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la primavera prematura de viste los árboles, las rosas, los prados y las montañas, cuando todavía el hielo ciñe las sienes de el . las , este rendez-vous de la elegante sociedad de , que tienen a su izquierda las turbias y correntosas aguas de el , y a su derecha, las mágicas vistas de , de y de cien pueblos rivales en poesía y en belleza; ostentaban ya su verde alfombra de trébol, y los árboles sacudiendo el manto de la estación moribunda, se mostraban alegres y risueños como el niño que sale a respirar el ambiente de los campos después de un año de colegio.
el desterrado en todas partes está solo, y vagaba solitario a la sombra de los árboles seculares, pensando en los inciertos destinos de su patria querida, en las tristes amarguras de su vida y en ese mundo que se ofrecía a sus ojos, frío, indiferente y egoísta. su excelente caballo de , educado a los hábitos americanos y dócil a la voz como el perro de caza, batía la tierra, respiraba altanero la brisa perfumada y parecía pedir, con su mirada eléctrica, un poco de ejercicio y un poco de soltura, a la manera de los potros salvajes. la enfermedad de patria se había apoderado de el alma de el caballero, y con la voz airada le ordenó se esperase tranquilo: el animal pareció resignar se a el humor melancólico de su señor, y éste seguía su camino tristemente: un grito de terror hirió sus oídos, y el ruido de veinte caballos, lanzados a la carrera, le hizo volver los ojos. un elegante cupé, cuyos briosos caballos se habían desbocado, corría a precipitar se en el , o a estrellar se contra alguno de los mojones de piedra de los que dividen las calles, para los de a pie y para los carruajes. el cochero había sido lanzado de su asiento, y los caballos aterrorizados por el grito de los que les perseguían precipitaban doblemente la velocidad de la carrera. ver y lanzar se sobre el soberbio animal fue obra de un instante, y como si la hubiese dado inteligencia a el bello potro, conoció que era necesario sobrepujar a los caballos desbocados en ligereza y en vigor.
había visto allá en los campos en que vino a el mundo cómo se arranca el freno de los dientes a el animal que le ha mordido para no obedecer a el brazo de el jinete, y acercando se con toda la rapidez de la carrera a el caballo de la derecha, y ahogando le con el freno, el animal perdió el equilibrio, y disminuyó su furia a el menos de un tercio. viendo que él cedía, le tranquilizaba con la voz, sin separar se de su lado; su caballo, que se sentía despedazar por la espuela, daba saltos salvajes que él podía apenas soportar; pero le calmó con la voz, y pudo a el fin de una lucha furiosa sujetar a los caballos desbocados.
los que perseguían a el carruaje se habían acercado, y el extranjero, desconocido de todos, pero dueño de la posición, preguntó a el primero que se acercó:
— ¿hay gente dentro?... . la puerta; estos caballos ya no pueden servir.
entonces los que perseguían a el carruaje descendieron y abrieron la puerta. un niño de cuatro o cinco años se arrojó a el cuello de el primero que se presentó, pálido, lloroso, aterrado. una señora descendió por sí sola, y tomando a el niño por la mano vino hacia el extranjero, y puesta de rodillas le dijo:
— caballero, es . un hombre de corazón, y le soy deudora de la vida de mi hijo.
— señora, contestó el joven quitando se el sombrero; feliz mil veces si he podido ser útil a . — ignoraba que . fuese y ahora agradezco doblemente a el cielo de haber me colocado en su camino, y en circunstancias en que le era necesario... no suba . a su coche; esos caballos están asustados...
— ¡oh! no, me guarde;... si quisiese . acordar me su compañía... mi esposo se lo agradecería por mí, por él y por su ...
ocho o diez jinetes habían descendido de sus bellísimos corceles y rodeaban a el extranjero llenos de ese entusiasmo estúpido que no va bien sino a los incapaces de hacer algo que salga de la vulgaridad. ¡qué abnegación! ¡qué fuerza de voluntad! decían los unos. — ¿y si el caballo de el carruaje, decía otro, le hubiese desmontado cuando le tomó por el freno? el señor era muerto.
a el oír esa sentencia terrible, sintió temblar el brazo de la dama, por una ligerísima presión.
— señores, les dijo a el fin; . exageran demasiado el mérito de una obra que cualquier indiferente habría ejecutado en mi lugar; mi caballo es más acreedor que yo a esos elogios, pues me ha dado la ocasión de servir a la señora y a su hijo.
entre las mil palabras triviales que no se economizan en casos semejantes, y en medio ya de la sonrisa de la alegría por la felicidad de el suceso, se habían acercado a la .
la música militar de uno de los batallones austriacos, tocaba el preciado vals de , el a . ¡qué contraste, se decía a sí mismo ! tengo a mi brazo una mujer que aún tiembla, porque la muerte ha tocado su frente con sus alas de hielo, y aquí se ríe, se vive en otro mundo, cada uno para sí y nadie para los otros.
— yo abuso acaso de su bondad de ., le dijo la dama; porque le privo de sus paseos y de la sociedad de sus amigos.
— ¡oh! señora; mi paseo era bien triste, dijo el joven; yo soy solo en , sin amigos que amen lo que yo amo, y tal vez soy yo quien deba a . un pesar menos... permita me . conducir la...
— es . muy bueno, señor... pero me acompañará . a pie.
— sin duda; este ejercicio convendrá a su salud. ahora trate . de olvidar todo lo pasado.
— ¿todo?
— sí, todo.
— imposible.
los que les seguían, viendo les atravesar rápidamente por medio de el gentío sin dar muestras de detener se, principiaron a abandonar les y a dispersar se. la pareja tomó el camino que sigue a seis varas de el , y que conduce a el magnífico puente de suspendido. a doscientos pasos se encontraron solos, la dama, el joven y el niño que le daba la mano. el caballo guardaba la espalda, y seguía tranquilamente a su amo.
— ¿cuánto le debo a .? dijo la señora; ¡y no sabía . que hubiese gente dentro de el coche y que dos existencias iban a concluir! ¡oh! . no es de este país, ni de ninguno de la .
— yo habría hecho otro tanto, señora, por salvar a mi enemigo, si conociese a un enemigo, dijo ; pero si hubiese previsto que era ., tal vez no habría podido ser le útil, porque habría temblado, me habría precipitado, y en este momento todos reposaríamos en la eternidad... no soy europeo, en efecto, sino de un país desconocido, salvaje, pero donde los hombres nacen y mueren con el corazón que les da, y ese corazón está en armonía con la belleza de mi cielo natal, con la eterna primavera de mis lindas praderas y con ese aire que se diría el aliento de las vírgenes... tampoco me parece . florentina: sus ojos y su tez me descubren a la criatura de el norte. ¡oh! el norte tiene criaturas que le son propias.
— no se ha engañado .; soy inglesa. me llamo , y soy la esposa de lord . hemos venido a pasar seis meses en , y en mayo pensamos regresar a . ahora a mi vez desearía saber el nombre de .
— ¡mi nombre! ¿quiere . mi nombre? ¿a qué decir se lo? desconocido en este mundo, mañana partiré sin que nadie me recuerde, a la manera de los pájaros que atraviesan los aires sin trazar su camino. una sola criatura me ama y me sirve de amigo; ya la conoce ., es mi caballo. hace cuatro meses que vivimos en amistad, y me ha tomado tanto cariño que me obedece y me sigue contento. ya sabe . si es valiente, si es digno de que yo le ame también... hoy más que ayer.
— procuraremos reemplazar esa amistad, dijo la dama. mi esposo es un hombre de nobles y altos sentimientos; él sabrá agradecer el servicio de haber le salvado a su hijo, que es toda su familia, su dicha, todo su mundo. es joven como ., señor, y estoy cierta de que simpatizarán, y que de hoy en adelante podrá . contar con un amigo más, pero con un amigo sincero, invariable. ¡¡ !! se arrojará a los pies de . cuando sepa lo que . ha hecho por su hijo. y luego ¿me juzga . tan estéril de corazón que no pueda demostrar en la vida ni siquiera la gratitud que debo a el que salvó la existencia de mi hijo? por mí, no sé; pero me parece que ya he cumplido con mis deberes de mujer, y que todo momento es bueno para ir a la presencia de .
había en el acento de esta mujer una melancolía que afectaba el corazón; su voz penetraba en el pecho como una voz fatídica, y callaba y sufría dentro de sí mismo. un pronóstico siniestro le decía a el oído: «esa que tú has salvado, que era el ángel de tus dulces delirios, no es una criatura feliz, no es una mujer que ama de corazón; cuando hace el retrato de su marido, cuando te lo diviniza y te ofrece su amistad, como digno de ti, te miente; lo ennoblece porque ella es noble, y querría que todo lo que la rodea fuese santo y puro como su alma. huye la.»
entretanto habían atravesado el puente de , y se hallaban a la puerta de uno de esos antiguos y soberbios palacios florentinos que exhalan aún el aire altanero de los tiempos .
— , dijo , hablando a su hijito, corre a prevenir a papá que le esperamos un amigo y yo.
la sangre de se sublevó a el nombre de amigo, y oprimiendo con bastante violencia el brazo de la dama, la dijo:
— yo no puedo ser amigo de su marido de ., señora. a nadie he engañado en este mundo, y . no querrá obligar me a mentir... yo no puedo ser amigo de su marido de .
— tranquilice se ., señor.
este diálogo extraordinario fue interrumpido por la presencia de un hombre de cuarenta años, corpulento, alto de talle y ojos de estatua, que con de la mano parecía escuchar lo que el niño le contaba.
se apercibió desde luego que el era una de aquellas creaciones muertas, que viven, viajan, comen y duermen sin haber se dado cuenta nunca de las obligaciones sociales de el hombre.
— yo sabía, dijo el lord, después de el saludo de costumbre, que esos caballos concluirían por hacer de las suyas... le agradezco a ., caballero, y me complazco en ofrecer a . mi amistad, la amistad de un par de y mi casa. ahora entremos; su cubierto se encontrará siempre en mi mesa. ¿y ese bellísimo animal que está ahí solo?
había olvidado su caballo: las emociones de ese día se habían sucedido tan rápidamente que su compañero habitual había sido abandonado.
volvió la cabeza y llamole a su lado. vino como el perro a extender su cuello para ser acariciado, y entonces con su finísimo pañuelo le enjugó el rostro y los ojos.
— ahora subamos, dijo ella.
— ¿me permitirán . una impolítica? deseo retirar me porque estoy deshecho; mi pobre cuerpo no es fuerte ya; otro día, otra ocasión...
— ¡oh! no, dijo ; es un servicio más que no me negará ... entremos, entremos; y tomando el brazo de el joven, no le permitió replicar ni una palabra.
no es de el caso describir la morada transitoria de , ni la severidad de un viejo palacio florentino. ese lujo de artes y de arquitectura que no afecta a los ojos vulgares, se hallaba derramado en profusión, y un sentimiento de respeto y de reserva se apoderaba de el que le visitaba por primera vez.
algunos bajos relieves de el adornaban los chapiteles de el salón, mientras que las pinturas de , de , cubrían las paredes tapizadas de el rico terciopelo de fábrica florentina.
en la mesa quiso saber el los detalles de el suceso, y dirigiendo se a le dijo:
— suplico a . me refiera los detalles de ese accidente.
— ¡oh! son bien sencillos: los caballos de el carruaje se desbocaron, arrojaron a el cochero de su asiento, y yo tuve la fortuna de detener los...
— es . bien lacónico en su narración, dijo .
entonces tomó ella la palabra, y con el fuego de una mujer entusiasmada, y como si hablase de el héroe de su alma, hizo el retrato de sus riesgos, de los de su salvador y de la modestia infantil que demostraba.
el marido no parecía dar atención a lo que decía, y el extranjero rectificaba dentro de sí sus sospechas anteriores.
— su caballo debe ser de raza inglesa o árabe, dijo el .
— lo ignoro: yo lo he comprado como a simple caballo de maresmas, y por poco dinero.
— en valdría doscientas libras.
— yo no lo daría por mil.
— tengo una yegua, , que no la daría por ningún dinero: ¡qué noble y magnífico animal! ha salido victorioso en tres carreras, tres años consecutivos, y conservo sus coronas con orgullo... han sido tres buenos días de mi vida.
la comida había concluido, y el , queriendo seguir las habitudes tradicionales de sus padres, invitó a el huésped a acompañar le en el madera. éste excuso se cuanto pudo y concluyó con esta frase: «milord; yo no soy de un país en que las razas de los hombres sean distintas, y pienso ser igual a todo el género humano, la casualidad o méritos que yo ignoro, me han arrastrado muchas veces a la sociedad que en se llama de grandes, duques o marqueses. nunca he podido dominar mi naturaleza independiente y caprichosa; si tolera . mi relación, le ruego no se fije en mis mil defectos de sociedad.» a el decir estas palabras, levanto se de la mesa y hizo otro tanto.
, que espiaba probablemente lo que se pasaba entre los dos hombres, vino hacia con sus ojos tan dulces, y le suplicó le dijese su nombre y la dirección de su casa.
— yo me llamo , señora, y mi morada es el .
, que se había colocado a el lado de y jugueteaba con los dedos de su mano, le dijo en mal francés: «bese me ., amigo mío.» le alzó hasta su rostro, le apretó contra su pecho y le besó muchas veces la cara y la cabeza.
— pide le, dijo , que vuelva mañana a comer contigo.
— sí, con él, sí, pero en mi casa, en el cuarto de el viajero sin títulos.
— sea; dijo ella, pero a condición que . vendrá a buscar lo.
— sí, mi querido, dijo el niño, y me llevará . a las .
— queda convenido. a las tres y media de la tarde vendré a tomar a , comeremos juntos en mi casa, y luego iremos a las , dijo el viajero y retiro se de la casa de .
era la primera mujer que había impresionado el alma de nuestro amigo en ; su tipo delicado, aéreo, en medio de esas criaturas que la produce, llenas de fuego en la mirada, en los movimientos, en toda la persona, la ofrecía a los ojos de el viajero más bella, más pura que todas las que ostentaban ese lujo de formas picantes, voluptuosas. amiga de los paseos solitarios, se habían encontrado cien veces bajo de los árboles melancólicos de las , en el laberinto de , sobre las alturas históricas de , y dado se una mirada recíproca que siempre tenía el carácter de un adiós eterno. en vano había procurado averiguar su nombre y su condición; un misterio impenetrable rodeaba a esa mujer, y sentía nacer en su pecho una de aquellas pasiones que ya creía apagadas para siempre. la veía en el y sentía que su corazón lloraba a los acentos de la interpretada por la , y él sufría con ella. una cadena magnética le arrastraba a pesar suyo, que en vano procuraba quebrar; un afán incesante atormentaba su corazón, que lacerado ya por tantas penas, tenía miedo de aumentar las. pero ¿cómo sacudir la cabeza cuando la mano de el os liga a la desgracia? ¿cómo cerrar el labio a el lamento que sale de el corazón rompiendo os las entrañas...? roer el freno de la vida y lanzar una blasfemia contra el autor de la injusticia... las emociones de ese día dieron la fiebre a su cabeza, y una de esas noches borrascosas en que el lecho es el sudario, el silencio la voz de los sepulcros, y el aullido de el perro extraviado un pronóstico fatal, postraron su cuerpo de tal modo, que le fue imposible abandonar su habitación para cumplir con la palabra dada a y a su hijo. la civilidad exija les hiciera saber la causa de su falta, y escribió a el billete siguiente:
«un ligero inconveniente de salud me impide cumplir hoy con lo que había prometido a su hijito de .; la tranquilidad actual me permitirá mañana ser más exacto.
una media hora después de dejado el billete, se presentó en el cuarto de el lacayo de , diciendo que su señora le pedía el permiso de ver le.
el rayo en medio de el océano habría causado menos impresión en el espíritu de , y, sin conciencia de lo que decía «la espero», exclamó a gritos precipitando se a la puerta.
el frote de un vestido de seda, y el ligerísimo rumor de pisadas precipitadas llegaron luego a sus oídos, y un segundo después se hallaba en el cuarto pobre de el viajero, pero lleno de su imagen y de su amor.
— yo se lo traigo a ., le dijo, entregando le a su hijo. a él le toca acompañar a el enfermo, y me alegro que empiece a pagar de algún modo su deuda...
— ¡oh! señora, yo soy buen acreedor, dijo .
— qué pálido está .; ¿ha consultado . a un médico? acaso no se le cuida bien en esta casa. ¡oh! las posadas son verdaderas cárceles para estos casos. si yo me atreviese, le ofertaría a . mi habitación.
— no; jamás, ; ya estoy mejor. mi enfermedad es antigua, y el aire de esta tarde me probará bien... iremos a las , ... mis caballos no disparan; vos conduciréis un poco... ¡oh! la bella vida de los niños; así debería ser siempre para que se realizase la idea de .
— está . exaltado, dijo ... su carácter habitual no es el de este momento.
— , ... yo no soy feliz... y los desgraciados no tienen, no pueden tener un carácter habitual. dentro de diez minutos me verá . reír; ahora atraviesan por mi cerebro ideas tétricas, ideas que reflejan sangre... pido a . mil perdones... ea, , ahí está mi látigo, mis pinturas, mis estatuas, romped, quebrad, amigo, haced un poco de bulla y castigad esta soledad que me inspira tristeza... ¡oh! los niños, ¡qué felices!
el muchacho no parecía esperar sino la autorización, para lanzar se furioso sobre cuanto caía a sus manos y en vano procuraba detener lo la madre. una mirada impuso a , y la dijo con todo el acento de la melancolía y de la verdad:
— : yo debo partir de ; me había propuesto como . permanecer aquí hasta mayo, habría adivinado su partida y la habría buscado en toda la . donde la suerte me hubiese permitido encontrar la, allí habrían cesado mis peregrinaciones, y mi vida de continuado su curso. pero el cielo lo ha dispuesto de otro modo; ahora ya es imposible no ver la, no hablar la y no decir la que yo soy un loco, un frenético condenado a hacer llorar a la criatura de mi alma; y que mi estrella la cubrirá con su luz de dolor y de llanto perdurable... sí, partiré y llevaré conmigo esta fatalidad, que acaso abrirá dos tumbas.
— . sólo no es desgraciado, . ¡hay en la tierra muchos seres que sufren! mañana iremos juntos a ; mañana fijará . su resolución; le pido a . un día, algunas horas...
— ¡oh! demasiado sé yo, dijo el joven, que no es la dicha la herencia de nuestra especie; pero hay pesares que reunidos son insoportables, mientras que aislados y silenciosos sólo causan la desgracia de uno. ese paseo será fatal para todos; . no me conoce, y yo sé ahora cuál es su estado y su rango; los hombres atribuyen a estas cosas un valor superior a mi modo de ver; . encontrará en mí un salvaje, uno de aquellos seres con toda la corteza de la naturaleza primitiva, y me amará, sí me amara . porque así lo siento en mi alma, y ese amor nos llevará a la tumba si no evitamos la deshonra a los ojos de ese mundo ficticio y egoísta.
— . sabe mis títulos y mi rango, pero . no me conoce todavía... mañana comprenderá . a esta pobre mujer que acaso no ha sido comprendida hasta hoy... a las once de la mañana yo estaré a su puerta: a mí me toca, pues que le invito, y a su lado no tengo miedo... iremos en mi coche de viaje y cuatro caballos vigorosos nos conducirán rápidamente... estudiaremos juntos esos sitios: parece que hay lugares históricos, y la historia de es sangrienta, pero llena de grandes acciones, de fantasmas que aterran... . me hablará de estas cosas y yo aprenderé a juzgar.
— haremos como . quiera, y la providencia decidirá de el resto... ahora le pido me deje ... ya estoy sano y quiero ocupar me de ese pobre niño que ignora si el hombre que lo salvó de la muerte será mañana su verdugo, algo peor, el que infame su nombre.
— me aterra ., amigo mío.
— ¡oh! , . no conoce mi vida ni mi carácter... y sin embargo yo tengo un corazón de ángel.
— ¡oh! amigo mío, no me hable . de ese modo. ¿no ve . que yo también soy desgraciada?
— basta, , acaba . de pronunciar una palabra sagrada... separemos nos ahora, se lo suplico a .
— ¿nos veremos en las ?
— sí; allí mismo donde vi a . por primera vez, parecida a la .
— ¡una lisonja!... ¡oh! no la esperaba... adiós pues, hasta luego.
seguía haciendo de el cuarto una arca de , y aprovechó de sus ocupaciones para preparar se a la partida de . una vez que volvió en sí y conoció la extravagancia de su conducta, se dijo a sí mismo — «esta pobre mujer derramará una lágrima más por mi culpa.»
las bellas tardes de no tienen tipo conocido; ese valle rodeado de pequeñas montañas salpicadas en las cimas, en las pendientes rapidísimas, en los más caprichosos accidentes de el terreno, de edificios calculados más para el efecto óptico que para la comodidad, quiebran la luz de el sol de modo que de los bosques, de las calles de la poética ciudad, os parece ver entreabiertas las puertas de el y respirar su atmósfera de bienaventuranza.
sería necesario no tener entrañas de hombre, para no sentir el hálito divino y las expansiones gratuitas de el corazón; sería necesario que el alma despojada ya de sus cualidades irrenunciables, pidiese a la tumba lo que ella no puede o no debe dar, para no sentir se transportado a otro mundo, esto es, a los recuerdos queridos de una juventud feliz, a las afecciones predilectas, a la vida íntima y misteriosa que todo ser humano lleva en su pecho como el depósito querido de su peregrinación. ¡es tan lógico que cuando la naturaleza entera sonríe y es feliz sienta el hombre dentro de sí la alegría de el !...
y sin embargo, bajo la luz más suave de el cielo estrellado, bajo la luz más pura de la luna, allí donde el sol podría asumir el nombre de el , nacen víboras venenosas, animales carnívoros y feroces, tiranos peores que ellos, y las pasiones que asesinan y las desgracias que piden venganza o ateísmo. mirad el manto estrellado de ese cielo, fijad vuestras pupilas en ese que los en latitudes y siglos diferentes adoraron, y descended luego la vista a examinar lo que se pasa en esta que los hombres llaman jardín de la tierra... ¿qué veréis? poderosos que hacen roer el freno de la miseria, calculada para envilecer a su especie; hombres que se llaman nobles y que explotan vilmente a sus hermanos; gobernantes que gravan en beneficio personal, algo peor, en sostén de un lujo estúpido, el sudor de los pueblos; militares que llevan el sable a la cintura, para voltear la cabeza de sus conciudadanos, cuando la voluntad de ha puesto en ella una chispa de la inteligencia divina; sacerdotes que adoran en público a el de la verdad, y que sirven de espías y de esbirros a los que tiranizan a sus conciudadanos; juventud generosa, arbustos sofocados por el veneno de la tiranía que filtra gota a gota y día a día sobre los gérmenes de la libertad nacional, obligada a mendigar en el destierro el puesto que la inteligencia les asignaría brillante en el hogar doméstico. y todo esto se encuentra en medio de las flores de más puro perfume, bajo de ese cielo que hace sonreír la vida, en los prados, en las verdes montañas despojadas de nubes, a el lado de los monumentos que gritan a la decadencia actual, vergüenza o piedad por los hijos de los grandes que los elevaron; y así se eterniza esa cadena, de generación en generación, de siglo en siglo, y la naturaleza siempre bella, siempre buena, cubre con su manto de luz tanto dolor, tanta desgracia y tanta maldad.
— ea, ... a las ... dejad en paz esas caricaturas... la caricatura es un gran medio... dejad esas figuras y venid conmigo, dijo a el muchacho que continuaba su batalla.
y arrebatados por la belleza de la tarde, se lanzaron a la calesa y ocho minutos después estaban en las .
se paseaba ya muy despacio, por el mismo camino donde sus caballos se habían enfurecido; apenas su lacayo les descubrió de el pescante vino a ellos.
— os espera y me ha ordenado prevenir os. y bajaron prontamente, y dos minutos después el último tenía a de su brazo.
— ¡qué dulzura en todo lo que nos rodea. , y qué armonía, decía a su compañera. mire . el verde de esos árboles y el azul de este cielo. vea . cómo corre el , que refleja en sus aguas la copa juguetona de ese pino, destinado acaso como tanta esperanza de proscripto a morir en tierra extranjera. todo lo que no depende de el hombre, , es feliz; la tierra sufre sus inviernos, sus días de dolor, pero renace a la alegría y tiene su primavera constante. a mí me parece oír la sonreír en cada yerba, oír su canto de nupcias en cada pájaro que atraviesa los aires; y para el hombre no hay primavera sino una que otra sonrisa que pasa como la nube solitaria.
— ¡oh! ... siempre triste, siempre mal con los hombres: no hablemos de ellos. me gusta tanto oír le discurrir de la naturaleza, de los árboles, de el cielo... acaba . de decir cosas tan dulces que me creí a la presencia de un cuadro seductor.
— me juzga . mal, ; mañana sabrá . si tengo razón para quejar me de los hombres: no por un acaso; yo he puesto mis pies sobre la cabeza de la murmuración y sigo mi camino; la verdad es peligrosa, y suele causar enemistades implacables; las pasiones dominan tiránicamente en mi tierra natal; quise luchar y fui vencido y . sabe que la victoria siempre tiene razón. cuando conozca . mi vida pública me juzgará bien, y cuando le diga a el oído, temeroso de que mis palabras no lleguen a su corazón sin que las escuche el eco, porque tendría celos hasta de esa divinidad solitaria, todas mis penas íntimas, todas las peripecias de esta mi vida que siempre ha sido a los ojos de los otros tranquila y feliz, siendo en verdad un infierno, me tendrá lástima y me amará. si me amará, y yo también la amaré a . con aquel amor que no conoce rangos ni condiciones, ni conveniencias. vea ., ; ustedes, criaturas modificadas por una sociedad puramente de formas, no saben cómo ama el toro en las praderas salvajes, el tigre en los bosques solitarios, el tiburón en medio de los mares; condenadas por la necesidad de un lujo mortífero han puesto en los bienes de fortuna la medida de el afecto, y si alguna vez les habla el corazón, es un capricho de juventud, les dicen sus padres, y la máscara vuelve de nuevo a cubrir les el rostro. por eso es que estas sociedades que tienen por base la mentira y el egoísmo no llegarán nunca a la realización de una sola idea general en beneficio de la felicidad común; recorra . la toda entera, y nombre me el pueblo feliz...
— le escucho a ., .
— , ... hace cuatro meses que mi corazón devoraba dentro de sí estas cosas, y tenía necesidad de decir las... . es mi amiga. ¿he sido indiscreto acaso?
— ¡ !
— bendita sea... escuche me pues... yo he recorrido muchos pueblos de la tierra, he estudiado el organismo de muchas sociedades, he saludado las y los ángeles de el catolicismo, he regado con los protestantes y adorado los ídolos con los chinos; ¿qué he encontrado en todo esto? sistemas más o menos vulgares, inventados a propósito para explotar se los hombres entre sí. esto no se puede decir a todo el mundo, porque os llamarían inmoral, persona sin principios, irreligioso, ateo; pero a . debo decir le mi pensamiento todo entero. mire . lo que es el , el sucesor de , el representante de el que murió en la cruz por la salvación de el género humano, y le hablo a . de la cabeza que rige los destinos más caros y sagrados de las dos terceras partes de el mundo, porque de ella debe nacer la ley de la unidad moral, el principio que encadene y dirija todos los esfuerzos hacia el bien común, la felicidad universal. el catolicismo agoniza y muere asesinado por sus ministros; los tiempos de la fe ciega, de la fe bárbara, han pasado para siempre y los secuaces de hacen cada día injurias tales a la razón humana, que ya nadie cree en su poder ni en su virtud. el vulgo que amaba el misterio y el prestigio que era la base de el inmenso poder de el papado, está completamente desengañado y el último hecho de llamar en su auxilio ejércitos extranjeros que a fuerza de batallas sangrientas le han restituido su , ha demostrado que la ingerencia de la inteligencia divina en el gobierno de los fieles y en el sostén de la era una quimera, una mentira política, como tantas de las que se emplean para explotar a los pueblos.
— yo soy protestante, .
— en hora buena; es un paso más que los suyos han dado hacia la simplificación de un sistema; pero ustedes no han completado la revolución, y el protestantismo morirá también, porque lo minan otras causas. entretanto siga . sus creencias con fervor, con conciencia, porque en el sentimiento íntimo, en la fe, consiste la bondad de toda religión como de toda virtud.
— es . un santo, .
— ...
y la dulce criatura se abandonaba sobre el brazo de el amigo, como si la bienaventuranza les hubiese cubierto con su manto estrellado, como si la tierra fuera la atmósfera azulada y la naturaleza toda, el terrenal.
los que no ven en el amor de la mujer más que la expresión de un deseo material, no pueden comprender la arrobación de el alma, cuando otra alma cándida y buena viene a los labios de la mujer amada a murmurar las sensaciones simpáticas que le bullen en el pecho; ignoran que cada aprobación, cada sílaba que se escapa arrancada por la plenitud de el contento, es un beso, y un beso como se dan los ángeles, sin mancha ni temor; ignoran la actualidad de la existencia de toda criatura, la una que refleja a la divinidad, inmortal, y la otra que se arrastra en el fango de esta vida terrenal, y por lo tanto, son seres imperfectos, defectuosos.
— dejemos ahora a los pueblos y hablemos de nosotros, dijo a . no es de ayer que nos conocemos, y buscando en la memoria, podremos encontrar sin esfuerzo, me parece, algún recuerdo no muy remoto ni muy borrado. hoy, sí, hoy hace ocho días que la vi a . en , sola completamente, en medio de esas ruinas de el tiempo y me pareció descubrir el ángel de la resurrección; yo la veía a . examinar una por una esas paredes que la mano descarnada de los siglos ha rasguñado por todas partes; y creí de veras que buscaba . alguna cosa.
— sí, amigo mío, quería descubrir algún vestigio de esos antiguos frescos tan aplaudidos, de que no quedan ni rastros.
— mi investigación era más fácil: — . sabe que en esa torre de se defendió la ciudad de , cuando fue atacada por el ejército de , combinado con el de , que procuraba colocar en el poder a su sobrino ; me había propuesto subir a esa torre para poner mis pies donde puso los suyos el gran artista, el siempre sublime , porque el autor de el peleó allí como simple soldado por la libertad e independencia de su patria.
— ¡ah! ¿ ha peleado también?
— ¿cree ., amiga, que quien puso sobre la frente de esas arrugas que respiran guerra, victoria, heroísmo, no sentía dentro de sí mismo todos los sentimientos que traducía? en mi país hay un proverbio vulgarísimo que se puede aplicar muy bien a las bellas artes — «nadie da sino de lo que tiene.» era sublime de alma y de corazón, y por eso sus obras son sublimes sobre todas las otras; era pobre, mezquino de carácter y por eso produjo esa caricatura que está a el lado de el , con el nombre de , que no se sabe si representa una criatura de nuestra especie o un animal de género desconocido. su grupo de el parece más bien un hacinamiento de furias que la representación de esa fábula tan patética, mientras que el que está a el lado invita a el llanto; tal es la verdad de la situación y lo perfecto de la obra. nos ha dejado el tipo de la belleza celestial, porque él era divino en su alma de niño y cuando quiso dar nos una prueba de su amor mundano, arrojó a la posteridad el retrato de su , que tan bellamente figura en la . ¿no lo ha visto .? me parece el tipo de el placer no de la criatura. la volvería loco de amor a el estoico más fanático, y tuvo razón de amar la tanto. en ella ha colocado el deleite sus formas más picantes, como ha colocado en ., , sus cualidades más dulces, porque . es más bien un ángel que una mujer. el carácter de su físico revela su alma, y yo amo el alma, , cuando la forma que la encierra no inspira carne, como los lobos.
— cómo es . extravagante, .
— el gusto es siempre bueno, . lo sabe. yo la he seguido, como el niño persigue a la que lo nutre con su pecho, como si fuese una emanación de su ser, pegada a su vida de .; la veía triste y sin querer lo la melancolía se apoderaba de mi alma; otras veces la veía reír con su hijo, y mi pecho respiraba mejor, mi vida era más fácil; en el teatro mis ojos no podían separar se de su palco, y cuando la figura carnal de su esposo tropezaba con mi mirada tenía que detener mi brazo que buscaba el puño de mi puñal. este afecto era un delirio, una existencia que más fuerte que la que me dio domina tiránicamente la mía.
ahora que la tengo a mi lado, que respiro el aire que . respira, que leo en cada una de sus miradas la historia íntima de su alma, ahora ya nada me falta en esta tierra en que me creía abandonado, y confundido con alguna de sus ruinas. yo nada pido, ; mis labios no empañarán jamás a la criatura divina, pero preveo tormentas crueles y es necesario evitar las. no he nacido para esa felicidad que el montañés más desgraciado goza sin saber lo que posee; a mí me ha condenado la suerte a vivir de los recuerdos despedazantes, de las separaciones que matan. oiga me . — niño aún, me arrojaron los odios políticos de la casa paterna donde yo era el ídolo; solo, abandonado a mí mismo, luchando con las preocupaciones y las ideas de hombres altamente colocados en el país que me dio asilo, supe abrir me un camino y ser respetado de todos. la poca inteligencia que la naturaleza había puesto en mi cabeza fue el único medio de mi prosperidad, y arrastrado por una pasión de corazón, de aquellas que . no conocen aquí en , yo me ligué a una mujer que era un ángel de belleza y de amor. dios me la arrebató cuando tenía veintiún años; dejo me dos hijos que una hermana de mi amada educa y cuida como si fueran propios, pero los educa para ella, no para mí, que no puedo vivir a su lado aquí en este mundo, en que es necesaria tanta fortuna, y yo soy pobre, . mañana mis recursos faltarán y tendré que volver a el fondo de la , donde me esperan dolores infinitos. de una suerte maldita me han colocado en esa situación, sin que haya hasta hoy comprendido las interpretaciones que se han hecho de mis acciones y de mis pensamientos.
— yo le venero a . así, ... las combinaciones de la mala fortuna desaparecen cuando el desgraciado lo espera menos, y . no debe ser la víctima de causas vulgares y ordinarias. yo leo en su porvenir que dentro de poco esa nube negra que oculta el futuro desaparecerá, y ya verá que la fortuna le tiene reservados muchos días felices.
— ¡oh! no lo espero.
— sí; espere .; la esperanza es el consuelo de los justos.
— he desesperado de todo, hasta de mí mismo. creía que este viaje a sería mi tumba, y por eso lo he hecho; entre las ruinas de una gran nación, me decía, bien puedo concluir una vida que es también una ruina; pero . ha salido a el encuentro en el camino de mi agonía, y el amor de la existencia ha vuelto a dominar me... hoy creo que lloraría de dolor... ¡oh! aprovechemos de estos momentos en que todavía se hace oír la razón: separemos nos y para siempre. así se cumplirá el destino de ambos, sin que un solo remordimiento venga a entristecer nuestras conciencias.
— ¿ . no cree en , ?
— sí, amiga mía, creo en sobre todas las cosas.
— ¿no cree . que su presencia en este sitio, cuando mis caballos se desbocaron, era providencial?
— tal vez.
— entonces no me huya .... y permita que concluya su obra.
indiferentes a todo lo que les rodeaba, nuestros amigos habían paseado dos horas enteras, sin saber lo que se pasaba en rededor; el pueblo de casi en masa había salido a respirar el aire vivificante de las , y grupos de todas condiciones, amazonas elegantes, jinetes en soberbios caballos ingleses, húngaros y de maresmas; carruajes de todos los gustos, y se puede decir de todas las formas y edades, cauzaban bulliciosos mientras que y , abstraídos de la tierra, vagaban en el mundo de las ilusiones.
— y bien, , sea lo que la bondad de determine, la decía . no partiré: ahora empecemos este papel de una comedia que yo no he estudiado nunca; . es casada, tiene un hijo y una reputación que perder. yo maldeciría mi alma, si por mi culpa el aliento pestífero de la calumnia viniera a hacer la sonrojar; entonces sí me creería maldito, y blasfemaría de la divinidad de la creación y de...
— ¡¡¡ !!!
— ¡oh! . no puede comprender la triste condición de los pueblos esclavos. acostumbrada a la altura de su civilización, cree que cada uno vive de sus negocios, de sus asuntos particulares. se engaña ., ; todavía se ignora en que los secretos de el hogar, y más que ellos los de el corazón, son propiedad inviolable. aquí todo el mundo vive de los otros; la fama mejor establecida, la reputación más sólida pasa diariamente por mil bocas que sedientas de un poco de líquido venenoso, sirven de alambique a todos los nombres y a la reputación de los que viven dentro de las murallas.
nuestro paseo será esta noche el tema de todas las conjeturas, de todas esas palabras que tienen un eco en los salones, y que llevan muchas veces la muerte o la deshonra a una familia inocente. no pudiendo ocupar se de los asuntos de la patria, porque el destierro o las cárceles les esperan, depositan sobre una fama el veneno que ennegrecerá a un nombre o causará la desolación de una casa; bajo de este cielo se nace con un alma ardiente, tumultuosa, y la actividad interna es una necesidad imprescindible; el debe roer, morder alguna cosa, porque sus dientes no pueden estar tranquilos, y no pudiendo cebar se en el gobierno, pues las espías viven hasta en el aire, despedazan una reputación como si cumpliesen con un deber natural. . no sabe todo esto, , porque el es siempre el mismo en todas partes, y donde quiera que viva se cree en la ; pero yo que he sido lanzado a esta sociedad como cosa curiosa a causa de mis viajes y de el lugar de mi nacimiento, he podido estudiar esos hábitos y rectificar mi odio por tan feos defectos. ya verá . que el primer disgusto nos vendrá de la murmuración. ¡oh! si hubiesen sabido que antes de la escena de el carruaje yo había encontrado a . en otros sitios, a estas horas su nombre ya tendría una mancha, y lady pasaría por la querida de el a los ojos de ese mundo que ve . contento o satisfecho de sí mismo.
— ¿y qué hacer, , si esa es la condición de esta sociedad?
— ¿ . me cree... no es verdad, ?... pues bien, seremos hipócritas como ellos son, y ocultemos para nosotros solos este dulcísimo sentimiento que nos liga. en vez de el viaje a , que lo sabría todo el mundo, iremos mañana a la galería , donde no hallaremos sino a los pocos artistas que copian algunas pinturas que como las poesías de el o de , son intraducibles. ésos no forman parte de la sociedad fashionable, porque pobre de medios pecuniarios y de títulos de nobleza, el artista italiano vive en el retiro y para el trabajo: tal vez a el pasar por el frente de alguna madona de , el copista arroje el pincel porque creerá viendo la a . que copiaba una copia.
— , ... haré como . lo quiere... mañana en medio día estaré en la galería ; no la conozco aún, como no conozco ninguna de las bellezas de ... mi marido no ama las artes, y yo no me he atrevido a presentar me por mí sola; sí, . será mi guía, y antes de recorrer la campaña, estudiaremos juntos la ciudad. una palabra de . me explica tanto que pronto podré comprender esa admiración universal por las galerías florentinas; luego iremos a los templos, a los museos, a las bibliotecas. ¿se sonríe ., ? yo leo mucho... la historia de mi país está bien grabada en mi memoria... conozco a , , el bellísimo y desgraciado , , el sublime ...
— ¡oh! basta, , le creo a . sobre su palabra... y ¿de la literatura italiana conoce algunas cosas? el por ejemplo...
— no, porque leí en mi niñez en una obra de que dice que ese no merece el trabajo de entender lo.
— no crea . en el juicio de ese . el es la criatura más completa que haya colocado entre los hombres. , que valía algo más que , hizo de el lo que éste hizo de , su tema, su maestro, su divinidad. haga me . el gusto de leer esta noche en su lecho el canto 5.º de el , y si no le comprende . bien, yo se lo explicaré mañana.
— lo prometo, .
— luego leeremos juntos a el , que es mi poeta querido. los coros de el merecerían ser cantados a la presencia de el ... es una mujer santificada, más por el alma de el poeta que por el santo dolor que la llevó a la tumba. en él encuentra . bellas ideas dichas bellísimamente, la estatua con el manto griego sin rival hasta hoy en la escultura. leeremos el , el , y aunque parezca una blasfemia, el . si nuestro destino nos permite gozar de la dulzura de esta relación que la ha formado, estudiaremos de la literatura actual lo que merezca ser lo: — el , el , el , el , este tribuno sin rival en la historia de los moderna. ¡oh! si . supiese el español... no ría ., no es nuestra culpa que la hable una lengua muerta, por decirlo así, en el progreso de la civilización presente, sus frailes, su inquisición y el gobierno de su casa de , la borraron de la , pero ella renace nuevamente y posee tesoros que le envidiarían las primeras naciones de la tierra. la , que es la sabia entre las sociedades inteligentes, ha explotado a la y le ha lado su lugar... pero yo no soy español, . la literatura de la data de ayer, pues ella no fue nación, ni tuvo vida propia, ni hombres que se entregasen a las ciencias, ni a el culto de la inteligencia humana, sino después de 1810. encerrados en el estrechísimo círculo de una colonia tan retirada de la , nuestros padres nacían y morían bajo el sistema de la explotación financiera de sus amos, sin tener tiempo para ocupar se de otras cosas que de las puramente necesarias y determinadas para producir el efecto calculado, es decir, el oro y la afirmación de el poder extranjero. con la emancipación de la patria, vino la emancipación de el pensamiento, y existen pocos himnos en la tierra que expresen el renacimiento de un pueblo con más altura, con más corazón y nobleza que el nuestro. su autor no era una de esas individualidades que hubiese llamado la atención por sus talentos en la época; alma cándida y sensible oyó sonar la trompa que llamaba a los hijos de los padres esclavos a las santas batallas por la madre patria encadenada, y lanzó su voz en medio de las esperanzas, de los peligros, nella procelloza giogia d'un gran disegno, y esas palabras parecen talladas por un brillante inimitable; siguieron los combates, las derrotas y las victorias, las miserias, los errores, las ambiciones personales y las licencias con el nombre de libertad; las guerras civiles encarnizadas, la tiranía y las esperanzas. todos estos episodios han tenido sus vates, como tuvieron sus héroes, sus judas y sus mártires: en cada época encontraría . un y un que han caído en el olvido para no renacer sino en los pálidos recuerdos de la historia. pero éstas fueron lecciones que han dado su fruto: después de , , , y , han venido mis amigos , , , y , jóvenes educados en las desgracias de la patria; viviendo en el destierro con el sudor de su frente, con más atento acaso que diez mil de esos que en e se pasean en calesas doradas sólo porque nacieron en sociedades inteligentes y ricas.
yo haría leer a . el «peregrino» de , la «cautiva» de , las producciones de cualquiera de los nombrados, y le preguntaría como hacen en mi país — ¿tiene . muchos como éste? y le hablo de las obras en verso, porque como prosadores hay otros nombres que no tienen rivales entre los que produjeron el movimiento emancipador. tenemos a , , , , inimitable de estilo y de pureza; , ( ) sentencioso y erudito; , que sucumbió bajo el puñal asesino de los enemigos de la civilización; , gracioso y elegante como la blanca cabellera que le adorna, y cien más que la mala suerte ha condenado a vegetar en nuestras soledades.
— pero, , dijo , un país que posee hombres semejantes debe estar en un progreso extraordinario; ya lo he oído decir, que dentro de pocos años la será la primera nación de el mundo.
— la , sí, como lo entienden aquí en . nuestro pabellón ha saludado las costas españolas, cuando tenían la palabra el cañón y la espada, pero sería tomado por insignia de piratas en muchos puertos europeos. la es la única que . conocen, porque acaso es la única que merece con perfecta justicia el nombre de nación en todo el . esa parte de la tierra de perteneció a la y fue poblada por ella, o más bien a pesar de ella. sirvió de refugio a la nobleza inglesa en los tiempos de , y a los capitalistas que abandonaron la isla: los nobles llevaron sus hábitos un poco feudales es verdad, pero de orden y de civilización; el comercio, la industria y los medios de explotar la; la tierra se prestó maravillosamente y pocos siglos bastaron para que el país pudiera regir se por sí solo. nuestro territorio, por el contrario, bello como una rosa de el desierto, tuvo por primeros habitantes a los bandidos que de las cárceles españolas salían para escapar de la muerte ignominiosa; hacinados en el vientre de los navíos que los deportaban, llevaban en el corazón los vicios de la vida pasada y, como era natural, el odio por la tierra que les servía de castigo. una vez desembarcados, se cebaban en la carnicería de los naturales que la historia en su lenguaje figurado ha llamado conquista; el estupro, el asesinato, los más horribles delitos que la humanidad deplora eran las distracciones de nuestros pobladores, y cuando saciados por la repetición de esos actos querían reposar se, tomaban una india a la que daban el nombre de amiga, la fecundizaban y se servían de ella como de una bestia, poco mejor dotada que el asno. el ruido de el oro de nuestros ríos, lo inagotable de esas minas que hasta hoy conservan en sus entrañas tesoros prodigiosos atraían poco a poco a algunas familias indigentes, y como la indigencia en es compañera casi constante de el atraso y de la poca moralidad, llevaban a las nuevas colonias sus malos hábitos en cambio de los tesoros que recogían. así se fueron aumentando esas poblaciones que en tres siglos han sufrido, gracias a la , modificaciones radicales. ya ve . que con origen semejante no se puede marchar rápidamente en la vía de la civilización... pero dejemos todo esto, ... a su lado yo removería la creación entera sin saber que el tiempo pasa...
— y yo le escucharía, .
— es . angelical... dejemos la orilla de el , que aquí es un río, y en mi país no sería un arroyo, y vamos a el prado en que se corren las carreras a la inglesa. allí seremos menos observados, porque en efecto nuestro paseo se hace notable; sus amigos la han saludado cien veces, y . ha respondido con indiferencia. ¿no teme . que estén celosos?
— no, ; mis amigos son ingleses y caballeros;... mañana yo les diré «ese hombre que me daba el brazo me salvó la vida, me hablaba de su país, de la , de sus impresiones, de sus estudios;» y mis amigos encontraron que tenía razón para estar distraída.
— ¡qué dulce es el aire que se respira aquí, ! estos árboles pasan una vida envidiable; la nieve no los marchita en invierno, ni los vendavales los combaten; en la primavera ellos son los primeros en vestir se de ese follaje de verde antiguo, como dicen los estatuarios, y en invitar nos a respirar su sombra. ¡oh! ¡la bella naturaleza florentina!
— ¿ . ama mucho la , ?
— sí, mucho, , ¿sabe . por qué?... ¿porque la es desgraciada, y toda desventura tiene una simpatía en mi corazón?
— ¿y por qué me ha pintado con colores tan negros la sociedad y el porvenir de este país?
— le he dicho la verdad sin encono, sin odio, amiga mía, porque debía decir la. tal vez esa lisonja tantas veces prodigada ha causado más desgracias a los pueblos que satisfacciones de amor propio a los que las escuchaban... pero mire . esa amazona que pasa veloz como la flecha de el indio .
— ¿la conoce ., ?
— la he visto cien veces galopando en ese prado, pero ignoro su nombre. la acompaña siempre un niño y una niña, una señora y un caballero que parece su padre. es una familia norteamericana, y esa niña elegante y bellísima de formas será mañana una de las fantinas que figuren entre los corredores de caballos... hay aberraciones en esas fiebres que se llaman modas, que son inexplicables. parece que algunos jóvenes norteamericanos se han empeñado en que haya una carrera de , y en que esa joven y otra inglesa sean las jinetas. las veremos, , aunque sea con repugnancia por mi parte; porque este capricho me parece una violación completa de la armonía natural. esta señorita se presentará mañana, como la , con el rostro encendido, el sombrero a la espalda, haciendo sonar el látigo contra los ijares de su generoso corcel, a la manera de los postillones españoles: faltaría para completar el cuadro que montase como hombre, y calzase espuela... sin embargo, será aplaudida y si vence, proclamada la de el torneo. ¡lleve . luego esa joven a representar el santo rol de madre de familia! ¡rodee la ., después de su triunfo, de los prestigios que adornan a la virginidad, dé le . la modestia, el candor que embellece a la belleza, después que la haya visto a la presencia de treinta mil personas, todos los movimientos y contorsiones de el arlequín!... digo que me repugnará mortalmente esa carrera, .
— no la veremos, .
— sí, amiga, la soportaremos. el viajero debe ver todo... pero me parece que la concurrencia empieza a retirar se... hagamos lo también, . por su camino habitual y yo por el mío... ¿se acordará .? mañana a medio día en el palacio de , sala de .
— a , sala de ... adiós.
la invitación a un baile para la casa de la marquesa le esperaba a en el . la aventura de los caballos desbocados de la carroza de le había constituido el hombre a la moda, y las relaciones, invitaciones y cumplimientos llovían de todas partes sin que él se curase mucho de recibir las. en extremo tener que sacrificar los comentarios íntimos de el paseo de la tarde a las falsas alegrías de un baile, sobre todo cuando se le da el carácter venal de la etiqueta de las cortes, que generalmente no tiene otro objeto que una demostración pueril de el lujo de el que lo da: pero la marquesa , rusa de origen, era la amiga de desde los primeros días de su llegada a , y también lo era de , por lo que le fue necesario resignar se y vestir el ridículo traje de etiqueta.
distraído o tal vez fuera de los usos de la sociedad que le recibía, después de sus tontos cumplimientos a la marquesa, sin mirar quién estaba a su lado, ni quiénes la seguían, dio se vuelta para ir a confundir se con los grupos de hombres que se paseaban en el salón.
— ¡cómo! ¿no le saluda a ? dijo la marquesa dirigiendo se a .
estas palabras llegaron a los oídos de , que volvió inmediatamente, creyendo que se dirigían a él. sus ojos encontraron a los de que, a el lado de la marquesa, dejaba vagar una sonrisa en sus labios delicados, como si quisiese decir: — yo le conozco, no es una injuria, ni un desprecio, sino una de las muchas distracciones que lo dominan. corrió a reparar su falta, y tomando le la mano con una expresión tal vez indiscreta, la dijo: «milady, no hacen dos días que supliqué a excusase mis infinitas faltas de buena sociedad. ¿será necesario repetir en este momento la misma súplica?... ¿cómo se puede, mío, reunir todas las cualidades en este mundo? yo soy hijo de las praderas solitarias, hombre habituado a los largos viajes y ocupado constantemente de el fondo de las cosas, sin mirar los trajes que las cubren, y por lo tanto sin ese tacto de que da el uso frecuente de estas reuniones... imponga me . una pena y verá que la ejecuto con gusto...»
— perfectamente: — en castigo bailará . el primer vals conmigo, dijo , y le prevengo que es un verdadero castigo, porque soy de una torpeza envidiable.
— me lo arrebata ., querida, dijo la marquesa, riendo con un coquetismo encantador.
— a . no la ha ofendido y en vez de el castigo que yo le doy, ., querida, le habría puesto una corona de triunfo.
— ¡oh! . no tienen piedad, dijo .
— bien: sea, contestó la marquesa, a condición que la primera cuadrilla la bailará . conmigo.
la orquesta llenaba los salones con sus olas de armonía, y las picantes notas de una polka de removían la sangre de todos los oyentes... no había abandonado el sitio en que estaba , y como si no hubiese venido allí sino por ella, sus ojos no miraban sino a los suyos, su alegría no le venía sino de su presencia, su vida vivía de la suya, y la embriaguez de la bienaventuranza se había apoderado de su ser.
— ¿está . enfermo? le dijo el marqués , apretando le el brazo.
— ¡oh! no, por .
— tiene . el aire de un .
— ¡ !
— está . concentrado como un muerto... y luego, el es su pasión.
— deje me . gozar a mi modo de su linda fiesta... es temprano y los salones rebosan ya... tendrá . que ceder su santuario, marqués... ¿piensa . que no se sabe en público que el marqués tiene un santuario impenetrable en su ?... sí, amigo; todo se sabe, y las conjeturas son infinitas...
— ¿cuándo piensa . partir de ?
— ¡oh! es importuno.
— no, a el contrario, deseo saber lo porque pienso abrir le las puertas de mi santuario.
— mañana fijaré el día de mi partida y se lo avisaré.
— en hora buena: venga ahora a el salón de juego... muchos amigos nos esperan, y el pobre no se halla en su noche feliz.
— no puedo: el vals me llama y tengo que sufrir la pena de bailar lo ¿con quién le parece a .?
— con mi mujer, apuesto.
— ¿cómo? ¿comprende . que para mí sería una pena bailar con la marquesa? ya, los maridos tienen el derecho de compadecer a los demás.
— ea, ría . de los pobres esclavos... implo... ¿con quién bailará . entonces?
— con .
— ¿y es ésa una pena, por ?
— como lo sería bailando con la marquesa.
— ahora comprendo, calavera...
y dejando le con otro sarcasmo en los labios, corrió a dar el brazo a y a tomar su lugar.
— ¿qué tiene ., ? ¿por qué tiembla así? le decía acercando se de modo que nadie pudiese oír le.
— estoy mal, amigo mío; estoy triste, tengo miedo, estoy loca...
— tranquilice se ., por piedad. ¡qué! algún suceso de familia, alguna indiscreción...
— no, ... nada hay en el exterior que me atormente... pero estoy loca, y yo necesito revelar un secreto que me tiene fuera de mí, ¿me perdonará .?
— ¡oh! ; ¿me obligará . a poner me de rodillas a la presencia de todos?
— y bien, mi amigo, mi salvador, yo... ¡oh!... sí, yo le amo.
— bendita seáis, criatura de el cielo.
y para que la felicidad no brillase en su rostro, en toda su persona y fuese a ser el objeto de la atención de la concurrencia, tomó frenéticamente la cintura de , y llevola a perder se en ese torbellino de el vals que, como las olas de el océano juguetón, se reproducen sin cesar y van a morir dulcemente sobre los costados de el navío. ni una palabra, ni un signo solo que tradujese lo que se pasaba dentro de esas dos existencias. ¡qué dicha entonces! ¡qué dulzura! bien dice el divino poeta:
maggior dolore che recordarsi de el tempo felice nella miseria...
vino la cuadrilla prometida a la marquesa, y en los largos intervalos de ese baile desfigurado ella tuvo la ocasión de herir a con su lenguaje tan fino y tan noble: — hay castigos envidiables, le decía la marquesa, y apostaría a que deseaba . que el que le impusieron durase toda la noche.
— hay recompensas que son más caras, marquesa, y esta cuadrilla...
— , palabras de sarao, de bullicio... no se trata de recompensas sino de penas...
— no lo niego; hay penas dulces, pero sostengo siempre que la recompensa vale más que la pena... pregunte se lo . a .
la quedó sorprendida a esta salida tan contraria a lo que ella se esperaba, y conociendo en su sagacidad de mujer de mundo que tal vez había tocado una cuerda herida, varió el objeto de su conversación. fue como siempre adorable de espíritu y de amabilidad, y mientras se entregaba con tanto gusto a la crítica de el ridículo que abundaba en su sociedad, le decía a : no me juzgue . mal, porque me esfuerzo en ser mala, sólo por distraer lo.
— pero me parece, , que yo no estoy triste, contestaba el viajero.
— sí lo está .; yo veo en su frente una línea que denota la fijación en una idea.
— esa idea puede ser agradable.
— entonces esa línea no existiría. ¿no ha visto . la frente de el ?
— sí, marquesa; es como la frente de el , un agrupamiento de líneas convergentes que vienen a coronar sus cejas, como las nubes de los trópicos coronan la salida de el sol. decía que representaba el pensamiento que le había inspirado la cabeza de el : pocas se pueden ver más nobles.
— y bien: en ambos existe esa línea que cruza la frente de . y que yo veo ahora por la primera vez.
— es que hasta ahora no se ha dignado . mirar me, ... pero me parece que hemos concluido la cuadrilla, y que es tiempo de ganar nuestros asientos; ya ve . cómo amo el baile.
— siga me . porque quiero concluir esta conversación.
— perderá ., ...
— ¿cómo que perderé? ¿quiere . decir que no tengo razón?
— no, no es eso. digo que perderá . porque su salón rebosa de víboras ponzoñosas, que no han asistido a su fiesta sino para envenenar la poca felicidad de uno que otro, que sabe vivir la vida de los afectos íntimos, desinteresados... ya sabe . que hoy paso por ser el hombre a la moda, como lo era ahora dos meses ese príncipe indiano de tan buenas fortunas; me ven separado de las fiestas, de el bullicio, y ya ha llegado a mis oídos que me atribuyen una profunda pasión de corazón; . es bella, joven y tan capaz de inspirar la; ¡yo soy tan buen apreciador de su mérito que temo, , que mis respetos y su amabilidad sean mal interpretados!!!
— ¿me dice . su pensamiento de veras, o es un pretexto elegante para salir de esta conversación?
— ¡oh! marquesa: lo que acabo de decir no merece esa injuria; yo no río jamás de la reputación de una señora, y en son fáciles a dejar se llevar de las exterioridades. esa juventud es mordaz, por situación, por necesidad, no sé también si por naturaleza; porque, obligada a vegetar en un país en que la libertad no está en armonía con las nobles ambiciones, han adoptado como empleo de el tiempo y de el espíritu el análisis de la vida ajena. el campo de las conjeturas es inmenso, y el está dotado de mucha imaginación... si yo hablo con . una media hora, su nombre y el mío rodarán en el patio de la , en el , en los cafés, en las calles, y mañana seremos el objeto de una revista escrupulosa en las .
— yo soy extranjera, joven, noble y bella, según todos lo dicen, y ya he tenido que pasar por cien revistas de ese género. ¿sabe . qué efecto causan? el inverso acaso de el que desean; yo río de ellos, mientras se ocupan de desgarrar me en sigilo, como hacen los traidores. mi coraje les asusta el primer día, el segundo les obliga a pensar y el tercero les persuade que no tuvieron razón. ya nos conocemos con la murmuración . sigamos nuestro asunto.
— ¡confieso que es . heroica... y bien! decía . que atravesaba mi frente una línea que denotaba concentración y tristeza.
— y que ésa era la prueba de alguna pena fija, invariable, que en mi atolondramiento no había notado hasta hoy...
— ¿quiere ., , que tomemos un juez?... mire .; está allí, sola, distraída, rumiando sabe qué pensamientos; traigamos la y que ella decida. yo le dejo a . la palabra, exponga . los hechos, las observaciones, sus conjeturas, y diga en mi defensa simplemente que yo he negado.
— acepto, dijo la marquesa , y veloz como la paloma de amor, corrió donde estaba , la tomó las manos y la colocó en el asiento que ella acababa de dejar. entonces empezó esa narración fina y rápida como el granizo, incisiva, capaz de dar lecciones a el cincel de dona te lo, colorida como los cuadros de , y concluyente como las pinceladas de el .
escuchaba concentrada; parecía que su corazón más que su espíritu se interesase en descubrir la verdad, y veía los ojos de brillar de regocijo, porque creía haber tocado las simpatías de el en su favor. después de dos minutos dijo :
— ambos tenéis razón... la marquesa ha encontrado que esa línea de la frente responde a una llaga de el corazón, y el señor ha dicho la verdad negando que hoy esté triste; ¿les parece acertado este juicio?
— no es completo, exclamó la marquesa.
— es justísimo, dijo ; y la nueva discusión iba a empezar cuando vieron aparecer la prosaica y carnal figura de .
— he luchado con la mala fortuna cuanto he podido, dijo, y me ha vencido. el naipe es caprichoso,... marquesa, invito a . para el primer vals... ¿ . no baila, señor americano?... allá en su país no son conocidas estas reuniones.
— ya he bailado, , respondió , agregando con sequedad — en mi país son conocidas estas reuniones, con algunas diferencias sin embargo... en no hay corte sino y éste es republicano; la etiqueta rigorosa no existe pues. luego no asisten a los bailes sino las personas que bailan, y aquí yo veo media reunión ocupada de el análisis escrupuloso de todo lo que se pasa y de las acciones de cada persona; una sociedad semejante debería tener sus taquígrafos.
— ea, marquesa, a el vals, dijo , y llevo se a . aprovecho se de el sitio que quedó desocupado, y afectando un aire de completa indiferencia dijo a : haga . lo mismo que yo porque estamos rodeados de espías.
— yo sufro mucho, . parece me que todo el mundo lee dentro de mí, y que estas cuatrocientas personas que nos rodean se susurran a el oído mi debilidad... no me acusa ., ¿es verdad?
— yo le adoro, , y le debo a . mi dicha. — deje me gozar de ella dentro de mí solo... ¿si viese . mi corazón?... y me pregunta si la acuso... esto es cruel, amiga mía... ¡cómo la providencia es buena!... mire ., : — antes de oír su voz, yo le adoraba como a criatura de el cielo, y ahora que me ha dicho que me ama, yo la venero a . como a el ángel de mi resurrección; ¿quiere . que le muestre todo mi amor? ¿quiere . que arrojando a los ojos de esta plebe, que se llama nobleza, todo el desprecio que me inspira, me postre a sus pies y bese el polvo que ellos pisan? no me diga . una palabra más, porque ya se lo he dicho, soy un loco, un frenético y la sociedad no mira sino las exterioridades.
— ¡cómo deseo la soledad, ... ahora comprendo lo que vale la libertad de mis parques, y de sus praderas americanas... ¿me quiere . dar su brazo? lleve me . por todas partes, por todos los salones donde se juegue, donde se beba, a ver si esta impresión me deja un poco... aquí estoy mal... todos me miran... y yo tiemblo.
— hagamos mejor, : pretexte . una indisposición cualquiera y retiremos nos. si no la quiere acompañar, ¡vd. me ha dicho que a mi lado no tiene miedo!
— no me atreveré a proponer se lo... es tan... egoísta.
— venga . entonces... y tomando la de el brazo la arrastró a el medio de el bullicio, allí donde los bailarines apiñados, a la manera de los pájaros, sorprendidos por una red pesante, hacían esfuerzos para abrir se un camino. recibía los encuentros furiosos de esos frenéticos que habrían huido tal vez a el frente de una batalla, pero que en el salón eran heroicos de ardimiento y de perseverancia. , mole inmensa de carne, y por lo tanto de una elasticidad elefantina, no podía dar un paso y arrastraba de su brazo hercúleo a la delicada y esbelta . las oleadas les acercaban a tocar se, y el reflujo volvía a separar les veinticinco varas.
— venceremos, , le decía , porque la perseverancia es la virtud de las virtudes.
— ¡oh! amigo mío, qué feliz soy así de su brazo.
— fíe . en mí, criatura querida...
un golpe de armonía, seco, decisivo como el no serio de un hombre enojado, puso fin a el vals, y pudieron dar caza a el que, sudando a mares, descompuesto en el traje y con los cabellos en desorden, trataba de salir de esa refriega. apenas pudo acercar se le dijo :
— milord; su señora de . desea retirar se.
— me contraría en extremo, contestó el , porque debo pedir mi revancha y los compañeros me esperan...
— entonces, milord, me tomaré la libertad de conducir la... y sin ver ni oír nada de lo que le rodeaba, pidió el coche a el primer lacayo que se presentó, y desapareció con ella.
el que ha tenido la dicha de encontrar se por la primera vez con la mujer amada en el silencio de una noche de primavera, cuando la luna cándida y dulce manda sus rayos melancólicos sobre los templos, los árboles, las plazas solitarias; y ha sabido sentir la armonía de ese momento, comprenderá sin trabajo las impresiones de . el rostro angélico de habría reflejado el rayo de la luna que venía a iluminar su frente si él, envidioso de el beso de la reina de la noche, no hubiese tomado la cabeza de su amada, y silencioso, triste tal vez, como si fuese a cometer una mala acción, tocado su frente con sus labios.
— , , gracias mil veces... ¿me amáis, ?
— ¿os conocéis, ?
— y tanto, que tiemblo siempre... si yo fuese de esas mujeres que saben calcular el desarrollo de una pasión, para emplear a propósito los halagos, los rigores y los mil resortes de que se vale la que no ama, tal vez estaría más tranquila; pero soy una criatura desheredada; la naturaleza ha hecho poco por mí, y yo he trabajado mucho por destruir ese poco. ¿qué tengo, qué soy yo para merecer este amor?
— mire , ; todo esto yo lo aceptaría como injuria, respondió , si fuese otra la que hablase... no me confunda ., por , con esos hombres que trafican con las pasiones y hacen de las declaraciones de amor un estudio como de las variaciones de la ; he dicho que la amaba, porque la amaba de corazón. ¿por qué la amo?... no lo sé. dios ha puesto entre las criaturas esa ley magnética, irresistible, que es infructuoso analizar... . tiembla de perder me, y yo moriría si no la viese y si no fuese amado... no es sólo la voluntad, sino la providencia quien nos liga.
— yo no sé resistir a estas palabras, , y aquí en medio de la noche, a la presencia de el cielo, sin otro testimonio de mi declaración que esa estrella que ilumina la frente de la torre de , juro que le amo y que le amo de mi primer amor.
— desgraciado de mí que no puedo ofrecer le sino un corazón marchito y despedazado: ya se lo he dicho; yo he amado y de pasión profunda, loca, furiosa, y hoy no le doy, , sino una pobre existencia, pero se la entrego toda entera. me mandará . morir, yo moriré, me pedirá que parta a sepultar mis penas en los desiertos, no importa de qué país, yo partiré; me pedirá que en medio de este fuego que me devora yo sea fuerte y la proteja contra la debilidad de su ser, la protegeré y moriré consumido sin decir un lamento. ¿quiere ver me más dócil? invente la prueba y diga la. cuando la vi por la primera vez atravesar en la plaza de el gran duque, parecio me que sus ojos miraban la , y yo me dije, ¿qué diferencia? el ángel mira la carne. entonces murmuré dentro de mi corazón: — si el cielo, en su última sonrisa para mi vida tan combatida, me concede el afecto de esta mujer, es prueba de que me abre las puertas de el cielo y me manda el ángel que debe conducir me...
— ¡oh! , qué dichosa la mujer que dispone de un corazón como el suyo...
habíamos llegado a el palacio, sin fijar nos en que el coche rodaba. la respetuosa fisonomía de el lacayo nos advirtió de que era necesario separar nos, y no pudo decir a sino: «hasta mañana en la sala de .»
¡qué bella es en el silencio de la noche iluminada por la luna! en la plenitud de una felicidad inesperada, pura como los pensamientos de un ángel, vestía aquellas calles espaciosas, de reflexiones a su gusto; enfrente de el palacio , donde tantas tormentas populares han tronado, donde la noble y generosa alma de hizo oír las más elocuentes y patrióticas palabras; allí, se decía para sí, se reunían los padres de este pueblo a legislar sobre los destinos futuros de la nación; de este recinto ha salido más de una vez la chispa que incendiase a la toda y diese a estos miembros, dispersos de un solo cuerpo, la unidad que lo haría vigoroso e independiente. bajo los ojos de ese que amenaza con su gesto, que impone y admira, han pasado los héroes como y , y los traidores como y . ante sus ojos han desfilado, en busca de el cuchillo de el verdugo, las más nobles cabezas de esta ciudad que no envejece, para fecundizar con su sangre las generaciones y los siglos. allí los consejos de fueron interpretados, y su vida puesta a la merced de los que le hacían decir lo que él no dijo. allí, en esos salones se pronunció la sentencia de destierro contra el , y allí , cuando se invocaba su nombre para excitar a los ciudadanos a que auxiliasen a el erario público, se levantó indignado, sublime de candor y buena fe, diciendo: — «y no os dará ni un óvolo más, porque si os ha ofrecido lo que podía como artista pobre, no os ha dado el derecho de que lo avergoncéis en público.»
los recuerdos pululan y parecen reflejados por el edificio. los leones coronados arrojaban su sombra raquítica por la debilidad de la luz y por los obstáculos intermedios, y os daban la idea de que hoy esos leones quedarían impasibles a la vista de la oveja, mientras que subiendo a esa montaña de el pasado, os parece oír los rugir y lanzar se sobre y . entre tanto la luna cubría con su luz delicada la torre de que, a la manera de la paloma con sus alas abiertas, desafía juguetona las tormentas y los siglos. un rayo diamantino penetraba en la di , e iluminaba la triste y terrible figura de el . el cuerpo exánime de su amigo que arrastra lejos de los combates rabiosos parecía recoger ese rayo de luz y animar se: el cuadro entero os daba la ilusión de la verdad, y arrastrado por la belleza de la fábula y de su ejecución, os habrías creído en el .
entrad luego a esa calle que tiene por habitantes a el , a el , a el , a el , a el , el degli y a el insigne impostor . ¡qué reunión! penetrad aun a la parte sombría de esos arcos; allí están y , el uno llamado padre de la patria, y el otro el magnífico —. la adulación les dio ese nombre y el servilismo los conserva. los usurpadores de el poder que también ellos usurparon, pagando en las batallas con su sangre, y en la paz con su dinero, han creído ennoblecer los dando les un lugar de distinción, y en efecto, ahí están bien, pues están solos, y la nefanda profanación se ha evitado.
seguid luego la vía , y encontraréis el . la le sirve de centinela, como si el temiese aún las invasiones vandálicas.
la luna juguetea con los mil colores de el mosaico de mármol, y vuestros ojos son impresionados por millares de estrellas vaporosas que nacen y mueren a la vez, mientras que la mente se pregunta: ¿qué representa esta grandeza a la faz de la miseria actual? la decadencia de una sociedad que poseía hombres capaces de ejecutar obras de este género, obedeciendo a el simple mandato de la autoridad civil; debe ser inmensa, infinita, cuando después de cinco siglos ni el poder, ni la nación han sido capaces de encontrar los medios con que concluir los últimos adornos de el templo de . la cúpula de el parece alzar se sobre las espaldas de el edificio, y exaltar su cruz gigantesca hasta la diestra de el , para que de ella reciba el bautismo sagrado; su sombra, por un capricho de la luz, viene a caer sobre los pies de la estatua colosal de el arquitecto, que aparece iluminada, y el semblante melancólico, profundamente meditativo de el célebre florentino, parece una inspiración más que un hombre, y refleja el pensamiento sublime que le inspiró esa obra sin rival hasta hoy en la arquitectura moderna. sin rival de cierto, porque la de no es sino una imitación, y el mismo decía a el partir — «voy a crear tu hermana, más grande que tú, pero no más bella.»
la luz de la luna se derrama a el través de los encajes de la , sobre las puertas de el , esas puertas que podrían servir a el , según la expresión de , si nuestra madre no nos hubiese condenado a vivir en este valle de lágrimas.
venir de separar se de la mujer amada, con el corazón lleno de íntima alegría, y encontrar a la grata compañera de la noche que os espera, para distraer vuestros sentidos con las impresiones que sola puede ofrecer os; era demasiado, sin duda, para ese pobre atormentado que seis días antes habría arrojado su vida a la tumba, de fastidio, de desesperación, de desencanto.
llevad dentro de vos la dicha, y todo lo que os rodea es bello y feliz. el corazón, en su alegría egoísta, rechaza las impresiones que amortiguarían su bienestar, y eligiendo las que más le agradan, como la coqueta en los bailes, vuela sobre todas hasta apoderar se de la que le llena completamente. ¿cuál podría ser le más grata a el corazón de que el recuerdo de ? habituado a esas largas y desiertas noches que el viajero sin rango ni relaciones pasa en los cuartos de una posada él se creía renacido a la vida y se había dicho en la íntima confianza de su dicha: «ahora tengo un ser que piensa y que se ocupa de mí, una criatura candorosa y pura a quien podría arrastrar a los más feos descarríos porque mi estrella, siempre cruel, la ha tocado con su luz y ella arde. pero mi corazón late de amor, y todo impuro pensamiento sería una profanación, no un deseo. en el contento de tantas esperanzas, rodeado de las ilusiones de una declaración cándida como la de , su alma se figuraba en otra sociedad, en una de aquellas regiones en que la carne no es el todo, y los afectos valen alguna cosa. la amaré, se decía, como en los primeros años de la vida, cuando temblaba que mi mucha pasión incomodase a mi amada, y no le pedía nada por temor de ofender la; haré como cuando ardiendo de ese amor que era en su exceso un dolor más que un placer, salía solitario en medio de la noche a llorar en las vastas playas de mi río plateado, pensando en ella y llorando por ella; tendré las ilusiones de aquel tiempo, porque amo a como a criatura sagrada, y buscaré en los cielos la estrella que la representa, y será la confidenta de mis penas y de mis alegrías. así vagando de quimera en quimera pasaron las horas que mediaron para su entrevista en la .
a la hora señalada se paseaba por la galería que conduce a la sala de , y en medio de los bustos antiguos de y , se figuraba que esos rostros se animaban y le pedían cuenta de lo que había hecho por la patria en cumplimiento de sus obligaciones de ciudadano. el calor de la vergüenza, no de el remordimiento, subía a su frente y sus labios procuraban en vano articular una respuesta. ¿cómo contestar a , a , a , nada, cuando ellos han llenado las generaciones de sus hechos sublimes? he sufrido, se decía a sí mismo, quince años de destierro, he puesto mi vida mil veces a el acaso de las balas enemigas, he demostrado con la palabra y el ejemplo que el sistema político que ha constituido la patria en propiedad particular de un hombre es un sistema contrario a el desarrollo de la sociabilidad humana, y cuando he desesperado por el estado de mi país, por la fuerza de los hábitos adquiridos en veinte años, entonces he querido utilizar mis facultades y mi experiencia, para llevar le a la patria un ciudadano en el día de su resurrección...
el rostro dulce y querido de vino a cortar le la palabra. hizo bien el ángel de su vida, porque la patria es una fiebre, y los labios de no podían pronunciar su nombre sin que el delirio se apoderase de su alma...
— ¡y bien ! ¿qué tiene ., la dijo , saliendo le a el encuentro: veo en sus ojos ciertas sombras que me anuncian el tránsito de las lágrimas, y yo soy tan feliz que me parece que el llanto no existe ya en los ojos humanos; y en los suyos, ¡oh! , sería una impiedad.
— he llorado por ., ; la causa es suya; cuando en el silencio de mi alcoba la tranquila respiración de mi hijo venía a acariciar mi rostro, yo recordaba que otro es padre de dos hijos, que está lejos de ellos, solo, desconocido y con un volcán dentro de el pecho; que la idea fija que debe dominar le es que, partiendo de , se resigna a no ver les más, lo que equivale a una muerte mil veces peor que la que nos manda, y he sufrido una parte de sus penas, , y por eso he llorado.
— ¿no se lo había dicho a ., ? hay criaturas para quienes la dicha está bañada por el llanto...
— . sabe que la más pura rosa tiene su corona de espinas.
— es . un ángel... no hablemos ahora de mí... venga . a visitar de mi brazo una estatua que obtendrá su cariño... luego entraremos a la sala de ; vamos ahora hasta el fondo de esta galería... ¿ . ese grupo inmenso que da miedo más que compasión? es el . el sacerdote de se parece más a el , en la lucha con el , que a el padre desgraciado a quien la ira de la le condena a morir a presencia de sus hijos, impotente a defender les de los abrazos de la serpiente... vea esa actitud y ese gesto, se diría un hombre ebrio, debatiendo se por arrancar se de los brazos que quieren sostener le, más bien que el valeroso sacerdote que lucha con los decretos de un poder irresistible, y que cae, pero que cae notablemente, vencido y combatiendo. este grupo es una mala imitación de el , que alguna vez estudiaremos juntos, , si la bondad divina no me ha mostrado su sonrisa para hacer más triste el resto de mi vida... mire . ahora a la izquierda... esa figura que está postrada, a la que perjudica la sombra de el ... acerque se ., y ponga . su mano sobre esa herida abierta en el mármol en el lugar de el corazón; si . hubiese visto alguna vez en la vida los labios de la herida de un hombre muerto, ahora cerraría los ojos, porque el mármol la representa cruelmente exacta; mire . ese rostro, ¿no le dice nada esa fisonomía, no halla . una resignación angelical y una expresión que conmueve? ¿sabe . qué representa esa piedra? es el ... donde encontremos, , algo de ese hombre, será necesario cerrar los ojos a todo lo demás... yo no puedo dejar de hacer lo así... mire . su , ese rostro que hace reír y pone la alegría dentro de el pecho, sin saber por qué. ¿no le parece ver en él a uno de esos hombres sin cuidado con la copa en la mano, llena la cabeza de castillos en el aire, que ve en el fondo de su vaso todos los bienes de la tierra, todas las epopeyas de la grandeza y de la dicha?... en efecto, el haría amar la ebriedad...; mire . ese joven bosquejado por el , es un . yo encuentro, en las creaciones de este hombre, algo que no se descubre en los otros autores; su primer golpe de martillo es como el fiat lux de el , y su , que es un pedazo de piedra para el que no tiene nuestros ojos, da la idea exacta de la creación de el hombre. pare se . en la puerta de el palacio de las artes, observe . fijamente esa roca de mármol que está a el frente, y verá poco a poco desprender se de la piedra una figura de hombre, sublime de respeto y de heroísmo religioso; parece que sale de una nube, se corporiza, y que dos minutos después se la verá andar, bendecir nos y habitar entre los hombres. yo no soy artista, , pero las obras de arrebatan mi alma, y comprendo la justicia de su fama.
— ¿y esa estatua esquelética que está ahí a el fondo con una caña en la mano, en vez de un báculo de mármol? me parece ridícula, , dijo con su dulce candor.
— no, ; esa estatua es una obra maestra, es el san de dona te lo. a su primera vista a mí también me hizo la misma impresión, y hoy es una de mis estatuas predilectas. observe . la anatomía de su cuerpo disecado por el ayuno y las penitencias; vea . la construcción de ese cerebro; la pasión y la perseverancia son sus distintivos peculiares, y aunque yo no conozco la vida de , mi vieja madre me contaba que ese había muerto degollado. el hombre que mereció de sus enemigos una muerte tan cruel debía tener grandes virtudes o grandes vicios que purgar. los guardianes de esta galería, como casi todos los guardianes asalariados, son verdaderos autómatas y por eso le han puesto esa caña en vez de el báculo, que da a el el aire de un mendigo y le ridiculiza; no mire . la caña y fije se en la mano que la sostiene, ¿le parece a . ridícula?... sin embargo, así debió formar la la naturaleza y el sufrimiento. . esas venas abultadas por el disecamiento de la piel, esas uñas que parecen desprender se de la carne, esos dedos que, aunque de piedra, tiemblan a el contacto de la caña, allí hay vida, hay sangre que circula en esa mano de mármol. el resto no me parece digno de sus ojos. ¿quiere . venir a la ? ¿está . contenta de su guía?
— esa pregunta es pretenciosa, .
— yo no repetiré las explicaciones que se pueden leer en la guía de lo que contiene este palacio, porque sería un trabajo superior a mi memoria y poco digno de nosotros... ¿ . cómo aquí estamos solos?... ese joven que parece trabajar en la copia de una estatua es un artista francés según su propia expresión. ¿ . ese cuadro de que tenemos a el frente? es una batalla que todos dicen perfectamente ejecutada; a mí no me gusta, como ningún cuadro en que hay agrupamientos colocados matemáticamente. mire . a el otro frente; es también una batalla naval de el mismo autor: fije . su atención en el colorido, en las figuras, y deje . los cascos de los buques. a el lado de los progresos de la marina americana, esos barcos parecen verdaderos zapallos, interesantes sólo porque nos dan la idea de los progresos que ha hecho el arte. . rápidamente la vista sobre todas las estatuas y permita que sus ojos se fijen por sí solos en la que más le guste. ¿cuál?...
— esa mujer que mira a el en actitud de persona que teme y que suplica a la vez. ¿qué es, ? ¿no le parece a . divina?
— yo he venido por ella todos los días a esta sala. es una de las hijas de , de escultura griega; y he hallado que esa fisonomía reflejaba otra que yo tengo pegada en mis pupilas. ¿no ve . en ella el recuerdo de algún retrato conocido?
y la noble criatura bajó los ojos, dejando escapar una mirada furtiva hacia la estatua.
— ¡cuántas veces viendo la, dijo , he encontrado verosímil la fábula de ... si ella repitiese ahora las plegarias que yo le he dirigido, los cariños que le he prodigado y las súplicas que he puesto a sus pies, . diría — pobre loco que rogaba a una piedra; — pero una piedra vale tanto como un ensueño y yo no creí nunca que mi felicidad fuese tan feliz. dios bendiga su vida... me ha jurado . amor delante de una estrella, ; ¿no se contenta . con que yo se lo jure delante de una estatua? en los amantes desgraciados van a depositar coronas de siemprevivas sobre la tumba de y , y ése es un holocausto sagrado, lleno de corazón, que no se finge, ni se miente... así, sea esta sacerdotisa de piedra la vestal que reciba mis juramentos.
— no, no, , no jure ... yo estaba loca; ¿a qué profanar con la palabra lo que se siente en el corazón?
— es . perfecta... bien; que juren los que mienten o los que tienen necesidad de ser creídos... nosotros seremos como nos ha hecho, y jamás la palabra vendrá a servir de garantía a nuestros sentimientos... ¿sabe ., , que he descubierto un secreto que le agradará conocer?
— ¡oh! diga me lo pronto.
— que la amo más que si la hubiera conocido ahora diez años.
— yo no sé cómo se puede amar más de lo que yo amo, . ahora tres años habría contestado a su cariño: — mis obligaciones de madre me imponen deberes de que no puedo prescindir; mi hijo necesita de todos mis cuidados, de mis afecciones, pero hoy yo no soy la única distracción de sus lágrimas, ni el único cariño que lo domina. su padre me roba el afecto de mi hijo, y dentro de poco le seré incómoda como ya le soy a mi marido.
— hay en nuestras penas una identidad bien cruel. quiera el cielo no reservar nos a los dos el mismo porvenir que a mí me aguarda en la vida.
— se hace . ilusión, . todo hombre es dueño de su fortuna, y el que es desgraciado debe atribuir lo a uno de esos vicios insanables que le inutilizan para todo. . no se encuentra en ese caso y podría llenar bien cualquier rol de los que más influyen en la felicidad general; el que tiene un corazón como el suyo, el que es capaz de abnegaciones en que van la vida, no puede ser confundido con los que, en vez de una alma, tienen una libra de fango en el cerebro.
— ¡cómo había soñado a la amada de mis ilusiones fantásticas, se me presenta ., ... y decíamos que la palabra no vendría nunca a garantir nuestros pensamientos!... miremos estas estatuas, amiga mía, para dar les por un momento nuestra vida y nuestra dicha... ¡qué tranquilidad en todo lo que nos rodea! exceptúe . la actitud eternamente hostil de esos dos gladiadores que parecen lanzar se el uno contra el otro, y el resto inspira la bienaventuranza de el . estamos mirando cara a cara, , las divinidades que adoraron los y los , cuando tenían el primer puesto entre los pueblos de la tierra; mire . a , a , que tantos templos y tantas admiraciones merecieron; hoy han quedado para ser examinadas como curiosidades artísticas, como estudio de lo que fue y para adornar los ángulos de un museo. ¿no tendrán el mismo fin las divinidades que nosotros, menos religiosos y más calculistas que los antiguos, adoramos bajo otros nombres?
— me parece una blasfemia lo que acaba . de decir, .
— ¿pero . mismos, los protestantes, , no nos están dando la demostración de mi opinión?... luego, yo creo en muy pocas inmortalidades... si los apóstoles de la religión de , la más pura, la más conforme a la felicidad de los hombres, no la hubiesen rodeado de sofismas y hasta de ridiculeces que pugnan con la razón y el buen sentido, yo le diría a .: — esas creencias durarán eternamente porque convienen y perfeccionan a nuestra especie, y todo lo que tiende a el bien palpable de los hombres se continúa de generación en generación y de siglo en siglo... pero los intérpretes han errado el camino y para convencer nos de esta opinión no tenemos sino que mirar a la y a la ; los dos pueblos europeos en que las doctrinas adulteradas han tenido mayor número de comentadores y autoridades ciegamente protectoras. ¿no ha leído . la historia de la inquisición? ¿de ese tribunal sigiloso, enlutado, que con el puñal en una mano y la mortaja en la otra fue mil veces peor que el de los diez de la terrible ? pues no fue creado sino para purificar la fe de los cristianos, y esa invención le ha valido a su autor un alto puesto, templos consagrados a su memoria y en los que se adora su imagen... abandonemos este asunto, amiga mía, porque toda injusticia hecha en nombre de la bondad divina e infinita es sublevante.
— me ha entristecido ., , con lo que acaba de decir. ¿conque no cree . en ninguna inmortalidad?
— ¡oh! sí que creo en alguna. pero permita me . no explicar se la en este momento.
— ¿tiene . secretos?
— ¿ha olvidado . lo que significa esa línea que atraviesa mi frente?
— ¡ ! lleve me . de aquí... haga me respirar el aire de la campaña... ¿quiere . venir?
— dentro de una hora... en las ... nos esperan las carreras a la inglesa. le prometo no entristecer a ., , y ahora le pido mil perdones.
— cómo es . cruel... .
la noble mujer empezaba a comprender que su providencia la había arrastrado a el seno de un volcán, pero vencida por esa fuerza superior a su naturaleza delicada, sufría, amaba y se resignaba en silencio como lo había hecho durante toda su vida.
volvió a su palacio, no descontenta sino melancólica, no arrepentida sino temerosa de ser insuficiente a distraer el corazón de .
el tiempo se ofrecía sereno, pero impregnado de aquel aire grave que pronostica casi siempre la lluvia o el huracán; parecido a la calma de las pasiones de el corazón que ya ha sufrido, y que no espera sino una chispa para producir un incendio.
la gente se agolpaba a ese prado que en los climas de el se llamaría jardín, por su coquetería, por la alfombra verde y perfumada que la tapiza y por esa sonrisa eterna que le baña. millares de amadores se precipitaban allí, los unos por el verdadero placer de ver correr esos caballos que la más fina raza de árabes no iguala en esbelteza y velocidad, y los otros por gozar de el espectáculo tan variado de la elegante sociedad florentina. en efecto, la ciudad bullía de carruajes, de curiosos a pie y de jinetes, que más o menos presurosos se dirigían a el lugar de las carreras; las elegantes de el primer tono, vestidas rigorosamente a la francesa como si las lindas modas locales fuesen indignas de adornar tan bellos cuerpos, mientras que el pueblo, esa aristocracia plebeya, más altanera que las marquesas y condesas, hacía flamear a el aire libre sus largas cintas verdes, que reflejaban los rayos de el sobre los variados colores de su traje. el prado parecía esmaltado, y os habría dado la ilusión de un arco iris tendido sobre una llanura de esmeraldas.
se ofrecía melancólica y sus ojos parecían impregnados de aquella humedad que suele venir a la vista cuando el alma sufre y la reflexión se opone a el libre curso de las lágrimas. reclinada en el muelle asiento de su calesa inglesa, recorría distraída los mil objetos que circulaban a su frente sin que su fisonomía indicase la menor emoción. la contempló silencioso y cuando se presentó a sus ojos, que parecieron salir de un letargo, se fijaron en los de su amante larga y profundamente sin dar indicios de la más chica impresión.
— ¿qué ángel le ha prestado a . sus formas, ?
— el de la dicha, ... ¿no ve . cómo toda mi persona resplandece de alegría y de contento?... hace dos horas que la vida me sonríe con todos sus encantos, y mi alma goza de las ilusiones de el ... a . le debo tanta felicidad...
— ¿me permite . colocar me a su lado?... está . triste, ya lo sé. hay momentos brutales en mi existencia, y he tenido uno de ellos a sus ojos. excuse me ., por piedad; si yo le dijera que también sufro y que siempre he sufrido, que cuando se ha sido feliz un solo día, ganando con ese momento una eternidad de miserias y penas, de desolación y de disgustos, no se puede ser siempre igual, siempre delicado e intachable; ., , que es buena y santa, debería compadecer me, consolar me, derramando en mi alma los tesoros de bondad con que la providencia la ha dotado. ¿ . de mí? ¡oh! ¿y qué podría yo ambicionar en este mundo? ¿no he roto ya el prisma de todas las ilusiones y de todas las realidades? quedaba en el fondo de el pecho una quimera que adoraba, un arcano que no me atrevía a revelar, y era ., su imagen y su alma, ese conjunto que yo soñaba como imposible en la tierra: la he encontrado, la amo, soy suyo sin reserva. ¿quiere . que pida más a mi ambición?
— ¡qué bondad, ! ¡cómo cambia mi vida con una palabra, con una sonrisa de sus labios!... ya soy dichosa; mire . cómo ahora mi rostro desafía a las flores, a ese cielo que . encuentra tan bello; mire me ., no temo; compare me ., no temo...
— mire las, mire las ., , gritó desaforado; se tomarían por dos fantasmas escapadas de las sombrías bóvedas de las catacumbas romanas... ¿cuál vence?... ¿el corpiño azul?... ¡oh! ¿qué ha sucedido?... una sola corre desesperada... ¿y la otra?... ¡es la !...
¡hurra! ¡hurra!, gritaban los partidarios de el corpiño blanco que, en la velocidad de el potro, parecía una de esas exhalaciones que aterran a el marino en medio de los mares, o a el pampa solitario en los desiertos melancólicos... ¡hurra! ¡hurra! aullaban los frenéticos... mientras que dos solas personas conducían a la infeliz que, exánime, se arrastraba hacia el carruaje que la esperaba. eran el padre y la madre quienes la conducían...
— ¿ ., , cómo nuestros pronósticos eran justos? no se puede pedir a el gracioso picaflor que desempeñe el oficio de buey, ni a el cóndor los dulces hábitos de la paloma. cuando se tuercen las leyes naturales, la fatalidad tiene su influencia y la previsión no alcanza a contrariar la.
— partamos, ... la soledad de estos bosques es nuestra amiga... vamos a ver juguetear el , mientras aquí se baten los caballos y la gente;... luego iremos a casa, comeremos juntos y me conducirá . a la ópera. no dejará estos sitios, y luego irá con sus amigos a festejar la función. si . me abandona, yo estaré sola y triste, los combates de mi posición afligirán mi espíritu y lloraré sin consuelo; ¿acepta ., ?
— ¡y cómo resistir!... pero es la la que se da esta noche, y ya sé que ella le afecta a . demasiado...
— pero a su lado soy fuerte: yo afrontaría todos los riesgos y todos los dolores acompañada por ... ¡cómo la gozaremos juntos!
— ¡ambiciosa!
— marcharemos, amigo mío...
las carreras de el día habían despertado el apetito de las diversiones de la noche, en esa sociedad florentina tan amante de el movimiento y tan alegre. la rebozaba de gente y la elegante sociedad llenaba la sala de el lindo teatro toda entera: el marqués y estaban ya instalados en el palco de y con la viveza cariñosa de su bella educación abrazó y acarició a su amiga, mientras que dirigiendo se a le dijo: — tengo que reñir lo a ., .
la orquesta empezó su preludio solemne de introducción. las notas de la son como las aromas selectas de un precioso ramo de flores; se puede estar distraído, ocupado de cosas diferentes, con el alma dominada, ellas llegan a el corazón y os arrancan simpatías que concluyen por absorber os todo entero.
— no es sin motivo que hemos invadido su palco de ., querida, dijo a , ni tampoco por oír los tiernos lamentos de la . venimos, para no ser rechazados, a invitar los a . a bailar después de el teatro... a invitar los. ¿comprende ., ?
— estoy tan cansada... dijo ... . es tan buena...
— obligue la . a aceptar, marquesa, dijo : — es melancólica y necesita distracciones... yo por mi parte agradezco en el alma esta invitación, porque todavía me entusiasma el recuerdo de su última fiesta. ya verá . qué vals vamos a devorar juntos...
— . es un hombre odioso, porque tiene el cruel placer de hacer se apreciar, como dice mi marido, para que se le suplique luego... es una grosería americana de que es necesario curar se.
— de acuerdo, mi querida marquesa... me curaré, me curaré... esta misma noche empezará . su obra... iremos ¿no es así, ?...
— será también de los nuestros, dijo .
— entonces, esperen me ., dijo , y nuevas caricias sellaron el adiós de estas dos criaturas celestiales.
— tengo algo dentro de el corazón que me sofoca, ; me parece que no hay aire en este teatro, y mi pecho respira difícilmente. la concurrencia, las luces y esa flauta que llora hasta afectar mis entrañas me hacen mal... saque me . un momento a el aire libre... ¡cuánto trabajo, mi pobre amigo!...
— ¡cómo es buena mi estrella... ¡oh! pero qué tiene ., ... qué palidez... ¿por qué su color cambia de ese modo... . llora... y llora a mi lado?...
— socorro, socorro, , le he ocultado a . un secreto terrible y por eso... sí, por eso lloro... hay en mi corazón una aneurisma y quiere romper se... tu mano... toca... aprieta mi corazón para que no se rompa todavía.
el pecho saltaba bajo los impulsos violentos de el corazón, y las fuerzas de la infeliz sucumbían a el influjo de esas impresiones lánguidas, de dolor indefinido, desfallecientes, que traen la muerte como si el sueño eterno viniese impregnado de veneno...
— no, mi adorada, no llores, decía frenéticamente ; tú no puedes morir así, a mi lado, delante de mis ojos... ¿y hay una providencia para mí?... valor, un esfuerzo más, mi ... apoya te bien... seré fuerte... ven... iremos juntos... hasta el cielo...
la hora de el adiós eterno había llegado para la noble criatura, y luchó en vano con la voluntad de la .
una tumba sencilla guarda en la tierra de el los restos mortales de , y aún se lee sobre el mármol de purísimo color este verso como último recuerdo de el desgraciado a quien ella había consolado por un momento en la vida:
«non la conobbe il mondo mentre l'ebbe; connobil io che, a piangerla rimassi:» — no la conoció el mundo mientras la poseyó, y yo que la conocí quedé a llorar la.