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la primavera de impone a el mundo de la elegancia, — que poco o nada ha sufrido durante el invierno, — la obligación de cambiar de traje.
la moda ha hecho ya con su cetro una señal cabalística y se ha paseado en carro triunfal por y por ; por las avenidas más céntricas y por los dos estrenad os de la fecunda y creciente : la alta y la baja ciudad.
los hogares aristocráticos y las regiones de el comercio y el cambio contestan unísonos la señal de la despótica emperatriz, que con risa insultante ha contemplado a la clase obrera y a las diminutas fracciones de el pauperismo encogiendo se de hombros, en actitud de protesta, ante el edicto de la faxhionable majestad.
el mundo elegante se ocupa de vestir se conforme a la estación.
los pobres hacen lo que pueden, y no están obligados a más.
los que quieren sacrificar se en aras de la sultánica moda suelen pagar muy caro su atrevimiento, como podremos observar lo.
pero en la moda tiene por cómplices y aliados el clima y las estaciones.
es, pues, muy difícil sustraer se a sus mandatos, y los sacrificios, aunque incruentos son numerosísimos.
la ropa de invierno tiene qué guardar se en verano y la de verano en invierno.
aforismo de sastre, pero lleno de amarga filosofía, si nuestros lectores gustan de analizar lo.
no es solo el amor propio, ni el deseo de parecer bien lo que hace en ciertos países ceder a las exigencias de la moda.
si no temiésemos ser frívolos o minuciosos pondríamos algunos ejemplos: pero uno bastará a nuestro propósito.
desnudad a un esquimal en o vestid a un hijo de en sus terrenos con dobles flanelas y pesados abrigos, y tendréis una idea de lo que sería , si en verano se usasen las ropas de invierno y vice-versa.
he ahí la fatalidad de los pobres; pues desgraciados hay que si guardaron alguno de sus trajes de el año anterior, fue en la tienda de el ( prendero ), y este ya hace algunas semanas que las vendió para indemnizar se de su insignificante préstamo.
a multitud de mujeres de bonito o gracioso rostro no las impresiona el cambio de estación, aunque su marido este en ruina o carezcan de recursos para metamorfosear se: tienen fe en sí mismas: su actividad las salva de toda molestia y aun de el ridículo, conforme ellas lo entienden: pero otras pasan la pena negra a los primeras amagos de el clima. estas últimas merecen un poema escrito con sus lágrimas.
ante la tienda de “ ” se detuvo en los primeros días de abril un magnífico coach, que llamó la atención de los transeúntes y de las damas que se apeaban de otros carruajes.
vestían los lacayos lujosísima librea.
los frisones, blancos como la nieve, revelaban su origen árabe y por su actitud se comprendía que habían estado solazando se en confortable y caluroso establo durante algunos meses, provistos de espesos abrigos y comiendo y durmiendo a su satisfacción, como tantos sejes, más o menos nobles que para eso vinieron a este mundo.
a no dudar lo, el carruaje acababa de salir de el taller y podemos asegurar que se pagó a el gusto de el fabricante.
era tan fino, tan costoso, tan bien acondicionado, que hubiera sido una impertinencia por parte de el comprador proponer una rebaja en el precio.
de el carruaje descendió una mujer, admirablemente desarrollada, con la edad que las beldades de el necesitan para mostrar se en la plenitud de sus encantos.
a el mismo tiempo que la lady se apeaba, — dejando lucir ropajes pulidos y contornos admirables que los libertinos supieron apreciar a una sola ojeada, — acertaba a pasar, casi rozando se con el coche a la , un gracioso , tirado por un caballo negro, ligerísimo.
se turnaban en el manejo de la brida los dos amigos que paseaban en él y que describiremos próximamente.
uno y otro se fijaron en la joven, que después de haber se apeado de el carruaje se había tornado hacia él para recoger alguno de esos pequeños libros de etiqueta o memorándum que son más que una necesidad, un vicio en la .
los caballeros de el buggy se habían detenido instintivamente y pudieron mirar a su satisfacción el rostro de la dama.
el más joven de ambos se puso pálido.
el mayor, que ya había satisfecho su curiosidad, aflojó la brida de el impaciente corcel que hizo un violento impulso para trotar entre el torbellino de carruajes de todas formas y especies que inundaban la calle.
su compañero le detuvo.
— un momento! — exclamó con ansiedad febril — por favor, un momento!
— es que..... — repuso el otro con glacial calma, — andamos algo atrasados.
— oh! eso no importa, . sobrado tenemos para aventuras tan vulgares, que bien se pueden sacrificar por un encuentro como este.
— pero , debemos ser puntuales.
— tendrán que aguardar nos; para te un momento.
— para comenzar otra aventura y hacer como el perro de las dos tortas. ¿no es así?
— no sabes lo que dices.
— pero sí lo que hago, y en esta vez tendrás que ¡ser consecuente. !
— te digo que te pares.
— y ya ves que no te obedezco.
— pues saltaré.
— cómo se entiende?
— esa mujer que no has podido menos de admirar, es ella.
— y cuál de ellas?
— mi número uno, letra digo que te detengas.
y a el decir esto, afianzaba la mano de su amigo, quien a su pesar sujetó las bridas de el corcel, pues sabía perfectamente que nuestro héroe era muy capaz de brincar y exponer se a quebrar se una pierna por un capricho.
— y bien! — dijo con solemnidad cómica, — tienes cinco minutos para saludar la, pedir le su dirección y volver te a el buggy. si te demoras no me encontrarás aquí, sino que tendrás que marchar te solo, con poca seguridad de encontrar nos.
— me basta ese plazo. no se trata de pedir sino de ver la.... y por ello daria un año de felicidad.
— he aquí algo de la raza latina, enteramente disímbolo y excéntrico!....
— y estúpido si quieres; pero no lo puedo remediar.
descendió de el carruaje, y se lanzó apresuradamente hacia la tienda de “ ,” que es una verdadera pagoda de elegancia y buen gusto.
allí encuentran la aristócrata más presuntuosa y la cortesana más gentil, cuanto puede realzar y engrandecer las naturales dotes de el sexo encantador.
hábilmente distribuidos en secciones y bien clasificados todos los artículos que la mujer emplea en su complicado traje y sus esmerados adornos, la criatura más exigente se considera plenamente satisfecha a el recorrer aquellas magníficas galerías, sabiendo apenas qué elegir en un conjunto tan variado y armonioso.
la fachada de la casa de es de mármol blanco y su interior parece una iglesia.
pero su mejor ornato es el grupo de elegantes y hermosas mujeres que diariamente la frecuentan.
esa casa es el arsenal de el buen tono.
las que imponen las modas en : las hijas de los millonarios y las loretas, son naturalmente dignas representantes de el lujo y de la vanidad.
las esposas y las amantes de los jóvenes de empresa y de los grandes aventureros derrochan en un día el caudal ganado en una semana; pero el talento creador es dinero, y lo que se entiende por capital muerto, es una frase vacía y sin sentido en la agitada existencia de el negociante que no tiene horas inútiles para sus transacciones.
la dama de el coche a la , no sabía qué comprar, porque todo lo poseía en abundancia.
hay un modismo particular en , empleado especialmente por las ladies que merece consignar se con su respectiva explicación.
visitar las tiendas, examinar los objetos, tomar cuenta de las últimas novedades, comprar dijes o gastar algunas horas simplemente satisfaciendo la curiosidad mujeril, para pasar de ahí a la tentación, es lo que en los se llama
esta expresión intraducibie en nuestro idioma significa “andar de tienda en tienda.”
de el sustantivo shop se ha formado un verbo, que concisamente expresa lo que nosotros tenemos que explicar por medio de perífrasis y circunloquios.
nuestra heroína, atendida perfectamente por los mercaderes de ambos sexos de aquel santuario de la moda, a el fin tendría que dar orden de que le remitiesen a su domicilio algunos vestidos de primavera, no para satisfacer una necesidad, sino para aumentar la ya extensa lista de objetos superfluos de su abundante guarda-ropa.
entre tanto, se mostraba indecisa.
cruzó por varios departamentos sin detener se, y a el fin se puso a examinar unos vestidos de tertulia bordados y llenos de encajes, que le dijeron eran a la .
a el tomar su determinación respecto de ellos, trémulo de emoción aparecía un hombre casi a su lado.
la dama era nerviosa, y la primera educación que había recibido no se refinaba aun hasta el disimulo.
se abochornó: se puso encendida como una amapola tropical y lanzó un grito.
el recién llegado estaba cadavérico.
la mujer, cediendo a su corazón, y procurando reponer se, adornó, por decirlo así, su rostro de una sonrisa, y se dirigió a el joven que no se había atrevido a saludar la.
— ! — prorrumpió con una voz llena de dulzura, — usted otra vez en ?
— ; ya lo ve usted. y vengo de el .
la respuesta de nuestro héroe, expresada con la lentitud de el que siente y desea que se conozcan y estimen sus afecciones, descompuso el semblante de .
en aquellos momentos la palidez de el joven se había trasportado a el semblante de la beldad.
pero hubo todavía algo más que no debe pasar se en silencio.
la vista de se anubló y a no haber sido por la fuerza de voluntad de que la joven estaba dotada, habrían corrido copiosamente sus lágrimas delante de los indiferentes.
, conmovido y demudado en presencia de aquella criatura, necesitó también de todo su poder para evitar una de esas demostraciones a que nos provocan la sonrisa o el llanto de la mujer que nos ha hecho sentir.
imperceptiblemente se llevó la mano a el pecho como queriendo contener las palpitaciones de su corazón, y tomando una mirada febril a su derredor, vino en conocimiento de que estaba en un mundo prosaico de mercaderes que pudieron haber se reido de sus extremos:
se reprochó su imprudencia, se acordó de que su amigo y otras personas le aguardaban, y tendiendo la mano a la joven, le dijo:
— me esperan, . deseaba ver a usted, he satisfecho mi deseo y... adiós.
la joven no soltó la mano de y con los ojos parecía decir le que la aguardase. a el fin se resolvió a expresar se lo con los labios, con una voz tenue y delicada.
— nuestros días de recepción son los lunes, — exclamó titubeando. — . debe hacer nos una visita antes de que se ausente de el país. tengo una tía muy amable a quien le he hablado de nuestras antiguas relaciones. debería yo ser feliz, porque mi suerte ha cambiado; pero la memoria, , es un verdugo.
estas últimas palabras fueron pronunciadas tan bajo, que nuestro héroe tuvo dificultad para recoger las íntegras.
por otra parte, la significación de las anteriores era tan incomprensible, que en vano procuraba darse cuenta de ellas.
— probablemente, — pensó nuestro joven, — quiere ocultar su desgraciada situación con ese alarde frívolo de vanidad. recepciones ella? cambio de situación? qué quiere decir esto? alguna alianza ilícita en que hace su papel una de tantas que trafican con el honor de el prójimo.
se descorazonó más de lo que lo estaba, y aun se había propuesto rehusar la invitación de , sospechando que si vivía bajo el suelo de una casa suntuosa y poseía caballos árabes y carruajes vistosos, lo debería a un enlace criminal, y a una situación, oprobiosa de que él era el primero que debía apartar se. pero a el decir de nuevo adiós a la elegante beldad, ésta exclamó:
— es inútil que le dé a usted mi tarjeta, porque en el “directorio” de la ciudad encontrará usted mi nombre, que es el mismo que lleva la hermana de mi padre.
— el nombre que en el ?..... — balbuceó .
— el mismo, — repuso , trémula de emoción; — vaya usted a ver nos, y todo lo sabrá.
y se separaron.
esta última pidió un vestido azul y ocupó un muelle asiento, forrado de terciopelo nácar, porque sentía desvanecer se.
el traje azul era para ella un recuerdo.
minutos antes no lo hubiera pedido.
pero desde que volvía a encontrar a , sentía como que continuaba saboreando la delicia de un sueño interrumpido.
en las transiciones de nuestra pobre existencia se verifica algo parecido a lo que nos, acontece cuando leemos el principio de una obra la víspera de un viaje.
quizá volvemos a encontrar el mismo libro en alguna otra circunstancia excepcional, y ni aún en esa vez. nos sea posible terminar su lectura.
pero si nos ha interesado, esperaremos la oportunidad de concluir lo, cuando estemos más tranquilos y menos nerviosos.
a el citar a tenía esa esperanza, y la acariciaba en su agreste imaginación.
cuando volvió a su elegante coche y se acomodó negligentemente en sus muelles asientos, tapizados de espeso brocado como el que se usa para cubrir un altar, se frotó los ojos, como lo hubiera hecho una niña, y exclamó con un acento infantil en que no había ni sombra de ficción:
— ¿he soñado....? pues entonces no quiero despertar.
y sin cuidar se de el ruido exterior producido por la inmensa falange humana que se movía en la calle, como una cadena colosal de infinito número de eslabones, y sin que contrariase su propósito la especie de borrasca que parodia la rotación simultánea de millares de vehículos, se encerró en sí misma, se cubrió el rostro con el imprescindible velo de la inglesa, y siguió el hilo de sus recuerdos dormitando, formando se con la mano sobre la frente una especie de visera para hundir se en la penumbra de la concentración.
no volvió a la vida real sino cuando el coche se detuvo a la puerta de su casa, que es una de las más lujosas de la 5ª .
otro carruaje más ligero que el de nuestra heroína, y de mejor construcción y más elegancia que el de y , y a el que se da el nombre de , había seguido el .
como ya lo hicimos notar, la joven no estaba en situación de apercibir se de ello.
sus lacayos fueron los únicos que tomaron en cuenta la rara tenacidad de el conductor, que probablemente por orden de el propietario se empeñaba en que casi rozasen la zaga de el los caballos de el , con excepción de algunos cortos intervalos en que tomaba este último la paralela.
y era entonces digno de ver se el busto de un hombre que salía de la ventanilla para buscar el rostro de , doblemente interceptado por su mano, calzada con guantes oscuros y el velo de que ya hicimos mención.
el hombre de el estaba tan contrariado, que su pulso acusaba ya síntomas de fiebre.
pero llegó por fortuna el momento de la reacción.
bajó de su coche y miró a aquel hombre, sin poder evitar lo.
nuestro nuevo personaje, tranquilo un tanto, se fijó un momento en el rostro de nuestra heroína, y dijo a su cochero:
— a la otra vez.
y con toda la velocidad que es posible exigir de un par de caballos de carrera, se lanzó el por calles poco frecuentadas hacia el laberinto de los negocios y de el cambio; misteriosas regiones de un juego de azar más en grande que el de los tahúres vulgares, pero a veces con igual o peor perjuicio de tercero que el que causan los naipes y los dados.
nuestro personaje iba displicente; pero en esa vorágine de pasiones frenéticas y de anhelos vertiginosos, desaparecería bien pronto el ídolo de su corazón, arrastrado por corrientes rápidas y destructoras que llevan alma y cuerpo a los extraviados senderos de el océano de el positivismo.
hay organizaciones nerviosas que necesitan de ese ejercicio, en que toma parte cuanto en el hombre vive.
la ambición se sobrepone a todo, y mientras hierve en aquellos calderos infernales, preparados por lo que una escuela trascendental llama hoy “el mal necesario, " se olvida todo lo que se refiere a la página hermosa de los cariños en que se entretienen las almas de ángel.
pronto sabremos si el hombre de el es un digno alumno de el , y si los consuelos que la proporciona a los catecúmenos, pueden ser suficientes y eficaces para las dolencias de el que, a la mitad de el día tiene la excentricidad de seguir a una mujer en .
cuando salió de la tienda de “ ” habrían pasado más de diez minutos. creyó justo dar a su amigo una lección de puntualidad y consecuencia, y no le esperó sino el tiempo que le había señalado.
a todo escape se dirigió a el punto de la cita, que era ni más ni menos el .
era un libertino de cuarenta y cinco años y estudiaba las peculiaridades de la vida de .
hastiado de la política, desgraciado en amores, sin energía para el trabajo, se decía filósofo, sin comprender la trascendencia de este título que se da todo el que pretende vivir con más despreocupación e independencia de lo que el mundo nos permite.
rico heredero, gastó su fortuna en viajes que ni siquiera le pusieron en posesión de el benéfico caudal de la experiencia.
se impresionaba con la mayor facilidad y se lanzaba por los precipicios de su imaginación caprichosa a las regiones de lo desconocido, como hacen todas esas criaturas que se llaman románticas, y que acostumbran cubrir las tristezas y las amarguras de la vida con un manto bordado de oropel.
a el presente consumía las heces de su patrimonio en las aventuras; pero ya le había prometido a su amigo cuidar de su porvenir y su reputación, después de algunos meses de agradable solaz y entretenimiento.
no creía en las promesas de su amigo; pero como habían simpatizado tanto, confiaba en que su influencia llegaría a ser le provechosa a , que después de todo, tenía un excelente corazón.
por lo que atrás dejamos expuesto se ve que estaba recién llegado a .
en efecto, venía de a descansar de sus tareas político-literarias, trabajando de otro modo, porque hay organizaciones que no pueden estar ociosas un momento y que morirían a los pocos días de paralización.
venia a fundar una compañía para la explotación de minerales que varios de sus amigos habían denunciado en su país; estudiaba el sistema de colonización de los y se procuraba los medios de formar una sociedad agraria, como las que en la han dado tanto valor e importancia a la propiedad raíz.
no hacía ya caso de su patria. había nacido en ; viajó por muchos años, y a el volver a el lo encontraba tan estrecho, tan diminuto, tan atrasado comparativamente con las grandes y civilizadas naciones que había recorrido, que después de ocupar un lugar distinguido en la política abdicaba su posición y emigraba.
para muchos son una desgracia los viajes, pues sino están dotados de un amor muy profundo y vehemente hacia su país, han de preferir las comodidades que se encuentra en otros a el encanto que se disfruta en el suelo natal.
otros se vuelven exigentes y quieren que en un día avance su patria lo que otras naciones en siglos de liberal educación y perfecto bienestar.
los hombres de juicio y con más buen sentido que fecunda imaginación, saben importar lo provechoso que en el extranjero encuentran y desnudos de pretensiones y de orgullo, inician las mejoras que su país necesita, sin desalentar se ni aburrir se por la resistencia inerte y pasiva, o directa y animosa que en todas partes encuentran las buenas ideas.
quizás nuestra opinión se derive de la convicción que tenemos de que no somos, ni podemos ser cosmopolitas.
amamos el rincón en que hemos nacido y no queremos que cambie de nombre ni de dueño, aunque nos hablen de una manera abstracta y especiosa los que se dicen “representantes de la humanidad.”
la doctrina de el respeto a las nacionalidades ni es nueva ni envejecerá nunca.
no se había ocupado de pensar en esto; pero se llamaba ciudadano de el mundo, y mientras estuviese en lo era de esta gran ciudad.
creemos, sin embargo, que su presidente no era el de los sino .
con todo, no desesperamos de su arrepentimiento, mientras cuente con un amigo como , y a pesar de que se dé sus ínfulas de , porque tenga diez y ocho años más que el amante de .
un mes hacía que se encontraba en la ciudad metropolitana.
el domingo anterior, a la semana de el día en que pasan los acontecimientos que dejamos trazados, parece que los dos amigos, reunidos en el cuarto de el que ocupaba nuestro héroe, se fastidiaban a más no poder.
era romántico y amigo de aventuras como ya lo hemos visto, pero también era intolerante con los que, dotados de sensibilidad exquisita, se permiten en medio de un mundo metálico, las expansiones de el corazón.
por otra parte, la edad forma en muchos una especie de ascendiente, sobre todo cuando están seguros de que sus amigos los aprecian; y aunque tenía un cronicón voluminoso de sentimentalismo y de relaciones enteramente platónicas, cada vez que suspiraba o tenía una frase de cariño para sus recuerdos, encontraba la agria censura de .
este quería tener el privilegio de sentir, y encontraba a su amigo excéntrico y extravagante porque se fijaba en esas pequeñeces que se llaman memorias, que son de tan poco uso en un mundo tan práctico y sensual.
llegó un momento de positiva desazón y de tedio.
no podía ocupar se de su pasado, porque se burlaba de sus cariños, y quería imponer te la obligación de vivir conforme a la época y a el país.
nuestro héroe llamaba “diablo predicador” a su amigo, porque ni sabía entrar a la vida práctica, ni había dejado los hábitos de la raza latina que con tanto desden menospreciaba.
esto es muy cómico, y marido conocemos que se vanagloria de ser yankee y no deja respirar a su mujer.
hablar de yankees celosos, es lo mismo que hacer mención de negros rubios o de indios barbudos. los habrá, pero son la excepción de la regla.
mostró a su amigo un aviso que el día anterior había hecho insertar en el y que decía poco más o menos lo siguiente:
“los dos caballeros que entraron en el ómnibus de la estación de , se considerarán muy agradecidos si las dos hermosas señoritas vestidas de luto a cuyo frente se sentaron y con quienes se sonrieron, les conceden el honor de una entrevista. dirigir se a el despacho de el , a y "
— esta aventura, — dijo , — nos va a indemnizar de el tedio de este domingo.
— lo dudo, — contestó encogiendo se de hombros, — no es verosímil que dos jóvenes que se estimen en algo, acepten así la invitación anónima de dos desconocidos.
— tú no conoces este país.
— he vivido en él tanto como tú.
— y entonces, cómo pones en duda que un par de viudas aventureras contesten a dos extranjeros?
— en primer lugar, cómo sabes que sean viudas?
— como tu te distraes tanto...... no oístes su conversación.
— y tú te has fijado en ella mucho más que yo?
— tan cierto es eso, que sé hasta la fecha de la defunción de sus ( soi-disant ) maridos.
— pero han podido hablar de eso en el ómnibus? — preguntó con extrañeza.
— sí señor, — contestó flemáticamente , — porque les interesaba que lo supiésemos. son dos viudas, aventureras y románticas, que ese día se pusieron de luto para llamar más la atención, y porque según dijeron, aunque era una superchería digna de su imaginación, iban a recoger unos ramilletes y coronas a la calle 14ª para llevar los a los sepulcros de sus maridos a .
— pero estaban confesando se una con otra, esas mujeres?
— lo que hacían era forjar una conseja para hacer se las interesantes. tu te fuiste a la junta de tus mineros y yo las seguí un buen trozo de terreno, procurando que no lo advirtiesen.
— y fueron a comprar las dichas coronas?
— no, ni los ramilletes.
— qué hicieron pues?
— entrar se a un restaurant de la calle 12ª y tomar se un beefsteak de a media libra cada uno, con su correspondiente tonelada de papas, y su enorme taza de té por duplicado.
no pudo contener su hilaridad.
y así pasó el tedio de aquel domingo.
pocos días después cada uno de nuestros dos personajes recibió una esquela que parecía circular.
el papel tenía una orla negra y su testo era el siguiente:
“después de pensar lo bien, he llegado a disculpar el atrevimiento de la persona que sin previa introducción se ha dirigido a mí. la calidad de usted de extranjero atenúa su falta. de ningún modo aceptaré la invitación de un desconocido, pero sí sus escusas por semejante ofensa en que seguramente no ha reparado. puede usted dirigir se, firmando con su verdadero nombre y apellido íntegro, a , número 54, a el , calle 12?”
la única diferencia que había en las esquelas era la siguiente:
la de decía : — ; y es-taba firmada tal como consta en la que hemos copiado. la de estaba dirigida a y tenía esta firmar .
ambas tenían la misma dirección. no era la de su casa, sino la de uno de tantos correos privados que existen en la ciudad y que son un excelente recurso para correspondencias clandestinas.
se quedó admirado, pero comprendiendo que aquellas comunicaciones no podían conducir lo más lejos, así se lo manifestó a .
este, tomando su aire autoritativo le contestó:
— hombre de poco mundo! recuerda que quien hace un cesto hace un ciento. en materias de amor el terreno es muy resbaladizo y no se puede dar un paso impunemente. las enlutadas han contestado ya, y nos dan un pretexto para explicamos y entender nos.
— lo rehusó, — dijo con vivacidad: — yo no exhibo mi nombre a la indiscreción de una aventurera.
— te paras en muy poco; pero debes saber que ya todo el camino está andado.
— qué quieres decir?
— lo que oyes.
— no te entiendo.
— que ya he contestado por los dos.
— con mi nombre?
— pues.... sí, con algo parecido.
— menos lo entiendo ahora.
— he puesto una inicial que nada supone, y tradu-cido nuestro nombre de bautismo a el inglés. de modo que tu te llamas , y yo .
tuvo que reir se a su placer, y luego preguntó:
— has puesto nuestra legítima dirección?
nada de eso: he tomado una caja en la oficina de correos, que nos sirva para esta y otras aventuras.
y qué les dices a las viudas?
— he aquí el original, que ya han copiado dos buenos pendolistas.
“ :
“pido a vd. perdón por haber empleado un medio que en mi concepto era lícito, para tener el honor de atraer la atención de vd. como extranjero no encontré otro, y vd. ha hecho bien en disculpar me. no siempre puede uno regir sus actos de una manera propia y adecuada. sin quedar satisfecho por esta breve escusa, y de acuerdo con mi compañero de viaje, el conde , hemos decidido invitar a vds. para presentar les nuestros respetos y explicar les plenamente el motivo de nuestro atrevimiento, a tomar una copa de en el restaurant de el , el próximo jueves a las doce de el día. mi carruaje irá a el domicilio de vds. una hora antes.
“quedo verdadera y respetuosamente de vd.
“general, .
“box 2431. .
“tenga vd. la bondad de contestar por medio de el sonal de el de mañana, si está aceptada nuestra invitación, expresando la calle y el número de la casa a donde debe ir el coche. puede vd. poner el número invertido, es decir, que se lea de derecha a izquierda, a fin de desorientar a los curiosos. por ejemplo, si la casa de vd. es 108 ponga vd. 801.”
con verdadero asombro oyó la lectura de aquella carta, y en esta vez hizo justicia a el ingenio de el libertino.
manifestando entonces, nuestro héroe, deseos de saber en qué términos estaba concebida la epístola que se suponía suscrita por él, le contestó :
— tu carta dice casi lo mismo, con esta única modificación: a el referir te a mí hablas de el y te firmas conde.
la hilaridad fue simultánea.
pero el interés creció un momento después.
guardaba el mejor vino para los postres.
después de un intervalo de silencio, el libertino, que había estado paseando se a lo largo de la pieza en que ocurren estos incidentes, se detuvo frente a la ventana y exclamó con actitud grotesca:
— segunda parte! cuadro de sensación! he aquí la respuesta de las viudas!
— cómo? tan pronto......? — preguntó admirando se cada momento más.
— naturalmente, — repuso desdoblando un número de el . — ya era tiempo: puesto que las cartas fueron enviadas anteayer. escucha y goza, desgraciado novicio.
el libertino de cuarenta y cinco inviernos leyó estas dos líneas:
“satisfechas. aceptada la invitación. 4ª número 914. que espere el cochero sin llamar. ”
— esto es diabólico! — exclamó .
— esto es divino! — repuso ; — estoy en mi elemento. así se anda aprisa, y lo prefiero a las gazmoñerías de las mojigatas de .
— parece me desgarrador, .
— sí, porque tu prefieres andar hecho un judío errante, de seca en meca, recibiendo chubascos e insolaciones, y por aditamento una paliza, en vez de explicar se y entender se como las gentes. vaya, que eres un niño!
los dos amigos se separaron. se fue a un o caballeriza a solicitar un carruaje para el día de la cita, y a sus grandes reuniones de negocios, que si no realizaba conforme a sus deseos, le facilitaban a el menos la oportunidad de hacer estudios prácticos sobre objetos de suma importancia para su amado país.
podemos ahora anudar nuestra relación, que interrumpimos para dar lugar a las espiraciones que constan en nuestro capítulo anterior.
arrendaba el buggy, tanto para hacer ejercicio por las mañanas y respirar el aire de el campo, como para ocupar se de sus negocios.
ya hemos visto el casual encuentro que se interpuso ante nuestro héroe la mañana en que visitaba la tienda de “ .”
llegó poco después de las doce a el .
el carruaje que había enviado a las aventureras enlutadas aun no parecía.
la constitución nerviosa de nuestro personaje pasaba por una crisis.
comenzó a temer que lo hubiesen burlado, como a menudo acontece a muchos que en extremo confiados, se danzan a esa clase de empresas sin conocer el terreno que pisan.
en esta vez, sin embargo, la aventura presentaba tan marcadas señales de éxito, que no había que dudar de que se consumaria conforme a los planes de .
este lamentaba también entre sus ligerezas, la de no haber esperado minutos más a . siendo dos las hermosas viuditas, una sería obstáculo para que la otra concediese a el peruano todos los favores con que se cuenta en un lance de esa naturaleza.
había mandado hacer algunos preparativos a el dueño de el .
pidió una copa de ajenjo, consultó su muestra y vio que señalaba exactamente las doce y media, lo mismo que el reloj que había en la cantina.
el peruano se agitaba y rebullía de una manera inusitada.
cada rotación de carruaje aumentaba la inquietud de su impaciente expectativa. se afinaba su oído, y podía apreciar hasta el ruido más remoto.
otras veces, a el contrario, confundía el murmullo de las aguas y cualquiera otro choque exterior con el sonido que repercutía en su acalorada imaginación.
la crisis duró hasta la una de el día. tenía que ser breve, como son tales accesos en las constituciones nerviosas.
llegó la calma, la reconcentración, el estoicismo.
queriendo preparar el paliativo de su fiasco, y padeciendo le que los empleados y la servidumbre de el restaurant lo contemplaban con extrañeza, llamó a uno de los criados, le pidió una limonada y le hizo algunas preguntas, concluyendo por decir le que si sus amigos invitados no venían, deseaba que las pastelerías y los vinos ajustados, se los remitiesen a su domicilio.
renovó sus preguntas y se le contestaron con la mayor amabilidad.
supo los nombres de algunas personas que habían almorzado allí aquella mañana.
tuvo las direcciones de algunas damas, que por costumbre iban a tomar su lunch una o dos veces a el mea en aquel local.
frente a la mesa en que le habían servido su limonada, — según le informó el criado atento y respetuoso, — había tomado un ligero almuerzo un español que acababa de ausentar se.
dirigió la vista a el asiento vacío, y vio en él un objeto que le pareció conveniente examinar.
era un legajo de papeles, y la letra parecía o de loco o de escritor público.
sintió de nuevo excitada su imaginación: veía algo romancesco en semejante hallazgo y se puso a leer el contenido de aquella producción inédita.
o eran apuntes sueltos, o no había orden en la obra. es el caso que el peruano encontró este mote, y se interesó en leer el artículo que le seguía.
“las tentaciones! cuidado con los petardos!”
— parece me, — dija el sudamericano, — que esto está escrito para mí. adelante.
y siguió leyendo.
“las mujeres que veáis más risueñas y expansivas en los días de buen tiempo, no son más que criaturas de buen humor que salen a burlar se de el que encuentran; pero que no harán feliz a el viejo verde que sueña con aventuras de buen gusto.
la miel no se hizo para la boca de el asno.
las más hipócritas y que notéis que se recatan de las miradas masculinas, son las que más ofenden a y a el prójimo. si sois buen cazador, debéis reconocer a la primer ojeada esas liebres corridas.
huid de ellas, pero no procuréis solicitar la amistad de las vivarachas coquetas que encontréis a vuestro paso, únicamente porque no han fruncido el ceño a el llamar las hermosas.
esas mujeres saben pagar muy caro vuestra equivocación: sus direcciones son siempre falsas: os citan a su domicilio a media noche, y ved lo que acontece.
esperáis la hora, pasando de el calosfrió a la fiebre y de la fiebre a la locura, y no encontrareis la calle o el número que salís a buscar.
esto no es lo peor. a veces encontráis el número y la calle, pero os recibe una pareja sexagenaria, capaz de escaldar os con la vasija de agua hirviendo que nunca falta de la estufa, por lo que se pueda ofrecer.
una noche propusieron burlar se de un escritorzuelo romántico unas coquetas blondas, citando lo una de ellas a su propia mansión, y asegurando le que se gobernaban por sí mismas las dos hermanas y que nada tenía que temer el enamorado galán.
las muchachas sabían que en la casa de enfrente acababa de morir una persona cuyo nombre tomó una de ellas. a la hora indicada se pusieron en acecho desde sus celosías y vieron a el pobre joven subir a preguntar por su adorado tormento.
la difunta era una matrona que había dado muchos pesares a su marido. y este nunca tomó la revancha en su cara y bien cara mitad, porque era más fuerte que el esposo.
pero el escritorzuelo, que era un luisianés de escasa talla y afectado de los pulmones, era un buen chivo espiatorio para un marido, que si no se divorció de su mujer, fue por no esperar las consecuencias de una lucha personal con una hiena irritada.
el burlado joven preguntó por la difunta, y a el ver que dudaban en introducir le a la que él creía su amor, hubo de manifestar que tenía una cita y que había de cumplir con ella.
el marido no esperó más.
— usted pregunta por , no es así?.....
— sí señor.
— su amor de usted?....
— sí señor.
— pase usted a su recámara. lo espera a usted.
— ya lo sabía.
el joven habló con enfática persuasión. el marido lo empujó ligeramente y cerró la puerta de la alcoba.
las muchachas traviesas y malévolas, siguieron desde la celosía lo más importante de la escena.
el escritorzuelo temblaba como un azogado en presencia de la difunta. iba a enfermar de fiebre a no dudar lo.
pero el marido no se conformó con esa vaga suposición.
creyó que necesitaba el presunto adúltero de otro castigo; y entre los aperos de su herramienta se encontró con una especie de chuzo con que golpeó a el inerme joven que fue a caer encima de el cadáver.
por fortuna de el escritorzuelo, un vigilante nocturno acertó a pasar cuando su vejamen comenzaba. el marido, que estaba furiosamente excitado, daba terribles gritos; el policía subió y arrancó a la inocente víctima de las garras de aquel espantoso verdugo.
el pobre joven no ha tenido tiempo para demandar indemnización por el fracturamiento de sus costillas, porque ha muerto en un hospital.
las modistas blondas siguen haciendo sus travesuras.”
le parecía que era víctima de un complot misterioso que salía de los límites de lo natural.
cómo había llegado allí aquel manuscrito? quién era el autor?
en tan pocos días como eran aquellos en que se había preparado la aventura de las enlutadas, cómo habían tenido estas tiempo para ordenar la elaboración de un trabajo que requería calma y meditación?
concibió una negra sospecha.
acusó a de aquella obra y aun corroboró sus presunciones recordando la escena de la mañana, a el encontrar se con la mujer de el coche a la .
quizás todo era una farsa: tal vez ni conocía a la beldad que había entrado a la tienda de , y solo había buscado un pretexto para río acompañar lo en la aventura.
mas, aun cuando hubiese tenido que castigar algún agravio de el libertino.
queriendo le y estimando su amistad, qué objeto podía tener aquella lección aplicada de una manera tan rigurosa y en la que parecía invívita la complicidad de dos mujeres de dudosa reputación, que bien pudieran ser un par de cortesanas y que a no dudar lo eran un par de coquetas?
no reflexionaba porque estaba ciego.
la ausencia de daba cuerpo a sus conjeturas.
después de haber saludado a la desconocida de el carruaje de caballos blancos, y de haber establecido una inteligencia para corresponder se, por qué no acudía adonde estaba interesado su amor propio?
esta observación era especiosa y no encontraba argumentos con que destruir la.
por la primera vez encontró racional el duelo, equitativa la venganza; sublime el derecho de hacer se justicia por sí mismo.
estaba despechado.
pidió y se embriagó.
llegaron unas desarrapadas criaturas, paseantes pedrestres que hacen el amor donde encuentran oportunidad, y las llamó a beber y devorar la lista de la fonda.
aquellas mujeres estaban hambrientas. comieron como heliogaba lo y bebieron cual mosquitos.
bacantes sin gracia, habrían sido rechazadas media hora después por un curtidor de pieles.
pero las trataba como a dos señoritas de escuela, como a dos niñas inocentes.
los criados se reían a más no poder de aquellos cumplimientos tan mal empleados.
una de las muchachas, de origen celta, revelaba su pésima educación y a la par que la otra, perteneciente a las posesiones continentales de , estropeaba el idioma de y de .
era preciso que llegase la reacción.
en el fondo negro de la repugnante embriaguez, comprendió que se estaba profanando y que era preciso sacudir como una pesadilla aquella situación.
ofreció visitar a las viciosas mujeres que en la inspiración de su malestar había llamado a su mesa, y las despidió sin acariciar las.
huyeron atónitas aquellas harpías, llamando loco a su protector, sin que éste tuviese derecho para disgustar se por tan acertado título.
en seguida llamó a un criado, le dio algún dinero y le pidió que fuese a llevar el buggy a su destino. no quería volver a hacer uso de lo que pertenecía a , sin tener antes una explicación muy solemne.
pagó su cuenta y se disponía a marchar se a eso de las cinco de la tarde, después de haber desperdiciado luengas horas en extravagancias y locuras.
— alguien ha de comer se este manuscrito, — decía estrujando lo con las manos crispadas, — y servirá de taco a nuestras pistolas o será borrado con la sangre de el que sucumba.
después tuvo una idea que no le habría de servir más que para adelantar algo en la apreciación de la sangrienta burla de que era objeto. se proponía ir a el despacho de el donde había arrendado el carruaje que les había enviado a las supuestas viudas.
allí adquiriría alguna luz respecto de su aventura o se hundiría en mayores tinieblas.
necesitando de ejercicio para salvar se de una congestión, caminó a pié hasta la entrada de el y entonces se dirigió a tomar los carros de la 6ª , cerca de la cual estaba su casa y no distante el depósito de carruajes donde había alquilado el coche que había remitido a y .
en el despacho le dijeron a que el coche aun no volvía.
esta noticia lo tuvo indeciso un momento.
después de reflexionar, se ratificó en sus sospechas y dijo para sí:
— no solo me ha hurlado; sino que ha explotado en su provecho y quizá en el de otro quídam mis trabajos preparatorios. esto es indigno! mañana se arrepentirá. mis padrinos le pedirán una satisfacción a primera sangre.
haber exigido de nuestro héroe, después de su entrevista con la dama de la 5? avenida, que hubiese ido a apurar los goces que en una situación normal proporcionan todas esas aventuras en que no toma parte el corazón, hubiera sido cruel y tiránico.
oh! no! cuando se ligan las soluciones de continuidad de una existencia que fue dichosa en un tiempo, no se piensa en la orgía.
aunque se haya dudado, y la fe haya sufrido los desdenes que inspiran las decepciones, se busca el templo o el retiro para tornar el alma a .
la felicidad en su presente, en su pasado y en su futuro es un germen de religión y de piedad y por eso los pueblos más dichosos son los más creyentes.
puede haber se dislocado en una o muchas circunstancias la cadena de la vida; habrá habido necesidad de ir a recoger entre el fango y entre las espinas algunos es la-bones: pero aun cuando sea por un momento, si se está en posesión de esas queridas reliquias que el tiempo y la adversidad nos han arrebatado, sentimos más deseo de comunicamos con los ángeles que con los hombres.
figurad os que se os ha despojado de un pebetero precioso; de la mirra que debisteis ofrecer a el cielo, de las flores que pudierais haber colocado en los altares..... y que de repente encontráis algo de esos perfumes, algo de esa belleza, algo de ese tributo digno de la gloria, que aunque se haya malogrado y perdido en la noche de el dolor os hablará de el bien, de la esperanza, de la virtud!
el amor de y no puede retoñar: su encanto está en el pasado, pero volver se a encontrar en la vida para repetir la mágica palabra con que una vez se reconocieron, es demasiado grande para que se pueda menospreciar. ¡ay de aquel que no sienta con todo el corazón, a el estrechar la mano amiga de el que le hizo bien!
cuando no hubiese otro lazo que el de la gratitud, bastaría para saludar como una aurora de bendición la de el día en que volvemos a estrechar la mano de la que enjugó nuestras lágrimas.
inútil fruición — dirá el egoismo, — la que se procura a la hora en que una completa felicidad es imposible, aunque se repita el poema de los recuerdos; se busque la flor marchita, el confuso retrato o la carta destituida de colorido o deteriorada en el cofre de el viajero.
¿qué nos importa? no pretendemos alhagar a los que solo anhelan satisfacer vicios y pasiones a el nivel de su gastamiento y corrupción.
en medio de la prosa de la vida y devorados por el afán de los negocios, ¡cuántos pretenden en vano hacer se sordos a la voz de el alma!
esa lucha es una compensación. castigo justo para los que no conceden a el sentimiento ni las migajas de el festín que para los cachorros demandaba la !
se encerró en el cuarto de su hotel, pues a el separar se de había formado el propósito de no mezclar se en las aventuras de su amigo.
un hombre menos delicado habría ido a celebrar el feliz encuentro entre las copas de el y los besos de las entretenidas.
no era hombre de ese temple.
qué mucho, cuando tampoco había osado permanecer más tiempo de el que la discreción aconsejaba a el lado de ?
hubiera procedido de otro modo.
hay hombres que tienen esculpido en la imaginación un relieve de orgía.
se enamoran, son capaces de sentir: pero no conciben la pasión desinteresada de el alma. sus deseos jamás se remontan a el éter.
no hay que estrenar lo. existen poetas que no tienen sino musas que hieden a alcohol; y si hablan de ondinas se las figuran bañando se en un mar de ! profanación lamentable de el sentimiento!...
nuestro héroe esperaba el lunes con ansiedad.
recordó que le había hablado de recepciones. pensó en el directorio, a el que también se había referido la joven, y en el que como es sabido, figuran los nombres de todas las personas de negocios, propietarios, & c.
en ese libro, de seguro que un año antes no habría podido aparecer el nombre de su antiguo amor, como ahora sería inscrito si lo hubiese deseado.
instigado por la curiosidad bajó a consultar el directorio, y encontró en efecto un nombre y apellido que le eran muy familiares, con la dirección más aristocrática qué pudiera apetecer se: — un palacio de la 5ª .
esa especie de razón social que se incrusta en un libro voluminoso, tan necesario en una ciudad tan grande, pertenecía a la hermana de el padre de , según esta le había dicho a . pero era lo mismo que si fuese el de su adorada, puesto que estaba reconocida por una de las familias más notables de el país.
era aquel un misterio, pero que estaba a el alcance de la imaginación de nuestro héroe, puesto que conocía la historia de .
el destino, cansado de atormentar a aquella criatura, le había abierto probablemente las puertas de la opu-lencia. ella había saboreado en otras circunstancias los placeres de el lujo. pero ¡de qué manera tan diferente!
¿cómo habían podido perdonar le sus desventaras?
esto era lo que aún estaba velado a los ojos de , y lo que en vano pretendía explicar se.
hay manchas que arroja el dolor sobre el cuerpo y el alma de la mujer, que solo las purifica y las perdona el cielo.
la sociedad ni disculpa, ni raciocina, ni filosofa. castiga con mano de hierro y sin apelación.
tal era el caso de .
quizás no era culpable, examinada su situación particular. pero eso nada le importa a el mundo.
en extremo se presentaba ante la fantasía de el presente cuadro de la vida de aquella criatura.
de todos modos, daba gracias a por el portento que se permitía realizase en una ciudad tan exigente, en la que si bien la mujer goza de tantas consideraciones, sufre también como en ninguna parte la expiación de sus faltas y de sus extravíos.
la benevolencia construye asilos para las , pero jamás las devuelve a la sociedad con un nombre para que se mezclen en sus goces.
ni el padre más tierno presentaría a la hija manchada en una reunión de familia.
puede el presidario cumplir su condena, volver a ser un hombre digno, adquirir un capital, tornar a el mundo de la honradez, sin que nadie le pida cuenta de lo pasado: sin que nadie inquiera una palabra respecto de su anterior condioión. — la mujer no puede borrar se el estigma grabado con fuego sobre su frente envilecida.
muchas hay que lo están: que engañan a sus maridos, que han ahogado a sus hijos antes de nacer, y se les admira y se les considera. pero el matrimonio y el editor responsable son su garantía, son su fuerza, su paladión.
no había cometido esos crímenes, y sin embargo, como otras muchas, cuyas faltas son nada en comparación de tantas profanaciones de el hogar y de el tálamo, debía ser rechazada por la sociedad.
y a pesar de esto, llevaba el nombre de su padre, vivía en un palacio de marmóreo frontispicio, poseía carruajes espléndidos y recibía a lo mejor de la sociedad de .
¿cómo se operaba ese prodigio?
pero si es un hombre de caudales y de gran posición política y social el que inicia con sus actos anómalos y excepcionales un adelanto o una modifícación en la conducta de la humanidad, ésta se admira, y aun cuando no haga tanto como se le exija, a el menos tolera a el personaje que se atreve a ofender la.
los pecados de los reyes y de los nobles han tenido siempre complacientes cortes que los absuelva y que los aplauda.
las faltas de los magnates no son censuradas sino por una independencia rigurosa, que tiene muy pocos ejemplares en el mundo.
republicanos y demócratas, conservadores y absolutistas son y serán siempre indulgentes con los que rigen los destinos de los pueblos, llamen se como quieran.
en consecuencia, los bastardos reconocidos, las rehabilitadas merecerán el respeto de la mejor parte de una sociedad, con tal de que circule sangre real o de presidentes u otras personas distinguidas por sus venas.
los ricos pueden también poner la ley en su círculo más o menos vasto; pero nunca tendrán la influencia de los políticos.
cuando se piensa en esto, el servilismo de la humanidad repugna más que de costumbre.
lo que es bueno en los que mandan, debe ser lo en los que obedecen; y lo que es malo entre los que gobiernan debe ser igualmente reprochable en los súbditos y los ciudadanos.
esto es tan equitativo que no merece el trabajo de una defensa.
el sentido común apoya esta ley que en vano infringen las sociedades.
el amante de pertenecía a el verdadero partido liberal, que acepta la indulgencia como base para todos los juicios por los que tienen que pasar los hechos de los hombres.
la doctrina de tolerancia, enseñada por el de el mundo en el más bello pasaje de el , el de la adúltera, coincidía con sus principios. por eso es que, cuando en su país y en los que visitaba veía a las majas esposas y peores madres encarnizar se en su odio hacia las desventuradas mujeres a quienes el destino ha obligado a comer el pan de el oprobio, se sentía indignado contra tales jueces.
temeríamos cansar a el lector si intentásemos reproducir aquí las reflexiones de , ante la idea de la resurrección social que su amada le había anunciado. aseguramos únicamente bajo nuestra palabra, que las expansiones de felicidad que sentía y que mezclaba con tiernísimos comentarios, arrancaron lágrimas de sus ojos más de una vez.
la noche fue de insomnio. se levantó muy de mañana, y lo primero que hizo fue buscar los diversos retratos de que guardaba en un álbum de bolsa
estas fotografías, ejecutadas en diversas ocasiones, como las de las actrices que desempeñan opuestos papeles, presentaban en detalle la vida de la pobre joven.
unas parecían mostrar la primavera de su existencia; la sonrisa era la que acompaña a la edad infantil.
nada de ceño en el rostro, ninguna contracción en la tersa frente. aun no se desarrollaba aquella criatura.
otras demostraban en la fijeza de la mirada, que aquellos ojos seguían los de el objeto amado. alguna rigidez en los músculos, alguna intensidad en la expresión.
retratos de fecha más reciente denotaban la agonía de la ausencia: algunas sombras producidas por la falta de morbidez en los contornos, entristecían el semblante!.....
posteriormente rastros de lágrimas, extenuación, pena, languidez, angustia.
más tarde..... nuevo toilette, hermosura artificial, en canto sui generis, animación de compromiso.
ninguno de esos retratos se parecía a la elegante dama de ahora.
todo había cambiado.
la mujer tiene necesidad de una protección providencial para mostrar se en todo su apogeo.
sin esa protección no hay lucidez posible.
las huérfanas, las muy desdeñadas y las muy infelices se consumen.
y antes de sucumbir se ponen feas.
en esto pensaba cuando llamaban a la puerta de su cuarto.
nuestro héroe se estremeció ligeramente, como nos suele suceder por el motivo más pueril cuando estamos concentrados.
se daría un caudal a veces por no ser interrumpidos en nuestras cavilaciones.
guardó su álbum y abrió.
un criado de el hotel le presentó una esquela en una bandeja de plata y desapareció.
el peruano se ratificó en sus sospechas cuando supo que el coche no había regresado, y como hemos visto, aumentó sus cargos en el proceso que le instruía a su amigo.
en la misma noche visitó a un alemán de esos que se llaman barones, aunque sean hijos de una lavandera o de un herrador de caballos, y le suplicó que le sirviese de testigo en unión de un francés que había sido su maestro de esgrima, y cuya profesión actual era la de peluquero.
tenían instrucciones de arreglar un duelo a primera sangre, siempre que se dignase elegir la espada. en caso contrario se verificaría corriendo se todas los riesgos que hay en el desafio a pistola.
el lance tendría lugar en los suburbios de o , o en cualquier otro punto de el .
a la mañana siguiente despertaron a en su , para entregar le una carta, de que era portador el cochero de el carruaje enviado a las dos viudas.
eran más de las diez. había dormido mucho a consecuencia de el exceso de sus libaciones con la desarrapada pareja de que hemos hablado antes.
se desperezó, se incorporó en el lecho, mandó que le esperasen un momento, se puso una bata de caprichosos colores con que se veía algo ridículo, se calzó unos zapatos a la turca y fue a recibir la misiva.
le dijeron que el mensajero esperaba la contestación.
el peruano reconoció la letra, que evidentemente pertenecía a una de las dos corredoras de aventuras que tan mala pasada le habían jugado.
se arrellanó en un sillón y leyó lo siguiente:
“estimado amigo:
“el aspecto de vd. revela uno de tantos deturpadores de la fama y el buen nombre de las mujeres, que suponen que todas las que somos amables, hemos de ser por fuerza fáciles y ligeras. ya habrá vd. visto que se ha equivocado.
“antes de ahora se había vd. propuesto divertir con una vecina nuestra. recordará vd. que la pasada en n° *** el año último, desazonó vd. el pavo a una señora casada. nos es vd. demasiado conocido, así como su generalato.
“pero ya estamos satisfechas, y le perdonamos el insulto que nos ha hecho tomando nos por una de esas mujeres poco cuidadosas de su honor. si vd. no lo está, no nos faltarán amigos que nos representen. bien que no los necesitamos, pues partidarias de los derechos de la mujer, hemos perfeccionado nuestra educación hasta el nivel de la de el hombre.
“por supuesto que no vivimos en la cuarta . n° 914, ni 419. esta dirección solo debía servir nos paca ir a tomar el carruaje de vd. ( de alquiler ) y aprovechar nos de su buena disposición, visitando los hospitales y haciendo algunas obras de caridad, a las que sería mejor que vd. contribuyese en vez de buscar lances que le hagan perder el crédito, el dinero y la tranquilidad.
“cuando tengamos noticias de que algo semejante ha emprendido vd., no habrá inconveniente en dar le el título de. amigo; pero nada más.
“ahora reciba lo . como un cumplimiento cortéis.
“sabemos de cierto que su compañero de vd., el , no estuvo en y por eso no le escribimos.
aquí se interrumpió , y parece que corroboró una vez más las sospechas respecto de .
después siguió leyendo con marcado furor:
“a pesar de que hicimos uso de el carruaje de vd., como no deseamos obligar le a vd. a que nos ayude a nuestras obras de caridad, el cochero tiene orden de devolver le la suma que había pagado, siempre que vd. la reclame.
“no olvide vd. esta lección, y deje de molestar y perseguir a las doncellas, a las casadas y a las viudas. no hay flores sin espinas, aunque vd. pretenda que por su gentil figura y su romanticismo es irresistible.
" desean a vd. un buen diá —
“ y :”
“ — el manuscrito que habrá vd. encontrado en el restaurant, fue traducido antenoche por nuestro maestro de idiomas, que será probablemente el futuro esposo de una de nosotras: precisamente de la dama favorecida por vd. con sus estimables cartas e invitaciones.
“ambas estamos seguras de que su amigo de vd. el tiene muy poca parte en este asunto.”
aquí concluía la esquela, que ocupaba con letra diminuta y preciosa las cuatro páginas.
el peruano despidió a el cochero, sin reclamar le, corno era natural, la cantidad a que las viudas se referian, y se puso a hacer comentarios, fumando se una panetela de la .
mi aspecto revela que soy un caballero terrible. no lo sabía yo. el espejo no me había dicho semejante cosa. frente dilatada, luenga y oscura cabellera rizada por ; ojos negros y vivos, mirada de águila, nariz regular, como dicen las filiaciones de los soldados españoles; patilla escasa y bigote retorcido.
figura, dice el espejo, pero no imponente. esas ohicas son algo medrosas; les he infundido respeto; quieren estafar me y han hecho su ensayo. son liebres corridas.
ya vendrá una segunda carta, para quitar me a protesto de caridad, cincuenta o cien pesos, para un vestido de medio luto.
esto es vulgar; pero como sé la lección, no caeré en las redes tendidas por la astucia femenil.
los informes que tienen se los ha suministrado su maestro de español y mi buen amigo el mexicano, que es un hipócrita de cuenta.
me faltaba saber quien había ocupado mi lugar en la aventura de ayer. ellas mismas me dan los datos.
cuando el profesor sepa como castigo a los que se burlan de mí, hasta la lección va a perder y puede que la tierra.
“no somos lo que vd. supone.” eso dicen todas a el primer envite; muchas a el segundo, pero muy pocas a el tercero. solo las irlandesas son tan tenaces que repiten esa canción antes y después de el medio día.
sé de alguna, que habiendo le pertenecido una semana a cierto peruano de mi talla y color, se ha marchado diciendo: “no soy de las que vd. busca; vd. se ha equivocado.”
aquí dejó escapar una de esas carcajadas que producen calosfrío.
y siguió en sus observaciones.
la virtuosa con quien tropecé la pasada, hizo la , es cierto, algunos días; pero después... ahí está la correspondencia, que confundiría a todos los maridos crédulos.
señaló un armario en que seguramente había un departamento en que guardaba sus comunicaciones clandestinas.
esa preciosa casada, lejos de creer desazonado el inevitable pavo que se sirve en este país la noche en que se celebra el aniversario de el nacimiento de el , si no me es infiel la memoria, recuerdo que se tomó dos alas y una pechuga, y pidió más.
y por cierto que los pavos de aquella noche eran descomunales. parecían carneros.
así se desazonan estas mujeres.
no hay que hacer mérito de mi generalato, porque esto es tan cierto, como la fidelidad conyugal de la melindrosa criatura, que durante una noche parecía una santa, pero que una semana después manifestó que sabía más de lo que su esposo pudiera haber le enseñado.
“no les faltará amigos que se cambien una bala conmigo.” esto quieren decir literalmente las supuestas viudas, lo cual no es muy de este país, y me prueba de nuevo que el amigo que viene de , donde los desafíos están de moda, ha tomado cartas en este asunto. pronto verá que no me azoran lances de tal naturaleza. estoy poco acostumbrado a ellos, pero no hay más que hacer de tripas corazón.
adelante. estas agraviadas y respetables ladies pretenden pasar por , y me amenazan con batir se personalmente conmigo.
aquí en efecto, hay algunos marimachos, capaces de eso y mucho más; pero la facha de esas enlutadas es demasiada inofensiva, y como no me reten a engullir ostras y cangrejos, puedo dormir con toda tranquilidad.
han levantado su educación a la altura de la de el hombre. es esto, y no hay que dudar lo, aquí donde la mujer tiene tantas oportunidades para instruir se y adelantar; pero donde abundan las pedantes y las bachilleras en una proporción fabulosa.
mi número 1, letra , me desencantó un día con una ocurrencia que no hubiera tenido una fregatriz de . hacia alarde mi adorada beldad de sus conocimientos geográficos, y además de andar algo atrasada en eso de límites, población y otras generalidades, a el contestar una de mis cartas en que le describía las bellezas de nuestras cordilleras, parecía entusiasmar se, y desear hacer una visita a mi país. pero lamentaba no tener instrucción en el idioma peruano para poder se comunicar con mis compatriotas.
se reía a su satisfacción siempre que hacía mérito de este incidente.
es inútil pensar en la cuestión de los derechos de la mujer, pues que eso pertenece a la alta política, de la que a buen tiempo me he escapado. libre me de perder mi tiempo en estudiar y hacer discursos, para no probar nunca si la humanidad debe avanzar o retroceder.
me gustan los gobiernos y las instituciones liberales, con tal de que pueda aprovechar me de sus garantías; lo demás me importa un bledo y no ha de producir me un dolor de cabeza.
no viven en la 4ª , ni en el número que indicaron.
luego son capaces de supercherías y de estafas. esto no cuadra con las obras de misericordia que emprenden. ya discutiremos sobre eso, amables enlutadas. y como ahora tengo un medio para saber algo de lo que me conviene y ese medio es el cochero, muy pronto tendré datos seguros, concernientes a la positiva expansión de vds. o por lo menos a los lugares que frecuentan cuándo tienen un carruaje a su disposición.
me invitan ustedes a hacer obras de caridad, como si no lo fuese contribuir a el lujo de más de cien aventureras a el año, conforme a mi costumbre.
cada uno tiene su especialidad. unos fundan hospicios; otros casas de corrección; hospitales algunos; y multitud de personas que no pasamos por caritativas ni benévolas, protejemos indirectamente el comercio en ciertos ramos y también las artes.
cuando regalamos un aderezo a una cortesana, aumentamos las entradas de el joyero, contribuimos a los gastos de la tienda, pago de dependientes, & c. las alhajas o son obras de arte importadas o se han manufacturado en el país. de modo que con nuestros obsequios damos impulso a la industria nacional y a la extranjera.
esta es la verdadera filantropía.
como no tengo empeño en que me den ese título do amigo que se prodiga y de que se abusa en todas partes, me basta que se me conceda por cumplimiento. esto nada quita ni pone a la aventura en que estamos comprometidos.
a la torpeza de escribir me y de enviar me la carta con el cochero, lo que es lo mismo que mostrar me la senda de sus huellas, añaden la de disculpar a mi amigo, lo que equivale a denunciar su complicidad.
esto pone de manifiesto la ligereza que caracteriza a los agentes de esa intriga de mala ley, de que he sido víctima.
y quieren dar me lecciones de discreción!.... ja ja ja!
terminan las viudas su carta, teniendo me un lazo para medir mi prodigalidad.
el qué ha gastado más de lo que importa él alquiler de el coche en las primeras mujeres que han pasado por la puerta de el restaurant, no había de entristecer se por algunos billetes mal empleados en el presupuesto de una aventura.
podría apostar algo a que ha querido medir la estrechez de mis bolsillos o pretendido saber si estoy ya tan educado a la yankee que me duela gastar mal una veintena de pesos.
estos mexicanos suponen que solo ellos saben tirar el dinero.
las alusiones a mi figura gentil y a mi romanticismo no pueden ser obra de el talento de las viudas. queda aumentada esta partida en la deuda que tengo pendiente con mi apreciable amigo, cuyas relaciones hicimos hace cinco años en los bailes de , y ahora van a terminar de una manera trágica en las pasiones americanas de los ingleses.
vamos ahora a la postdata.
esa explicación tirada de los cabellos, el autor de ese cuento insípido olvidado en el restaurant, que parece fabricado por uno de esos novelistas cuyas obras se publican en ., es la confesión, digamos lo así, de el mismo .
en el carnaval, cuando las máscaras están saturados de vino, tienen que hablar en su voz natural un tanta enronquecida, y todo el mundo los conoce.
y ellos se admiran de la penetración de el mundo!
sucede a veces que tienen la careta en la mano y se asombran de que los otros los llamen por su nombre!;
así le va a pasar a .
no pedida......
vaya que se le han ido los bártulos a el mexicano!
se empeña en que las viudas me cuenten que es un supuesto maestro de idiomas el autor o traductor de ese fárrago.
y por añadidura viene la protesta de que no ha tenido parte en la aventura en que yo lo mezclé, condecorando le con un título que no merece!
las enlutadas deben saber lo perfectamente, como se tiene conocimiento de un hecho referido por el mismo interesado.
se levantó, maduraba sus planes e iba a realizar los.
el puro que fumaba estaba a el terminar y lo arrojó.
después bostezó dos o tres veces, volvió a leer algunos trozos de la carta, que excitaron de nuevo su hilaridad y preparó su toilette violentamente.
necesitaba, de su tiempo, y se disponía a emplear lo bien.
la misma hora que comentaba la carta que hemos dado a conocer a nuestros lectores, en un departamento o vivienda de una bonita casa, situada entre la 3ª y 4ª , calle 25, se encontraban las dos enlutadas, actrices de tan interesante aventura.
la de más edad, que era , tendría unos veinticinco años; era rubia, de ojos azules, delgada pero esbelta, con un aire natural de benignidad y ternura que la hacía simpática.
la otra contaría poco más o menos veintidós primaveras: era más robusta, tenía lo que los ingleses llaman ojos grises; el cabello era un término medio entre el castaño claro y el rubio. había más viveza pero menos intensidad en su mirada.
era también muy atractiva.
vestían un traje de mañana lascivo, y calzaban bordados y elegantes zapatos a la oriental, que permitían lucir contornos delicados.
tenía un libro en la mano, y estaba medio tendida en un diván de madera de rosa forrado de magnífico brocado. hojeaba un periódico, recostada y meciendo se en un sillón admirablemente confortable.
— hay algo para nosotras? — preguntó , haciendo un movimiento que descompuso algo su fantástico ropaje.
— nada que nos interese, — contestó . encuentro sinembargo, un aviso que nos puede divertir?
— quiere usted leer lo?
— ciertamente.
— " un caballero pasará una parte de el verano en algún lugar en que haya baños de mar, desearía tener a alguna dama como compañera de viaje o visita en el punto que designe. "
— está eso muy tonto.
— así me lo parece.
— los que ponen avisos de esa naturaleza, deberían pedir nos algunos modelos.
— qué hacemos hoy, ?
— no lo sé, , y temo que nos invada el fastidio. tengo síntomas muy marcados de displicencia.
— no nos escribirá el peruano?
— dejará pasar algunos días.
— es preciso que nos dejemos ver.
— no le creo enteramente necesario. ya es tiempo, que sepa donde vivimos.
— y cree usted que vendrá?
— no dejará de meditar lo,
— a qué hora salimos hoy?
— estoy tan cansada!.....
— y yo también: pero el día está hermoso y no debemos desperdiciar lo.
— bien: saldremos después de nuestras lecciones.
— me va cansando nuestro maestro; y si no fuera porque es tan condescendente ya lo hubiera despedido.
— que nos lea un poco, nos toque una media hora, y nos deje en paz. le parece a usted?
— ese es mi plan,
— y además, que nos de algunas notorias de esos extranjeros.
— el mexicano parece muy esquivo,
— supongo que está enamorado.
— así lo entiendo yo también. mientras que el peruano es tan atento, el fingido conde parece qué no está en este mundo.
— tendrá negocios de importancia.
— seguro que los tiene: pero por lo mismo no se ocupa de nosotras.
— necesitamos dos ricos.
— esa es mi opinión, pero andan muy escasos, con avidez una noticia que parece arreglada por una persona distinguida, y resulta que es un dependiente sin capital o cuando más de una fortuna secundaria el que anuncia.
— es preciso viajar.
— pero no tenemos dinero.