frente en una mano, tardó algún tiempo en reunir sus recuerdos. después, miró involuntariamente hacia su tocador, hacia la puerta que permanecía cerrada aun, y exclamó:
— ¡dios mío! ¡qué horrible sueño!..... que el aire de la mañana disiparia la confusión que había dejado en sus ideas el vértigo que la agitara, se apresuró a levantar se, y olvidando se por primera vez de la sortija, fue a reunir se con sus padres. los halló en la sala como de costumbre, y se admiró de no ver a .
— ha salido esta mañana muy temprano dijo contestando a su pregunta, y sin duda habrá alargado mucho su paseo. he enviado a llamar le con y pronto le veremos de vuelta. tú y él nos habéis hecho esperar bastante; creíamos que dormirías hasta mañana y tu madre inquieta iba ya a buscar te.
les refirió su sueño, y se rió de él tratando de desvanecer la impresión de tristeza que había dejado en el ánimo de su hija. pero todos los esfuerzos de el anciano fueron infructuosos; una inquietud, un presentimiento que la hacía estremecer, oprimía dolorosamente su corazón, y esperaba con ansiedad la llegada de como si temiese no ver le más.
por fin, volvió ; apenas le divisó corrió a su encuentro, pero estaba solo. la joven retrocedió a el encontrar se en su presencia; el pesar y el espanto motivaron este movimiento. creyó dis quedó tristemente sorprendida a el ver que, no le acompañaba.
satisfizo a sus reiteradas cuestiones diciendo le que había hallado a el joven paseando se en compañía de un desconocido; que le comunicó su mensaje, y que contestó secamente que no le esperasen a almozar.
las lágrimas se asomaron a los ojos de a el oír esta relación y por más que hizo su padre para tranquilizar la repitiendo le que nada de particular tenía que consagrase algunos instantes a la conversación de un amigo que habría tal vez encontrado por casualidad, o que quizás le traía noticias de importancia, no pudo calmar sus temores.
el almuerzo fue triste: todos echaban menos a el que derramaba la alegría en torno suyo, y el dolor de se conocía claramente a pesar que trataba de ocultar lo. conmovido a el ver la pálida y abatida, la estrechó cariñosamente contra su pecho diciendo:
— ¡pobre hija mía!....
como sucede en semejantes casos, los sollozos de estallaron entonces con fuerza; su padre se levantó en silencio, tomó su sombrero y su bastón, y se encaminó a la puerta. la doncella comprendió su intento, cogió su mano que llevó tierna y respetuosamente a sus labios, y le dijo con voz interrumpida:
— ¡ , gracias, padre mío!.... ¡oh! como voy a reñir a ese ingrato por la incomodidad que os ha ocasionado!....
luego que el anciano hubo salido, se sentó ella a la ventana; el cielo estaba triste y nebuloso, las nubes se adelantaban lentamente, y algunas gotas principiaban a caer. el corazón de se oprimió más con el lúgubre aspecto de la naturaleza; tanto como nos agrada oír los silbidos de la tempestad y el estampido de el trueno cuando estamos reunidos con las personas que amamos, otro tanto nos aflige ver adelantar se el huracán cuando creemos algunas de ellas espuestas a su furor.
el anciano volvió pronto, pero también solo; apenas hubo entrado en su casa, estalló la tempestad con imponente furia, y abismada en su dolor, no tuvo ánimo siquiera para interrogar a su padre. juntó las manos y mezclando sus lágrimas con la lluvia que penetraba por la ventana y que inundaba sus vestidos, exclamó en voz triste:
— ¡dios mío! ¡un presentimiento me lo anunciaba, ya no volverá más!.... no, no; la tempestad va a disipar se y nuestro amigo vendrá con el buen tiempo.... ¿no lo creéis así?...
y sin esperar la contestación de el anciano, continuó tratando de tranquilizar se a si misma.
— sí, si, volverá pronto; algún asunto importante le habrá tal vez conducido a .... una loca en inquietar me sin motivo; antes de el medio día estará de vuelta.... ¿ había de ausentar se sin ver me, sin decir me a lo menos adiós? yo no le he ofendido en nada; el me ama, me lo ha repetido mil veces, y ayer noche a el despedir se de mí, conque ternura me dijo. — ¡hasta mañana! — si, padre mío, él volverá! ¡él volverá!....
la retiró suavemente de la ventana y la estrechó cariñosamente contra su pecho; apoyó su cabeza sobre aquel corazón que la amaba con un afecto inalterable, y dijo después de un momento de silencio apoyando la mano de su padre sobre su abrasada frente:
— mirad como arde mi cabeza.... momentos de inquietud han bastado para trastornar mi ser.... avergüenzo de mi debilidad y os pido perdón por haber os afligido....
después levantando se y dirigiendo se otra vez a la ventana, añadió a el parecer con tranquilidad:
— voy a esperar le aquí; así le divisaré desde lejos y os avisaré su llegada....
y sentando se, apoyó su cabeza en una mano, y permaneció durante horas enteras en aquella postura, pálida pero serena.
el tiempo corría velozmente, las horas se sucedían unas a otras, e no se movía de el punto que ocupaba. en vano sus padres querían sacar la de allí; ella, les respondía con dulzura, pero con acento firme:
— todavía no.... ¡ya no tardará mucho en llegar!....
el sol arrojaba sus más ardientes rayos sobre la tierra, y la joven permanecía aun en la ventana; el día fue declinando por grados, se ocultó lentamente en el horizonte, las sombras de la noche fueron cubriendo como un velo fúnebre todos los objetos, e esperaba todavía....
¡pero en vano! no pareció!...
se comprende fácilmente que , dueño ya de la sortija, no se detuvo un momento en poner en práctica sus proyectos de venganza, y que sus calumnias, apoyadas a el parecer por aquel indudable testimonio, fueron creídas fácilmente por . así sucedió en efecto, y este fue el motivo que le hizo alejar se con la desesperación en el alma, el mismo día en que ella le esperaba agitada por los presentimientos más funestos.
aquella mañana había salido el joven pensando en la felicidad que creía tan próxima; la alegría de su corazón hermoseaba a sus ojos todos los objetos que encontraba; el aire le parecía más puro, el aspecto de la naturaleza más hermoso, y los rostros de los aldeanos que encontraba menos toscos que de costumbre. así nos sucede muchas veces; los sentimientos que nos dominan a el contemplar los objetos que nos rodean, los hacen más o menos atractivos a nuestros ojos sin que por eso hayan cambiado.
se dirigió a la gruta; aquel lugar estaba tan lleno de los recuerdos de , que creía hallar se junto a ella. las enredaderas arregladas con tanto cuidado, las ramas de los rosales que ella colocaba de modo que sus flores cayesen en el interior de la gruta a pesar de los esfuerzos que hacía la pobre planta para volver sus vástagos cubiertos de botones hacia los vivificadores rayos de el sol, todo, todo le recordaba su presencia. casi hubiera tenido celos de que otro atravesase sus umbrales; así es que no pudo contener un gesto de enojo cuando a el ir a entrar, tropezó con un hombre que salía.
ambos se miraron un instante en silencio, y una expresión que hubiera sido difícil explicar brilló por un instante en los ojos de el último. pero pronto dio lugar a una alegría que tenía algo de cruel, cuando exclamó:
— ¡ !....
— ¡ !.... y los dos jóvenes se abrazaron con efusión.
¡oh! como se profana tu nombre, divina y santa amistad!.... ¡con que frecuencia el malvado se cubre con tu sagrado manto, para ocultar sus viles proyectos, y cuantas veces, cuando los labios de el hombre te invocan, busca en su interior los medios de perder a el incauto a quien llama amigo!....
— ¿y como es que te encuentras aquí, ? le preguntó con curiosidad; ¿que motivo te ha conducido a este solitario pueblo?....
— no sé si debo decir te lo, replico sonriendo se; temo cometer una indiscreción. además, como no está muy lejos de donde vivo hace algunos meses, es un buen paseo a caballo y....
— el clima de no te sienta bien, dijo mirando le con atención; estás tan pálido y tan delgadado, que no eres la sombra de lo que fuiste a el salir de el colegio.... diría que tienes ocho o diez años más que yo, y eso que somos de la misma edad.... ¿has estado enfermo?..
— no; pero he tenido algunos disgustos de familia y ya sabes que mi carácter es tan impresionable, que le afecta penosamente lo que tal vez seria indiferente para otro.... a ti parece que te ha ido perfectamente: tu rostro anuncia salud y felicidad...
— en efecto, soy muy feliz....
el rostro de a pesar de su palidez, se puso casi lívido, y sus delgados y comprimidos labios se contrajeron con amarga sonrisa. el oír a su rival hablar de su dicha aumentó de tal modo su rabia, que apenas pudo conservar bastante imperio sobre si mismo para contestar con afectada frialdad:
— te doy el para-bien; ¡puede uno decir tan pocas veces, soy feliz!....
— tienes razón; ¿pero como es que te hallo a semejante hora en las calles de ?.... por más que digas, me es muy difícil creer que el gusto de dar un paseo a caballo te haya hecho dejar tan temprano tu lecho pata venir aquí, habiendo en los alrededores de lugares más pintorescos que este....
— ¡oh! que curioso eres! contestó chanceando se con cruel satisfacción, porque conoció que una involuntaria inquietud se había apoderado de su rival; mas a riesgo de que me juzgues indiscreto, te diré que un affaire de cœur, como decimos nosotros, es lo que me ha conducido a este sitio......
— ¿y quién es la venturosa dueña de tu corazón?....
— la perla, no solamente de , sino de toda la ; puedes creer me, porque nunca me apasiono sino de lo mejor...
un desasosiego cruel, un presentimiento que en vano trató de rechazar, apenas permitió preguntar a con voz débil:
— ¿y te ama ella?....
— ¡oh! no tengo duda alguna; por esa parte yo también puedo llamar me dichoso, respondió con pérfida ironía; pero ¡ay! amigo mío! como ella sabe que no le he de dar mi mano, se va a unir con los lazos indisolubles de el matrimonio a un joven cuyo nombre se ha obstinado en ocultar me, y de el cual nos hemos reido ambos de todo corazón.... ¡si vieras cual imita su tono sentimental, sus tiernos arrullos, como ella dice!..... estoy seguro de que te reirías también....
una palidez mortal cubrió el rostro de , se pasó la mano por la frente y murmuró en voz baja:
— ¡no, no, mío!.... no puede ser ella!.... ¡es imposible, imposible!....
después, dirigiendo se a , añadió estrechando le la mano con fuerza.
— di me su nombre; ¿lo oyes? quiero saber su nombre....
— no vayas tan aprisa, amigo mío, contestó como sin reparar en su agitación; deja que concluya mi historia; pues como te iba diciendo, mi bella querida me ha prometido que aunque casada, no por eso dejará de amar me y de preferir me a el imbécil esposo que las circunstancias la obligan a elegir.... ¿deseas saber donde vive?.... tal vez tu la conoces; su habitación está situada en la explanada que se encuentra a la entrada de el pueblo....
— ¡oh! su nombre, su nombre! gritó con agonía.
— ya que tanto interés tienes en saber lo, te diré que es hija de un comerciante llamado , y que ella se llama ....
— ¡no, no! gritó con desesperación. eso es mentira, una infame mentira! ¡no puedo creer lo, mío, no puedo!....
después, dirigiendo se a y mirando le con fiereza, añadió:
— las pruebas, da me las pruebas de lo que acabas de decir, sino quieres que te tome por un calumniador, por un impostor infame!....
— no te comprendo, repuso tranquilamente y conteniendo con trabajo una sonrisa de triunfo a el ver la cólera y el dolor que se pintaban en las facciones de . pero si exiges de mi una satisfacción, aunque no veo motivo pare ello, estoy pronto a dar te la....
— lo que quiero es que repitas que es mentira cuanto acabas de decir.... si, que es mentira!....
— ¿y con qué objeto abría mentido yo?.... , tengo una prueba que confirma la indudable verdad de mis palabras.... amante de le dio una sortija que había pertenecido a su madre, que le había servido de talismán desde la infancia, y que se yo cuantas otras cosas por este estilo?.... , como no cree en los talismanes, me la ha regalado a mí....
vaciló como un hombre ebrio; su corazón se oprimió hasta privar le casi de la respiración; quiso hablar, y solo pudo decir con voz ronca:
— ¡la sortija, la sortija!....
— la he aquí, exclamó sacando la de uno de sus dedos y afectando admirar se de el estado en que veía a el que llamaba amigo.
se la arrebató de las manos, la aproximó varias veces a sus ojos como si no pudiese distinguir la, y ya no le fue dado conservar la menor duda.
¿era la suya!.... ¡era el don postrero y querido de su madre de el cual se había separado, faltando así a la promesa hecha a la moribunda, para entregar le a una mujer que se burlaba de las más santas afecciones, que era incapaz de comprender las, y que lo había engañado con la más vil hipocresía!...
este golpe fue demasiado doloroso para ; un temblor convulsivo recorrió sus miembros, una contracción nerviosa desfiguró sus hermosas facciones, y hubiera caído a el suelo a no haber le sostenido en sus brazos.
este le suministró los socorros necesarios para volver le a la vida, y cualquiera que le hubiera visto inclinado sobre el cuerpo de el desventurado fijando en su pálido semblante una mirada en que brillaba una alegría bárbara, un mortal aborrecimiento, comparara su infernal gozo con el de el ángel caído cuando arrastra a su tenebroso imperio alguna alma que se le resistió por largo tiempo.
volvió poco a poco en sí; a el renacer a la vida, recobró también el conocimiento de su posición. se desprendió de los brazos de y contempló en silencio la sortija. en seguida, fijando en sus ojos secos y ardientes, le dijo:
— esta sortija me pertenece, porque ¿no lo sabéis? yo soy el amante de quien ella se burlaba, de quien se reía con vos!.... ¡oh! que horrorosa idea, mío! sus tiernas palabras eran falsas, lo mismo que sus promesas fementidas y su aparente virtud!.... yo iré a echar le en cara su traición y su hipocresía, y la maldeciré por haber despreciado el postrer don de mi madre y por haber le hecho servir a sus pasiones impuras!.... también me daréis cuenta de vuestra traición, — continuó dirigiendo se a .
— ¡con que eres tú el que ella engañaba con tanta alevosía! respondió sin poner atención a sus últimas palabras. ¡dios sabe que yo lo ignoraba!....
¡el impío osaba invocar a en sus juramentos!....
— , añadió con fingida franqueza, padezco casi tanto como tú por haber destruido un engaño que constituía tu felicidad; a mí me toca pues consolar te y sostener tu valor. ven, sigue me; abandonemos ambos a esa mujer indigna que ha desconocido tu noble corazón....
— pero yo quiero ver la antes, decir le...
— cuando estes más tranquilo la verás, dijo que comprendió que una explicación lo destruiría todo, y que quería acabar de envenenar con sus pérfidas insinuaciones el ánimo de . ven, acompaña me a mi habitación....
— ¡que la mano de la amistad mitigue las heridas que me ha hecho el amor! murmuró el pobre y confiado joven montando en el caballo que logró proporcionar le en breves instantes; pero ¡ay! — pensó interiormente, — conozco que nada es capaz de cicatrizar las nunca!....
y siguió tristemente a , mientras que le veía alejar se guardando se muy bien de decir le que le enviaba a llamar.
lo mismo que cuando hay una fuerte explosión se estremecen y tiemblan los edificios circunvecinos, de el mismo modo se comunicaron a los dolores, la agonía y la desesperación de durante aquella larga e interminable noche en que ambos anhelaban ansiosamente la luz de el sol como sí con ella debiesen mitigar se sus pesares.
¡ay! demasiado pronto llegó aquel día fatal en el cual vio desvanecer se para siempre sus esperanzas de ventura, como si esta palabra no fuese más que un vano sueño que halaga por un instante la imaginación de el hombre, o un fantasma engañoso tras el cual corre sin cesar, y que se disipa inmediatamente que cree haber le alcanzado.
apenas los primeros rayos de el sol anunciaron el día siguiente a aquel en que se alejara de por haber dado crédito a las calumnias de , ya la desgraciada doncella se hallaba sentada a la ventana esperando le con ansiedad.
las inquietudes y los pesares que sufriera habían dejado impresas sus señales en el hermoso semblante de ; la palidez que le cubría, hubiera podido confundir se con el color de sus vestido blanco, mientras que sus ojos y sus cabellos negros como el ébano, resaltaban más aun sobre la pálida blancura de su rostro.
lo mismo que la víspera, respondía a todas las instancias que le hacían sus padres para que se retirase de allí, diciendo — ¡el volverá! — y lo mismo también que el día anterior, se pasaban las horas sin que pareciese .
entonces una inquietud más viva que todas las que la habían atormentado, vino a hacer la estremecer de dolor; algunas horas más, y el destacamento que mandaba debía partir, ¿si no volvería?.... ¿si se ausentaría olvidando sus promesas, o no queriendo cumplir las?....
esta idea que había tratado de rechazar con horror y que se iba haciendo cada vez más probable, fue un tormento tan cruel para el alma de la doncella, que la sacó de la tranquilidad facticia que trataba de aparentar. ya no pudo permanecer tranquila en el mismo sitio; caminaba sin cesar de la ventana a la puerta de su habitación, para ver si alguien llegaba, y volvía otra vez a la ventana.
la pobre se perdía en mil conjecturas; sabía que la amaba, porque sus ojos y sus labios se lo habían repetido con el elocuente lenguaje cuya sinceridad conoce tan bien una mujer, y creía imposible que su corazón pudiese cambiar en algunas horas. no, este no podía ser el motivo de su ausencia; tampoco podía ser la causa alguna indisposición repentina, porque se lo hubiera avisado, pero entonces, ¿a que atribuir la?....
en vano atormentaba su imaginación para fijar se en una sospecha; lo único que encontraba cierto, era que se había alejado y que quizás no le vería más.
— ¡dios mío! exclamaba juntando las manos; yo rae volveré loca si no penetro este misterio; abandonar me así, sin motivó, des-pues de tantos esfuerzos para cautivar un afecto que le concedí fácilmente, porque le creí el más franco, el mejor, el más leal de los hombres!...... ¡oh! no! es imposible creer lo!....
y enjugó una lágrima ardiente que corrió por su mejilla, pues no quería que sus padres se afligiesen viendo la llorar.
empero, de improviso se acceleraron con violencia los latidos de su corazón; acababa de divisar dos hombres a lo lejos, uno de los cuales estaba vestido de militar y cuyo aspecto a pesar de la distancia, le pareció tener alguna semejanza con . se aproximaron gradualmente, y pronto conoció que no se había equivocado.
fue tan fuerte la emoción que se apoderó de ella, que durante algunos instantes no pudo hablar; de modo que ya y el que le acompañaba se hallaba bajo su ventana, cuando ella gritó:
— ¡el es!.... ¡ ! ¡ !....
el joven levantó la cabeza y le arrojó una mirada que la dejó helada e inmóvil; la severidad y la cólera se pintaban en aquellos ojos que respiraban antes la bondad y la dalzura: la frente de estaba pálida y sombría, y sus vestidos y sus cabellos en el más completo desorden.
— ¡dios mío! ¿no es esto un sueño espantoso?.... murmuró bajando los ojos ante aquella mirada fija y escudriñadora que parecía querer penetrar hasta su corazón.
él joven que acompañaba a alzó también la cabeza y saludó ceremoniosamente a la doncella, a el mismo tiempo que una sonrisa sardónica contraía sus delgados labios. le reconoció.
— ¡ ! exclamó no pudiendo contener un grito de terror. ¡oh ¡ya está descifrado el enigma!....
la frente de se oscureció todavía más a el oír aquella exclamación; habló un momento en voz baja con y entró en seguida en la casa.
— ¡ , mío! dijo entonces dando rienda suelta a su llanto; ahora me explicará el motivo de su conducta y no volverá a mirar me como acaba de hacer lo!.... ¡oh! voy a recibir le!....
corrió a la sala, y oyó la voz de que hablaba con su padre; por un movimiento involuntario, se detuvo en la puerta y escuchó toda la conversación.
— ¿con qué rehusáis dar me la explicación que tengo derecho a exigir de vos?.... decía : ¡ah! señor, si yo tuviera un hijo, quizás no os atreveríais a insultar me de ese modo....
— yo no os insulto, contestó con voz alterada; os digo únicamente que dejo libre a vuestra hija de la palabra que me ha dado, y que se la devuelvo porque después de haber examinado bien mis sentimientos, he conocido que no simpatizamos y que yo no podría hacer su felicidad....
— quiere decir que rehusáis claramente cumplir las promesas que le habéis hecho, y que después de haber la comprometido a los ojos de todo el pueblo, dais un paso que motivará mil suposiciones y comentarios ¿que podré responder cuando me pregunten la causa de haber se roto este matrimonio?.... ¿me creerán cuando diga que un hombre pérfido, infame, me pidió con mil reiteradas súplicas la mano de mi hija, para después despreciar la sin motivo y solamente por capricho? andad, señor; no os habéis detenido en cubrir de afrenta mis canas, pero os recompensará!....
permaneció un momento en silencio, y en seguida dijo con una emoción que se traslucía en su voz:
— ¿con qué nos hemos de separar de este modo?.... ¡ah! si yo pudiera decir os!.... pero por el mismo bien de aquella desgraciada, es imposible que me justifique!....
— ¿y os atrevéis a hablar de justificación? hacéis bien; añadid insulto sobre insulto; soy un anciano y podéis ofender me impunemente....
— ¡el cielo sabe cuanto me cuesta dejar os en esa creencia; pero es preciso someter nos a la suerte! adiós, pues, señor, es probable que no nos volveremos a ver, pero mientras viva, vivirá conmigo el agradecimiento que os debo por todas la atenciones que me habéis prodigado. a el despedir me de vos, os ruego que no maldigais mi memoria, porque creed me, soy muy desgraciado!..
el tono con que fueron pronunciadas estas palabras hizo profunda impresión en
. se adelantó hacia el joven y le dijo con más suavidad.
— , en esto se oculta algún misterio; es imposible que seáis uno de esos hombres que se complacen enjugar con el honor de las familias; por segunda vez, os lo repito, ¿no tenéis ninguna explicación que dar me?....
— ¡oh! sí! haced, , lo que mi padre os pide; haced lo por ! exclamó con voz interrumpida por los sollozos entrando en el aposento.
las facciones de se contrajeron dolorosamente a el ver entrar a la doncella, mientras que sus labios dejaron escapar una sonrisa amarga, despreciativa, que penetró como un puñal acerado hasta el corazón de la infeliz. volviendo se entonces otra vez hacia , le dijo con resolución: — adiós, señor; no debo ni puedo dar os explicación alguna; tratemos de olvidar mutuamente que nos hemos conocido, y ¡ojala que hubiera sido así, porque muchos pesares nos hubiéramos ahorrado!....
— marchad en buena hora, contestó el anciano con indignación; y en cuanto a ese olvido que deseáis, es imposible que ni vos ni nosotros lo logremos, porque el remordimiento que os atormentará sin cesar nos recordará a vuestra memoria, y la desgracia de mi hija, que habéis ocasionado, no dejará perecer la vuestra entre nosotros....
no le respondió; se pintó en su rostro un abatimiento doloroso y arrojando un profundo suspiro, se encaminó lentamente hacia la puerta....
que había permanecido hasta entonces inmóvil como una estatua, no pudiendo dar crédito a lo que veía y oía, se lanzó delante de él y cerrando le el paso, dijo con acento tan lastimero que hizo estremecer a el joven a pesar suyo:
— ¡ , ! es imposible que nos dejéis así!.... ¿en qué os he ofendido yo, para que tratéis de dar me la muerte?.... ¡oh! si supiéseis lo que he sufrido desde ayer a el ver que no volvíais!.... supieseis cuanto he llorado!.... ¿por que os complacéis en hacer me padecer tan cruelmente? ¡decíais que me amabais tanto!....
— ¡os amaba, desgraciada, os amaba! contestó el joven adelantando se hacia ella y cogiendo le una mano que estrechó con fuerza; os amaba y.... ¿por qué ocultar lo? os amo aun!.... ¡ah! mujer infeliz! vos no habéis comprendido lo que vale el corazón que os consagraba, y le habéis destrozado sin piedad, os habéis burlado de mis sentimientos, de mis supersticiones que debíais mirar como sagradas, y habéis destruido para siempre la felicidad de mi vida..., ¡dios quiera que no os arrepintáis algún día....
— ¿qué dice, mío, qué dice? exclamó asombrada y sin comprender lo que oía.
— ¡ah! como creer que bajo la apariencia de el candor y de la virtud se ocultaba la impudencia de el vicio! continuó el joven golpeando se la frente. ¿cómo sospechar que la cándida azucena ocultaba en el interior de su corola el gusano asqueroso e inmundo que debía marchitar su lozanía?....
— ¡como, señor, ¿qué os atrevéis a decir? respondió cubierto el rostro con el rubor de la inocencia ofendida; conozco que me han calumniado indignamente y que habéis dado entero crédito a las palabras de un impostor que debierais haber despreciado.... , vuestra credulidad es imperdonable....
— ¿queréis engañar me otra vez, señora? repuso sintiendo renacer su cólera momentáneamente adormecida con las lágrimas de ; ¿quién es ese impostor de que habíais?....
— .
— ¿le amáis, y os atrevéis a llamar le impostor? ¿que nombre daréis entonces a el infeliz de quien habéis hecho burla y escarnio?
— yo no os comprendo, exclamó con exaltación; lo único que sé, es que vuestra fatal credulidad va a hacer nos víctimas a entrambos da las maquinaciones de un malvado...... ¡ah! , si quisieseis oír me!....
— no necesito oír nada, a mí me bastan las pruebas.... ¿conocéis esta sortija?.... le preguntó con voz terrible.
— ¡mi sortija, mi sortija! gritó que lo comprendió entonces todo ¡ah! ya lo veo; las apariencias están contra mí, y con un carácter como el vuestro, estoy perdida!...
— si, perdida para mi y sin remedio! repuso el joven con furor y extraviado por los celos; parto, huyo de vos para siempre sin perdonar os vuestra perfidia '....
y tomando su sombrero, salió de la habitación con precipitado paso; pero un ahogado gemido que llegó a sus oídos, le hizo volver la cabeza, y vio a en los brazos de su padre, pálida como un cadáver, con las manos juntas y los ojos clavados en la puerta por donde el joven había salido.
este doloroso espectáculo conmovió su corazón; volvió atrás y dijo con voz alterada.
— ¡desgraciada! yo te perdono: arrepiente te de tus extravíos y si ya estamos separados para siempre en este mundo, puede unir nos algún día en el otro!....
después salid con el corazón despedazado. cuando la doncella volvió en sí, preguntó a su padre:
— ¿ha partido ya, padre mío?....
— si, partió, respondió ; su credulidad y su obstinación en no oír te le hacen indigno de ti... trata de olvidar le....
— eso no será nunca, pero tranquilizad os, añadió con una triste sonrisa; trataré de vivir para ser el consuelo y el apoyo de vuestra vejez.... ¡ay! ¿me pertenece acaso mi vida?
¡oh! , que corazón has perdido!
salió de la habitación de sumergido en ese letargo doloroso que sucede casi siempre a las grandes desgracias. dirigió involuntariamente sus pasos a la gruta en cuyo lugar había pasado los momentos más felices de su vida y luego que hubo entrado en ella, viendo se solo, sin nadie que presenciase su debilidad, apoyó la cabeza en ambas manos y lloró amargamente en esta posición.
¡oh! ¿quien es aquel cuya existencia ha sido siempre tan dichosa que no ha experimentado durante algunos instantes un disgusto profundo de la vida, y que no ha lijado su pensamiento en la muerte como el término consolador de todas las penas que nos atormentan sobre la tierra?.... le sucedió a ; había soñado con una vida llena de ilusiones y de amor, la había visto hasta entonces a el través de el encantado prisma de la felicidad, no se hallaba preparado para la desdicha, y a el herir le esta con sus más terribles golpes, le encontró desprevenido y por consiguiente le hizo a el parecer más acerba la amarga copa de el dolor.
el joven recordó con tristeza que en el lugar en que se encontraba era donde había osado declarar a sus sentimientos recordó también el aparente rubor con que ella le escuchara, sus tímidas contestaciones, la intimidad deliciosa que se estableciera entre ellos y que le hiciera creer habían nacido para amar se y para caminar juntos por el sendero de la vida. había creído también que su mutuo amor convertiría a el mundo en un paraíso celeste, el cual abandonarían a un tiempo, porque no podrían sobrevivir se el uno a el otro.
después de estos recuerdos que consideraba entonces como delirios de su imaginación, arrojó una larga mirada hacia el porvenir que le esperaba, muerta ya su alma para todas las ilusiones, y devorado por un amor que le iría aniquilando con un fuego que no podría extinguir se jamás, mientras que permanecería tranquila y quizás sin remordimientos.
esta idea 1e causó un tormento indecible; los padecimientos físicos se unían a los morales, porque dotado de una constitución débil y de una alma fogosa e impresionable, como hemos dicho ya, esta última debía gastar y destruir la cubierta en que estaba encerrado, bastando aquellos dos días de continuas agitaciones y sufrimientos, para ocasionar un trastorno en todo su ser.
— ¡oh! dios mío! exclamó de improviso sumergido en el más profundo abatimiento ¡que desgraciado soy!....
en seguida, cediendo a un pensamiento repentino, añadió:
— quiero oiría por la última vez; quiero destruir en mi corazón las dudas que se suscitan a pesar mío y a el mismo tiempo, que no pueda ella decir nunca que la he condenado sin escuchar la.... ¡ valiendo se de el ascendiente que tiene sobre mí volverá a engañar me!.... importa; ¡ojalá durase todavía un error que constituía mi ventura! porque, ¿que son las dichas de este mundo sino engaños más o menos agradables que nos apresuramos a creer ciegamente?.... ¡ay! ya el sol se oculta tras aquellos arboles y dentro de dos horas debo marchar con mi regimiento.... a escribir a la pérfida que tal vez se burlará de mi debilidad, pero debo hacer lo por mi tranquilidad propia...
dicho esto, arrancó una hoja de su cartera, y trazó apresuradamente con lápiz las siguientes líneas:
“en la gruta os espero; si tenéis algo que decir en justificación vuestra, acudid pronto para que no podáis acusar me algún día de haber os juzgado sin oír os. si no venís, lo atribuiré a que reconocéis la perfidia de vuestra conducta y a que no encontráis nada que alegar en vuestra defensa.... ¡oh! ! ¿debo ocultar os que mi corazón se estremece, y que mi mano tiembla a el tiempo de escribir estas palabras cuyo resultado será quizás destruir la última y débil esperanza que aun me atrevo a concebir?” “ .”
el joven dobló prontamente este billete y cuando estaba pensando a quien se le entregaría, vio pasar a . creyó el incauto que algún ángel de el cielo se lo enviaba, y entregando le el papel, le rogó con las más vivas instancias lo llevase a su destino, lo que le prometió hacer a el momento.
le vio dirigir se a la habitación de , y le siguió con los ojos hasta que conoció que había entrado en la casa. entonces principiaron para el joven todos los tormentos de la incertidumbre que había sufrido la víspera aguardando le. si la doncella venía, era señal que esperaba justificar se o alusinarle a lo menos, lo que casi deseaba, y si por el contrario rehusaba la entrevista, se había roto irrevocablemente el postrero y frágil lazo que aun le unía a ella siendo preciso entonces dar le un eterno adiós!
permaneció en la puerta de la gruta con la cabeza estendida y con los ojos dilatados a fin de alcanzar a más lejos; un sudor frío bañaba su frente, y mientras una fiebre interior le comunicaba una energía facticia, sentía que sus rodillas se doblaban y se negaban a sostener le
— ¡oh! no viene, no viene!.... murmuraba con agonía; y desviando la vista por un momento de el sendero que conducía a la habitación de , la fijaba en el sol oculto ya enteramente tras los árboles.
— ¡que tarde es! continuó mirando su reloj; un cuarto de hora más, y tendré que partir sin ver la!.... ¡oh! porque no habrá venido la ingrata aun cuando se haya reconocido culpable a implorar mi perdón!.... lo hubiera concedido y hubiera partido más tranquilo!.... estoy loco, — continuó pasando se la mano por la frente; — yo mismo le he dicho que no venga si no le es posible justificar su abominable conducta y obedeciendo me, confiesa sus yerros y que nunca me ha amado!....
una lágrima brotó de los ojos de ; se apresuró a enjugar la porque le turbaba la vista, y permaneció todavía esperando sumergido en una ansiedad horrible, acusando unas veces a y disculpando la otras, golpeando el suelo con furor, sufriendo en fin un siglo de tormentos en aquellas dos horas que transcurrieron rápidamente sin que la doncella viniese. ¡ no le había dado el billete!
el sonido de los tambores y de las cornetas que tocaban una marcha, le anunció que era llegado el momento de partir. arrojó una mirada de despedida a aquel lugar que no creía volver a ver más, miró con tristeza los rosales que se había acostumbrado a contemplar todos los días, cogió una rosa que ocultó en su pecho, y encerrando en sí todos sus dolores, fue a colocar se a la cabeza de su destacamento con la frente pálida, pero a el parecer firme y sereno.
cuando pasó por debajo de la ventana de , alzó la cabeza y la vio cerrada, pero creyó distinguir detrás de las persianas una figura de mujer vestida de blanco. era ella en efecto que le vio partir sin verter una lágrima, porque había prometido a sus padres mostrar se tranquila; mas sus ojos secos y ardientes, rodeados de un oscuro círculo, sus labios y sus mejillas blancas como el marmol, daban a conocer que aquellos sollozos y aquellas lágrimas que devoraba, caían sobre su corazón aumentando el dolor que le oprimía.
los tambores y las cornetas tocaban una marcha guerrera que no dejaba de ser imponente; se prolongaban los sonidos por entre las rocas y a el repartir los los ecos, producían una armonía triste y salvaje que adquiría cierta suavidad agradable y melancólica, a medida que se iba perdiendo en la distancia.
vio desaparecer a el último de los soldados; oyó morir a lo lejos los marciales toques y experimentó entonces una opresión de corazón tan fuerte, un vacio tan horrible en su alma, que permaneció inmóvil y casi insensible. ¡ay! todo se había concluido para ella! de allí en adelante la esperaba una existencia monótona y desencantada, acibarada sin cesar por el recuerdo de el que tan fríamente la abandonaba!
un ruido que oyó en el aposento la sacó de el doloroso letargo en que había caído; alzó los ojos y vio a que permanecía de pie en el umbral de la puerta con los brazos cruzados.
apenas el mayordomo conoció que había llamado la atención de , se adelantó hacia ella y le entregó el billete de . le recorrió la doncella precipitadamente, alzó los ojos a el cielo como en acción de gracias, y dijo a estas solas palabras:
— acompaña me a la gruta.
se disponían ambos a salir, cuando entró en la habitación de su hija, y quiso saber a donde iba. esta pregunta contrarió a y a el mayordomo; a la primera, porque conoció que la presencia de su padre estorbaría la conversación que aquel a quien miraba todavía como su prometido esposo, quería tener a solas con ella, puesto que había aparentado partir con su regimiento para dirigir se después ocultamente a la gruta, y a el segundo, porque consideraba ya llegado el momento de ejecutar el plan que debía satisfacer su codicia y los sentimientos que le inspirara la belleza de . por eso aguardó que se alejase para entregar su billete a la doncella, esperando obligar la a seguir le de aquel modo, y hacer la caer después en el lazo que le había preparado.
fue pues preciso informar a de todo y los tres se dirigieron a la gruta. se separó de ellos antes de llegar a aquel lugar, mientras que y su padre siguieron su camino en silencio, la primera con el corazón palpitante a el pensar que iba a ver otra vez a el que creía haber perdido para siempre, y el anciano con la satisfacción natural que le causaba la esperanza de que la felicidad podía lucir aun para su hija.
el sol estaba próximo a su ocaso en el momento que entraron en la habitación de la peña; ¡pero cual fue el asombro de entrambos a el hallar la solitaria y desierta, y cuando solamente los ecos vecinos respondieron a la voz de que llamaba a !....
la desesperación comenzaba a apoderar se de la doncella a el hallar se tan cruelmente burlada, cuando se volvió a presentar diciendo:
— el joven os espera a algunos pasos de aquí, pero quiere hablar con la señorita únicamente.
— ya te sigo, , contestó volviendo a la vida; y vos, padre mío, esperad me aquí un momento; pronto estaré de vuelta....
— ¿cómo, hija mía? ¿irás sola?....
— me acompañará hasta el lugar donde está ; no temáis nada por mí, padre mío, no tardaré en volver....
y siguió a que se encaminó por un estrecho sendero que conducía hacia el extremo menos habitado de la aldea. confiada por el billete de en que este la aguardaba, no concibió la menor sospecha, ni reparó en que la noche se adelantaba apresuradamente distinguiendo se ya apenas los objetos. proseguía entretanto su camino por entre las rocas sin pronunciar una palabra, y pronto se encontraron lejos de la gruta. el cielo estaba cubierto de nubes y algunas aves nocturnas que solo salen de sus nidos cuando las tinieblas se extienden sobre la tierra, pasaban agitando sus alas y arrojando sus gritos fatídicos sobre la cabeza de .
esta tuvo miedo de repente.
— volvamos atrás, dijo sobre-cogida de un terror repentino; mi padre me espera con inquietud, y se habrá reunido con el?........
— está lejos de aquí, contestó con frialdad, y vuestro padre se verá precisado a esperar nos por largo tiempo........
— ¿qué queréis decir?.... exclamó sobrecogida de espanto.
— una cosa muy sencilla; que mientras vos os dirigíais a este lugar, se alejaba por el extremo opuesto, que no tenéis nadie que pueda socorrer os, y que me haréis el favor de montar en el caballo que os tengo preparado con el fin de que me acompañéis en un viaje que pienso hacer, y de el cual no volveréis sino siendo la legítima esposa de vuestro servidor ....
— ¡oh! dios mío! ¿es cierto lo que oigo?... gritó juntando las manos; pero no, no; ese es un plan demasiado infame, demasiado absurdo para que pueda verificar se.... es una chanza fuera de lugar!....
— ¡una chanza! repitió arrojando una horrible carcajada; mirad me bien ¿mi rostro os dice que me chanceo?....
fijó sus ojos en el y vio la misma cabeza enorme coronada de rojizos cabellos que había creído distinguir delante de su tocador la víspera de el día en que principiaron todas sus desdichas, descubriendo a el mismo tiempo los ojos hundidos y centellantes que tanto la habían atemorizado.
— ¡la visión de mi sueño! dijo en voz baja la infeliz. ¡el tenga compasión de mí, porque solo de él espero socorro!....
— vamos, continuó . haced lo que os digo y pronto, porque estamos perdiendo un tiempo precioso; montad en ese caballo y dejad os de súplicas y lamentos que de nada han de servir os.
— ¿pero que os he hecho yo, mío, para que hayáis tramado contra mí tan infernal proyecto? exclamó sollozando. ¡ah! no puedo creer que le llevéis a cabo!..
— bien veo que mi plan no es de vuestro gusto, respondió el con una sonrisa sardónica; pero bueno o malo, es preciso que os resignéis a seguir le.... que me he burlado completamente de el loco de y de el llorón ... ¡ah! la astucia es lo que prevalece en este mundo, sobre todo, si está ayudada de la perseverancia.... la noche se aproxima y es preciso que nos pongamos en marcha; vamos, montad....!
la frialdad con que fueron pronunciadas estas palabras heló de espanto a a el mismo tiempo que le dio a conocer no debía esforzar se en enternecer el empedernido corazón de aquel hombre, porque todo seria en vano. así es que miró con desesperación en torno suyo para ver si podía esperar humano socorro, pero ¡ay! sólo vio a su alrededor áridos y negruzcos peñascos que parecían amenazar la con sus frentes ceñudas, y no oyó sino los lúgubres gritos de algunas aves de malagüero que se mezclaban con los silbidos de el viento.
entonces trató de prolongar la conversación para dar lugar a que su padre se inquietase por su ausencia y viniese en busca suya. bien frágil era esta esperanza a la verdad, pero era la única que le restaba. ademas, conocía la codicia de aquel hombre y trató de vencer le con sus ofrecimientos.
— , le dijo aparentando una firmeza que su voz trémula desmentía; me es imposible creer que todo principio de honor se haya extinguido enteramente en vuestro pecho; volved me a mi padre, a mi familia, y os prometo por lo más sagrado que ignorarán siempre lo que ha pasado aquí, a el mismo tiempo que yo trataré de olvidar lo también. por otra parte, si la sed de el oro es lo que motiva vuestro proyecto, yo os entregaré una suma que os compensara con usura el haber abandonado una empresa de la cual no sacaríais provecho alguno, porque todas vuestras amenazas no podran reducir me jamás a semejante........
— , dijo concluyendo tranquilamente la frase que no se atreviera a pronunciar; pero así como vos me habéis hecho ver las dificultades de mi empresa, yo quiero demostrar os a mi turno que vuestra reputación, de la que se habla ya bastante por los continuos y nocturnos paseos de , y por la precipitada retirada de el que iba a ser vuestro esposo, acabará de perder se enteramente cuando sepan que os habéis escapado con el mayordomo de vuestro padre. en vano protestareis vuestra inocencia; el mundo se guia por las apariencias nada más, y no se toma el trabaja de profundizar las cosas para juzgar de ellas. en cuanto a la gruesa suma que me ofrecéis, — continuó con un descaro que dio a conocer a la doncella toda la vileza de su carácter — tal vez luego no os parecería conveniente cumplir lo prometido, y si es verdad que ahora me espongo a no obtener nada, vislumbro sin embargo a lo lejos la esperanza de ser algún día dueño de las posesiones de vuestro padre. con el tiempo todo se consigue; vuestro corazón se ablandará a el fin cuando veáis que pasan los años, y que no podéis salir de el encierro que tengo preparado para recibir os en él, como una preciosa joya que me pertenecerá..... amor tanto como la codicia me guian en esta empresa, hermosa ; sois bella y os amo!........
— ¡villano, infame! exclamó la doncella indignada; ¿como os atrevéis a usar conmigo de semejante lenguaje?.... ¿como osáis siquiera alzar los ojos para mirar me?.... sois un miserable y os desprecio demasiado para que me digne responder os!....
— ¡ah! ¿con que me despreciáis? ¿con que soy un miserable, un villano?.... ahora vais a obedecer a este miserable; seguid me inmediatamente!....
— ¡nunca! ¿lo oís?.... ¡nunca! gritó con una exaltación febril echando a huir rápidamente por el sendero que conducía a la gruta, mientras que la seguía blasfemando logrando alcanzar la muy pronto.
— ¿pensabais escapar os?.... ¡desgraciada! nada puede libertar os de mi poder; no esperéis auxilio de los hombres, y no hace ya milagros como en otro tiempo...
— ¡blasfemo! no profanes el nombre de pronunciando le con tus impuros labios.....
— concluyamos de una vez, dijo agarrando la con fuerza por un brazo; venid!......
— no me toques, miserable, exclamó retrocediendo. ¡dios mío! ¿no hay quien me socorra?.... ¿no hay quien acuda a mis voces?....
y la doncella arrojó penetrantes gritos que los vecinos ecos repitieron a el mismo tiempo que se esforzaba en tapar le la boca con un pañuelo. era una horrible lucha aquella, en que un ser tan indefenso y débil se defendía contra la fuerza brutal y las feroces pasiones de un malvado.
— ¿con que no quieres seguir me? decía ciego de cólera, y rodeando con su pañuelo la cabeza de la doncella hasta privar la casi de la respiración. ¡insensata! ¿de qué te sirven tus esfuerzos?....
— ¡me ahogáis! exclamó con una voz que apenas se oía ¡tened compasión de mí!....
aflojó un poco el pañuelo, e lanzó de nuevo un agudo grito llamando diferentes veces en su auxilio.
entonces una débil voz pareció contestar desde lejos, y pronto se oyó gritar distintamente: — ¡ , hija mía! ¿donde estás?
fuera de sí hasta la locura, apretó el pañuelo en la boca de la doncella y la arrastró hacia donde estaba el caballo; pero la voz de se oía ya muy cerca y el mayordomo sacando una pistola que llevaba consigo, dijo con una expresión que hizo desear a que su padre se hallara muy distante de allí.
— ¡que venga, aquí tengo con que recibir le!........
el ruido causado por las herraduras de un caballo se oyó en el mismo instante, y la luna que se mostró majestuosamente en el horizonte, alumbró distintamente con su resplandor argentino a que se precipitó hacia donde estaba su hija y a un hombre alto envuelto en una capa que llegó montado en un fogoso corcel por el lado opuesto.
rechinó los dientes de rabia y alzando su pistola, cuyo cañón brillaba a la luz de el astro de la noche, se colocó delante de que había caído de rodillas a el ver a su padre.
el recién-llegado no se movió de el lugar en que se hallaba, pero sacando un arma igual a la de el mayordomo, gritó con un acento sombrío que hizo correr un helado estremecimiento por los miembros de :
— ¡ , aquí estoy yo!.... he descubierto tu traición y tiembla!....
— ¡es él! exclamó dolorosamente ocultando la cabeza entre sus manos.
— ¡sí, maldición! ¡es él! repitió — y más rápido que el pensamiento, tiró un pistoletazo a el de a caballo.
el tiro no partió, pero el desconocido había visto su movimiento; se adelantó hacia el mayordomo que permanecía inmóvil con el arma en la mano como el desgraciado a quien fascina una monstruosa serpiente, y extendiendo el brazo, dirigió la suya casi a boca de jarro contra él.
— ¡oh! no disparéis por ! gritó horrorizada; ¡perdonad le, perdonad le! tened compasión de ese infeliz!....
el recién-llegado fijó sus ojos en la doncella que permanecía arrodillada con las manos juntas, mientras que sus negros cabellos estendidos sobre sus blancos vestidos y sus rasgados ojos alzados a el cielo, le daban el aspecto de una celestial visión llorando los extravíos y miserias de la humanidad.
— ¡ , misericordia! repitió aquel hombre sin desviar la pistola de ¿qué significan esas vanas palabras?.... ingratitud, perfidia, como recompensa para el que las ha creído y puesto en practica; joven, cree me; el hacer un favor a un hombre, o perdonar a un enemigo, es calentar una víbora en nuestro seno la cual tarde o temprano acabará por morder nos con sus empozoñados dientes.... así, haz como yo; cuando tengas a el reptil bajo tus pies, aplasta le para que no pueda hacer te daño!
una fuerte detonación se siguió a estas últimas palabras.... oyó un gemido sordo seguido de ayes roncos e inarticulados, y después de haber vacilado un instante, cayó salpicando con su negra sangre los vestidos de .
se herizaron de horror los cabellos de la doncella; ya no se acordaba de que aquel hombre la había ofendido; le veía desgraciado, moribundo, y esto bastaba para borrar de su memoria sus anteriores yerros. ¡sublime y divino perdón! ¡que digno de lástima es el hombre que desconoce tus puros goces, y que extraviado por engañosos sofismas duda de ti, lo mismo que de otras virtudes dignas hermanas tuyas!....
— ¡asesino! exclamó con acento imponente dirigiendo se a a quien habrán ya reconocido mis lectores. ¡dios tenga más misericordia contigo que la que has tenido tú con este desgraciado!....
— ¡yo te lo había dicho, ! replicó aquel hombre implacable con acento sombrío; yo te había dicho que no sé perdonar y que todo el que osase aproximar se a ti, caería bajo los ímpetus de mi furor!.... , ese miserable es un traidor que nos vendía a entrambos....
y después de un momento de silencio, añadió con más suavidad:
— ¡ah! ¡si tú me hubieses amado! ¿pero debo acusar te acaso?.... tu destino era rechazar me y el mío correr tras la venganza como el único placer de que puedo disfrutar, ya que me están vedados los demás!.... estrella que presidió mi nacimiento brillaba sin duda como un sangriento meteoro precursor de calamidades, y forzoso me es caminar por el sendero que ella me ha trazado.... ¡adiós, ! había jurado que no serías de otro y lo he cumplido; he jurado también perseguir de muerte a el hombre a quien amases y voy a cumplir lo de el mismo modo.....
y embozando se en su capa, se alejó semejante a el genio de las tinieblas y de el mal, con toda la velocidad de que era capaz su caballo cuyos recios cascos despedían chispas a el chocar contra los pedernales de el camino.
— ¡malvado! dijo cayendo en un abatimiento doloroso después de tantas agitaciones, pretende excusar la ferocidad de sus pasiones con las leyes de el destino!.... ¡ay de mí! y mientras tanto, causará impunemente la desgracia de y la mía!...
el ruido de muchas voces que se aproximaban no pudo sacar la de el profundo estupor que se apoderó de ella; vio a el resplandor de multitud de hachones una porción de gente que se adelantaba hacia ellos, y permaneció, sin embargo, sentada en el suelo con los brazos cruzados sobre sus rodillas, y la cabeza reclinada entre sus manos. ¿qué le importaba saber quienes eran, ni a que venían aquellos hombres?.... letargo que paralizaba momentáneamente sus facultades, no le dejaba la libertad de pensar ni de discurrir; conocía únicamente que era muy desgraciada, que su desventura no tenía remedio, y nada más.
¡oh! decid; ¿no es verdad que cuando las desgracias se agolpan a la vez sobre un solo individuo, cae este en una especie de anonadamiento interrumpido de lucidos intervalos en los cuales se despiertan sus padecimientos más terribles que nunca, a semejanza de el enfermo a quien se suministra una dosis de opio, que lanza gritos en medio de su sueño, porque sufre aunque no tiene conocimiento de ello?....
lo mismo le sucedía a la infeliz ; permanecía inmóvil mirando lo todo con indiferencia, sin oír el ronco estertor de que agonizaba a su lado revolcando se con las últimas agonías de la muerte, ni los gritos de la multitud que preguntaba la causa de la detonación que acababa de sentir se, y la de hallar se allí aquel hombre herido y moribundo.
tampoco oyó la explicación de , ni las imprecaciones que lanzaron todos sobre el mayordomo, a las cuales se mezclaron los postreros suspiros de este, volando su alma poco después a recibir el castigo de su impiedad y de sus maldades.... ¡tal es siempre el fin de el perverso!....
absorta en su propia desgracia, no sentía los esfuerzos que hacía su angustiado padre para sacar la de aquel lugar. le miraba con ojos extraviados, ocultaba la cabeza entre sus rodillas, y murmuraba:
—! yo no puedo resistir más!.... ¡oh! morir, morir!....
el cielo tuvo compasión de ella y calmó momentáneamente sus dolores; un estremecimiento glacial recorrió todos sus miembros; se inclinó con lentitud lo mismo que una rosa marchita que se deshoja poco a poco, y cayó insensible y helada junto a el cadáver de ........
los tiernos cuidados de sus padres restituyeron la vida a quien se levantó de el lecho de el dolor en que permaneciera algún tiempo resuelta a encerrar todos sus sufrimiento en su corazón, y a vivir para ser el consuelo de aquellos a quienes debía la existencia.
— ¡dios mío! decía cuando se hallaba denoche en la soledad de su aposento, ¡cuan amarga es la copa que me has destinado en este mundo!.... ¡da me las fuerzas necesarias para agotar la hasta las heces, e inspira me la resignación que me es precisa para ocultar mis sufrimientos a los dos únicos seres cuyo amor hacia mí no puede debilitar la calumnia ni los fatales eventos que destruyen los demás!....
después abría la ventana, se sentaba en ella como en más felices tiempos, apoyaba la frente en una mano llena de melancolía, y sus pensamientos volaban a pesar suyo hacia el que con tanta ingratitud la había abandonado.
— ¿qué hará él a estas horas? ¿en qué pensará? murmuraba involuntariamente ¡ay! quizás a el lado de otra olvida de el todo a la infeliz , y mientras yo busco la soledad para derramar lágrimas, se divierte él en el bullicio de los festines, o se agita en el tumultuoso torbellino de el baile.... ¡amargos pensamientos, huid lejos de mí!....
otra inquietud vino algún tiempo después a aumentar los padecimientos de la doncella; la salud de se alteró visiblemente, y pronto ocasionó vivas alarmas a su familia. los médicos le prescribieron largos paseos, y apoyado en el brazo de , se dirigía el anciano todas las tardes a la gruta ¡pero que diferencia de como lo hacían ambos algunos meses antes! el vivo y ligero paso de la joven se había vuelto lento y grave, una seriedad melancólica cubría su semblante en otro tiempo tan alegre y movible, y hasta el mismo , antes tan placentero y afable, se arrastraba sombrío y taciturno a su lado, porque el presentimiento de un próximo fin inquieta hasta aquel cuya vida ha sido honrada y justa.
apenas llegaban a la gruta, sentaba a su padre cuidadosamente en el asiento que acostumbraba ocupar y en el cual solía dormir se de resultas de la fatiga que le ocacionaba el paseo. entonces, la doncella miraba con dolor el rostro de el anciano desfigurado por los estragos de la enfermedad; contemplaba su sueño agitado e interrumpido, besaba ahogada por las lágrimas sus encanecidos cabellos, y lloraba silenciosamente a su lado atormentada por la horrible idea de que pronto quizás aquel corazón todo bondad y ternura para ella, cesaría de palpitar, y de que aquellas facciones respetables desaparecerían para siempre a sus miradas.
¡oh! qué lejos estaba de en semejantes momentos el recuerdo de el amante que había perdido! el afecto filial absorbía todas las facultadas de su alma, y no se hubiera permitido a si misma el menor pensamiento que diese diferente dirección, ni por un leve instante, a su santa y piadosa tristeza.
muchas veces el anciano abría repentinamente los ojos y sorprendía a su hija con las manos juntas y el rostro bañado en lágrimas. los blancos párpados de se humedecían también entonces, porque penetraba demasiado la causa de su dolor, y estrechando le tiernamente la mano, murmuraba con voz débil:
— ¡ , mía!....
de este modo se pasaron algunos meses; la enfermedad de se agravó cada vez más, y pronto no le fue ya posible dejar su lecho. con una resignación admirable soportaba el anciano sus padecimientos, y si parecía dejar con sentimiento la vida, era a causa de las dos personas que debían llorar le sin cesaren el mundo.
se aproximaba el invierno y con él el término de la existencia de el padre de ; el helado viento de el norte que despojaría a los árboles de sus hojas y verdura, debía extinguir a el mismo tiempo el aliento vital que animaba aun aquel cuerpo tan debilitado, sirviendo le de funeraria losa la nieve que debía cubrir la tierra.
el primer día de el año amaneció triste y sombrío; el sol no había podido romper el espeso velo de vapores que le ocultaban; el viento de el norte silbaba tumultuosamente por entre las ramas de los antiguos árboles de la aldea, y los últimos restos de el marchito follaje volaban formando fantásticos círculos, o se precipitaban en alas de el cierzo que los arrebataba de las secas ramas con impetuosa violencia.
sintió que su corazón se oprimía a vista de el lúgubre aspecto de la naturaleza; el año que principiaba se anunciaba para ella bajo los más fúnebres auspicios, y de el mismo modo que desaparecían las amarillas hojas de los árboles, le pareció que se desvanecían sus últimas y débiles esperanzas.
su padre dormía, pero una horrible palidez desfiguraba su semblante que conservaba, por lo demás, su expresión de bondad acostumbrada. un presentimiento que la hizo estremecer, agitó el alma de la doncella; cayó de rodillas junto a el lecho de el moribundo, y murmuró inclinando su marchita frente sobre el borde:
— ¡dios mío! ¡tened misericordia de nosotros!........